Cuba es el país de los eslóganes. Es la manera más barata y efectiva del régimen castrista de adoctrinar al pueblo: “¡Hasta la victoria, siempre!”, “Sin dar un paso atrás, ni para coger impulso” y el más repetido y repintado en espectaculares carreteros y en destartalados muros: “Patria o muerte” (o sus dos versiones más populares: “Patria o muerte, venceremos” y “Socialismo o muerte”). Aparte de los cantautores afines al castrismo, la máxima aportación cultural de la isla en seis décadas ha sido la repetición hasta la extenuación de estos lemas sacados de las soflamas revolucionarias de Fidel Castro. Cualquier expresión artística más allá del pensamiento único condenaba a su autor a la cárcel o al exilio (o a ambas cosas, como le pasó al poeta Reinaldo Arenas, que se suicidó en 1990 en Nueva York).
Lo dejó muy claro el propio Fidel Castro en 1961, cuando se le pidió que explicara su polémica frase “Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”:
«¿Cuáles son los derechos de escritores y artistas, revolucionarios o no revolucionarios? Dentro de la revolución, todos; contra la revolución, ningún derecho». Así sentó el fallecido líder revolucionario la base del dirigismo cultural cubano, que consagró el eslogan político “porque la propaganda es el alma de nuestra lucha”.
Y esto es lo que ha ocurrido a lo largo de seis décadas, hasta que el pasado 17 de febrero el régimen fue golpeado por un inesperado “efecto boomerang” de su propia estrategia propagandista, cuando cinco raperos cubanos -cuatro en el exilio y dos viviendo la isla- voltearon el lema revolucionario más famoso -Patria o muerte- para componer la canción más crítica a la dictadura hasta la fecha: “Patria y vida”.
En apenas diez días, el video de “Patria y vida” suma ya en Youtube 2.5 millones de visualizaciones
“SE ACABÓ, NO TENEMOS MIEDO”.
La letra de “Patria y vida” no deja margen de duda sobre que trata de un ataque sin contemplaciones a la dictadura castrista -“Se acabó, y no tenemos miedo; se acabó el engaño.Son sesenta y dos haciendo daño”- y una crítica a sus falsos eslóganes -”Somos la dignidad de un pueblo entero pisoteada. A punta de pistola y de palabras que aún son nada”-.
Pero, sobre todo, “Patria y vida” hace una abierta y encendida defensa del surgimiento de una disidencia artística interna, que empieza a perder el miedo al régimen, porque sabe que en la era del internet el mundo entero observa qué pasa en la isla.
La canción nombra directamente al Movimiento San Isidro, nacido en esa calle de La Habana y creado por un grupo de artistas e intelectuales que combinan activismo en contra de la dictadura e intervenciones artística, y que respondieron a finales del año pasado con una inusitada huelga de hambre de artistas, en protesta por la represión policial del gobierno que ahora preside Manuel Díaz-Canel: “Rompieron nuestra puerta, violaron nuestro templo. Y el mundo ta’ consciente de que el movimiento San Isidro continua, puesto”.
“LA ‘O’ ES EL OBSTÁCULO”.
En una entrevista, el rapero Yotuel, fundador del grupo “Orishas” y que vive entre Madrid y Miami, declaró que la clave de la canción no es sólo provocar, cambiando la palabra “muerte” por “vida”, sino la letra “o” por “y”.
“Queremos concientizar al mundo de que la juventud cubana exige patria y vida, patria y libertad, patria y diferencia, patria y progreso; y no patria o diferencia, patria o libertad. La ‘o’ es un obstáculo”, afirma Yotuel, sobre el video que grabó parte en Miami -donde viven Descemer Bueno y los dos reguetoneros de Gente de Zona- y grabado parte en La Habana, donde se juegan la libertad los raperos Maykel Osorbo y El Funky.
“Ya no gritemos Patria y Muerte sino Patria y Vida. Y empezar a construir lo que soñamos, lo que destruyeron con sus manos. Que no siga corriendo la sangre, por querer pensar diferente. Quien le dijo que Cuba es de ustedes si mi cuba es de toda mi gente”.
DÍAZ-CANEL SE QUEDA CON SILVIO RODRÍGUEZ.
Otro hecho insólito en torno a la canción cubana del momento es que el régimen no suele reaccionar ante canciones o películas críticas, pero en esta ocasión mordió el anzuelo.
El sábado se difundieron videos de arrestos violentos de personas en Camagüey sólo porque estaban tarareando la canción. Pero el resultado fue el que menos esperaban: la multitud que se acercó empezó a gritar “Patria y vida”, sin que hubiera suficientes agentes para arrestar a todos.
Tampoco parece que haya servido mucho que el propio presidente Díaz-Canel se haya puesto al frente de varias manifestaciones en los últimos sábados para intimidar a los artistas del Movimiento San Isidro y a los raperos de la canción de moda.
“Ante canciones apátridas, aquí no se rinde nadie”, dijo y sugirió al pueblo que volviera a escuchar “Pequeña serenata diurna”, de Silvio Rodríguez, que empieza así: “Vivo en un país libre. Cual solamente puede ser libre. En esta tierra, en este instante. Y soy feliz porque soy gigante”.