El crecimiento de la población en las últimas décadas en México ha obligado a incrementar la producción de alimentos y esta situación ha condicionado la forma de producirlos donde el uso de plaguicidas ha jugado un polémico rol que ha llevado incluso a que nuestro país sea uno de los mayores consumidores de estos productos en las cosechas de cereales y verduras entre otros alimentos con señalamientos sobre los efectos negativos de agroquímicos en el medio ambiente (ecosistemas), en los factores de la producción y en la salud humana.
En los últimos 20 años, (1990-2018), el consumo mundial de plaguicidas (herbicidas, fungicidas e insecticidas) creció en 79 por ciento, al pasar de 2.3 a 4.1 millones de toneladas y México es uno de los 11 países que concentraron la mayor demanda de estos productos.
El gran consumidor fue China que concentró 43 por ciento del total, seguido de Estados Unidos con 10 por ciento; y México participó con 1.3 por ciento.
Según el estudio “El impacto del Uso de Plaguicidas en el sector agropecuario”, elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA), de la Cámara de Diputados, Ecuador que pasó de consumir 2,537 toneladas a 60,733 en el periodo, es decir, su consumo creció 2,294 por ciento; Brasil 659 por ciento; Argentina 561por ciento; por su parte México duplicó su demanda y alcanzó un poco más de 53 mil toneladas.
En contraste, países como Francia y Rusia disminuyeron el uso de estos productos 13 y 11 por ciento, respectivamente; incluso Estados Unidos, que es el segundo consumidor mundial registró una tendencia a la baja pues sólo creció 2 por ciento.
Dicho estudio destaca las posturas contrarias que existen sobre el uso de los plaguicidas en la agricultura donde México no es la excepción y advierte que si bien hay efectos positivos—de acuerdo a las empresas que elaboran estos productos—“ se identificó mayor documentación, estudios y análisis sobre los efectos negativos de estos productos en el medio ambiente (ecosistemas), en los factores de la producción y en la salud humana”.
PLAGUICIDAS AL ALZA EN MEXICO
En el caso de México, el uso de plaguicidas muestra un comportamiento particular que lo diferencia del resto del mundo, por ejemplo, los tres subgrupos de plaguicidas: insecticidas, herbicidas, y fungicidas y bactericidas representan prácticamente el 100 por ciento de lo que se consume en el país, en contraste con el 52 por ciento a nivel global.
En 2018, en nuestro país registró un consumo total de plaguicidas de 53.1 miles de toneladas, de las cuales 54 por ciento correspondió a fungicidas y bactericidas; 34 por ciento a insecticidas y 22 por ciento a herbicidas según el CEDRSSA con datos de la FAO. (organismo de la ONU para la alimentación y la Agricultura).
Durante los últimos 20 años, el crecimiento de la demanda mexicana por los plaguicidas se duplicó, y de manera particular, el subgrupo de los insecticidas creció en 122 por ciento, el de los fungicidas en 104 por ciento, y el de los herbicidas en 72 por ciento.
En México, los herbicidas tienen menor importancia absoluta y relativa que en el resto del mundo, según este estudio.
IMPACTO DEL USO DE PLAGUICIDAS
El estudio reconoce que el impacto del uso de plaguicidas es un asunto muy polémico, donde existen posiciones muy encontradas que van desde los que acusan a estos productos como responsables de múltiples enfermedades crónico degenerativas, hasta aquellos que señalan que sin estos productos no tendríamos los suficientes alimentos para cubrir las necesidades crecientes que tiene el planeta a causa de la explosión demográfica, que a la fecha hemos alcanzado una cifra cercana a los 8 mil millones de personas, y en México, 130 millones de individuos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el uso extendido de los plaguicidas ha causado problemas de salud y muertes en muchas partes del mundo, por lo general como consecuencia de la exposición laboral y la intoxicación accidental o deliberada de miles de personas en el mundo y en México.
Aunque hay pocos datos disponibles, se estima que, en 2002, el autoenvenenamiento por causa de la ingestión prevenible de un plaguicida ascendía a 186,000 muertes y dejó 4,4 millones personas con alguna discapacidad.
Se destaca que el universo de los plaguicidas varía en función del nivel de toxicidad, hay algunos que son altamente peligrosos y pueden causar a las personas efectos tóxicos agudos o crónicos, y plantean riesgos específicos para los niños.
Por su parte, investigaciones del CEDRSSA también señalan que la intoxicación por estos productos se puede dar vía oral, inhalatoria o por ingestión, que eventualmente se traduce en problemas de fertilidad y en enfermedades cancerígenas.
En México, en el periodo 1988 a 1993, previo a la apertura comercial de México con Estados Unidos y Canadá, se presentaba en promedio 1,600 casos por intoxicación.
A partir de 1994, en el marco del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), los casos se incrementaron en promedio en casi 6,900, es decir, 4 veces más respecto del periodo anterior.
A partir del año 2000 hasta 2019, las personas intoxicadas promediaron 3, 500, cifra 2.2 veces mayor con respecto a la que se tenía antes de 1994.
Incluye intoxicaciones por, entre otras sustancias, conservadores de la madera, insecticidas organofosforados y carbamatos, insecticidas halogenados (no clorinados), rodenticidas, herbicidas y fungicidas según el CEDRSSA con datos de la Secretaría de Salud.
SIN ELLOS SE DESPLOMA LA PRODUCCION AGRÍCOLA
A favor del uso de plaguicidas se asegura que sin los agroquímicos, la producción mundial de alimentos caería hasta un 40 por ciento debido a los problemas biológicos .
Asimismo establece una buena relación costo/beneficio al utilizar productos en un cultivo, ya que representa entre el 5 y el 7 por ciento del costo total y asegura el 40 por ciento de la productividad.
Defienden que la industria de la protección de cultivos beneficia a pequeños y grandes agricultores al mejorar la productividad y rentabilidad de sus cultivos y contribuye al desarrollo del sector agrícola nacional con tecnologías de punta que son transferidas al agricultor por medio de personal en campo.
El estudio establece que el desarrollo de la agricultura intensiva busca alcanzar mayor producción y productividad, lo cual obliga a tener algunas condicionantes como el uso de semilla mejorada, alta densidad de siembra, uso intensivo de insumos como los fertilizantes y por supuesto, los plaguicidas.
No obstante alerta que si se continua por esa ruta “se pone en riesgo la salud generalizada de los seres vivos en el planeta”.
Por ello—agrega– es necesario replantear la forma en que producen alimentos con la finalidad de tener una oferta de alimentos suficiente y nutritiva, sin que se ponga en riesgo al medio ambiente y se disminuya en la medida posible, la huella ecológica e implementar acciones para intensificar cambios de alimentación en la población hacia una dieta más diversa.
Pero si se opta por dejar de usar los plaguicidas para la producción agrícola, también reconoce que la transición tardará algunos años, entonces, se necesitará el uso de estrategias para el control de plagas y enfermedades más amigables con el ambiente.