‘La diferencia entre la vida y la muerte’

Apoyada en bastón de madera y a paso semi lento, doña Josefina Almeida Ligonio, de 71 años de edad, ingresa al plantel 4 del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado (Cecyte), con sede en esta ciudad. Es la primera de una larga fila de adultos mayores que desde temprana hora se formó a las afueras de las instalaciones educativas, en espera de una medida que han venido ansiando desde hace más de un año.

Son las ocho y media de la mañana de este jueves 25 de marzo. El plantel 4 es uno de los tres centros habilitados por el Gobierno de la República, gobierno estatal y con el apoyo de la Alcadía de Comalcalco para iniciar la aplicación de la vacuna contra COVID-19 de la farmacéutica china Sinovac entre personas de 60 años o más de la Perla de la Chontalpa.

Sin importar clases sociales o ideologías, la población mayor comparte la misma búsqueda: una esperanza de vida. Algunos llegan con miedo, otros acuden con convencimiento. Al final y luego de más de un año de incertidumbre, el objetivo es el mismo: sobrevivir a una de las enfermedades más infecciosas y mortales del orbe.

Comalcalco acumula a lo largo de la emergencia sanitaria un total de 2 mil 283 contagios, apenas el 3.78 por ciento de los 60 mil 258 casos positivos confirmados en todo Tabasco hasta el corte del 24 de marzo. La cifra municipal representa 6.2 casos por día, lo cual habla del manejo que se ha dado a la contingencia, pero de ninguna manera significa un resultado para echar las campanas al vuelo.

La jornada de hoy, la primera de varias en esta municipalidad, está dedicada a las personas cuyos apellidos paternos inician con las letras A, B y C.

Doña Josefina cumple ese criterio. Tras la valoración médica de rigor, pasa del triage a una de las tres células de vacunación instaladas en uno de los salones de la institución de bachillerato. Su rostro, del que sobresalen las arrugas propias de la edad, apenas y se asoma detrás de un cubrebocas color azul cielo, que para ella –confiesa– ha significado ‘la diferencia entre la vida y la muerte’.

–‘Madre, vamos a aplicarte la vacuna Sinovac; sólo es un piquete, te va a causar un poquito de dolor; si sientes alguna molestia como dolor de cabeza, mareo o cualquier otro síntoma, nos avisas’, le recomienda con voz cordial una de las muchas enfermeras que abundan en el lugar. Transcurren tres segundos y…listo: se convierte en la primera persona en recibir la primera dosis de la vacuna contra el virus SARS-CoV-2 en la ‘Casa de los Comales’.

La fuerza de la fe

Con la fuerza que la fe infunde a las personas, la viejecilla se dice aliviada. “Me siento bien, contenta; me siento segura, para qué le voy a mentir”, expresa. Confiesa que para ella la pandemia sólo le ha dejado zozobra y un cansancio mental por pasarse pensando en si contraerá o no el padecimiento.

Escuchó sobre la vacuna y ni lo pensó. “No me dio miedo; siempre tuve la fe y la confianza en Dios, la tengo todavía. Eso me ayudó a tener temor ni nada”, asevera, con el convencimiento de que, si queremos salir pronto de esta situación de emergencia, “todos tienen que vacunarse”.

La señora, vecina de la cabecera municipal, también se da tiempo para agradecer a las autoridades federales y estatales ‘por pensar primero en los más débiles’, al tiempo de que lanza un exhorto a los adultos mayores para no relajar las medidas de cuidado, ‘aunque ya nos hayamos vacunado’.

En el mismo sentido se pronuncia don Juan Arenas Fernández, de 67 años de edad y colono de Buenavista, en la cabecera municipal. Tras recibir la inyección en la sede ubicada en la primaria “Elpidio López Escobar”, don Juan resalta la organización y toda la logísitica aplicada para dar celeridad al proceso de inoculación.

Hay muy buena coordinación entre las autoridades; llegué muy temprano para ser de los primeros en pasar y ‘ya pasé el susto”. Son cerca de las nueve de la mañana y el módulo abrió puntual, a las 8 de la mañana. La fila de programados está extensa, lo que Arenas Fernández califica como ‘un acto de mayor conciencia’.

“La gente tiene que acudir a vacunarse, porque si no nos la ponemos, qué podemos esperar. Hay que ayudarnos entre todos para regresar a la normalidad”, enfatiza.

Doña Rubí Córdova Javier, de 68 años de edad y habitante de la colonia Gregorio Méndez, también tiene su fe apostada en la vacuna como un antídoto para regresar a sus actividades cotidianas. Ella optó por el módulo mixto de vacunación –peatonal y vehicular– instalado en la División Académica Multidisciplinaria de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, sobre la vía que conduce a la ranchería Sur cuarta sección.

La cola de vehículos para ingresar a las células de aplicación, activas en el interior del plantel universitario, se prolonga por casi tres kilómetros. Sin embargo, lo que menos decae es el ánimo.

“Doy gracias a Dios de que ya me vacuné para protegerme de la enfermedad. (La pandemia) ha sido un proceso complicado para todos; en mi caso, he vivido encerrada y cuidándome, porque soy hipertensa y diabética, pero tomo mis medicamentos”, expresa.

Córdova Javier alienta a quienes aún no creen en la efectividad de la vacuna, a ponérsela por amor a sí mismos. “Hay quienes se burlan de la enfermedad, no es el caso. Hay que cuidarse. Hay otros que salen a la calle y no se protegen con el cubrebocas, tampoco es el caso. Hay que seguirse cuidando”, concluye.

Acerca de Jorge Cupido

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