Imposible ignorar la belleza de los guayacanes por las calles de Villahermosa. Su fugaz amarillo inunda las ardientes avenidas a 40 grados Celsius, indicativo de que la primavera está en su apogeo en el Edén de México.
Hace un año el florecimiento puntual se vio enmarcado de vacío, de silencio, ante un incierto confinamiento que orilló a apreciar el cambio de estación, mayormente desde una pantalla.
Ahora, si bien es cierto que la pandemia no ha terminado, los tabasqueños intentan retomar la normalidad bajo un nuevo orden en el que, por fortuna, algunas cosas no cambian.
Entre ellas, este regalo maravilloso de la naturaleza que todos disfrutan, fotografían o simplemente contemplan, sin importar ni la prisa, ni el calor.
Ante los fuertes rayos del sol, florecen majestuosos
Es Villahermosa, la capital de Tabasco
Hacen olvidar el pavimento, e invitan a elevar la mirada