Con la llegada del nuevo milenio, también llega la decisión de los estudios DreamWorks de terminar sus esfuerzos por producir películas en el rubro de la animación tradicional, y enfocar sus baterías en producir filmes en formato CGI. El gran éxito alcanzado con Shrek (Adamson y Jenson, 2001) sería uno de los principales alicientes para impulsar dicha decisión.
En ese momento de transición, la casa productora fundada por Steven Spielberg, Jeffrey Katzenberg y David Geffen; decide lanzar sus últimos largometrajes en formato “tradicional” —con algunos retoques en formato 3D por aquí y por allá—. Y entre ellos se encuentra Spirit: el corcel indomable (Asbury y Cook, 2002), el cual narra una historia que transcurre en el viejo oeste norteamericano, y es protagonizada por un potro salvaje capturado por unos cuatreros, quien vive una serie de aventuras mientras va cambiado de propietarios al tiempo que intenta recuperar su libertad.
La franquicia de Spirit se extendería a los videojuegos en ese mismo año. En 2017 el concepto sería retomado para diseñar una serie animada que sería estrenada en Netflix ese mismo año bajo el título de Spirit Riding Free. Y ahora, después de casi dos décadas, regresa a la pantalla grande de la mano de las guionistas Aury Wallington (creadora de la serie) y Kristin Hahn, y bajo la dirección de Elaine Bogan (Trollhunters).
Spirit: El indomable es el resultado de la combinación entre la premisa de la película original con la de la serie producida para la famosa plataforma digital. Y sigue los pasos de una jovencita llamada Lucky (Fortuna) Prescott, quien tras un trágico evento ocurrido en su infancia —el cual desembocó en la muerte de su madre—, tuvo que abandonar su pueblo natal. Pero una serie de situaciones obligan a su tía Cora a llevarla de vuelta allí, a vivir con James, su padre.
Lucky descubre dos cosas al regresar a su comunidad: su madre era una temeraria jinete y acróbata, quien murió al ejecutar una suerte que salió mal. Y descubre también a un bello caballo mustang que recién ha sido capturado por el cuatrero Hendricks y su pandilla, quienes intentan domarlo sin éxito. Fascinada con el ejemplar equino, y al ver la energía y el espíritu con los cuales se opone a ser domesticado, decide bautizarlo con el nombre de Spirit. Esta criatura se vuelve una especie de obsesión para ella, e intenta acercarse y ganarse su confianza, lo cual consigue gradualmente. Y con ello, el personaje inicia también un camino de autodescubrimiento y maduración.
Sin embargo, la joven se enfrentará a dos grandes obstáculos en sus esfuerzos por mantener su amistad con el corcel. Por un lado, está su propio padre, quien no ve con buenos ojos esa situación; porque en el fondo teme que lo ocurrido con su esposa pueda pasarle también a su hija, y por ello intenta prohibirle el acercarse a cualquier caballo. Por otro lado, el torvo Hendricks tiene sus propios planes para el potro y su manada, con los cuales busca hacerse de una pequeña fortuna al venderles.
Para salvar dichos obstáculos, Lucky deberá emplear todo su ingenio, coraje y valor para salir avante. Pero no está sola en esta cruzada, ya que cuenta con el apoyo de Pru y Abigail, dos jovencitas de su edad quienes se unen a la aventura de ayudarle, y lograr brindarle a Spirit su preciada libertad.
Este nuevo largometraje se encuentra mucho más próximo a la serie de Netflix que al filme original, especialmente por su desarrollo acorde al momento social actual, con heroínas como protagonistas principales, con una trama la cual, en buena parte, transcurre al interior de un universo femenino, e incluso (a la par de la libertad) la cinta promueve el empoderamiento y la sororidad, representado en el trío de jovencitas quienes acompañan y ayudan a la protagonista a enfrentarse a las consecuencias de un mundo adulto (y masculino) que no le comprende, le censura o de plano le resulta amenazante.
Y ese enfoque terminará por decepcionar a quienes gustaron del primer filme, ya que, si bien la relación entre el corcel y la protagonista es la anécdota central, el caballo estrella pasa a segundo término, y el relato le da mayor peso a la historia de Lucky, sus conflictos y la forma de enfrentarlos, dando la impresión de que Spirit es un mero recurso fácilmente prescindible de la ecuación, y en realidad solo funciona como mero detonante de esta especie de coming of age.
El ritmo es otro de los pies de los cuales Spirit: El indomable cojea notablemente. Su primer acto es un poco cansino en lo que va estableciendo y poniendo en rumbo su trama, y dibujando las relaciones entre los personajes. Pero en su segunda mitad, acelera el paso, valiéndose de mecanismos propios del western para construir secuencias con más acción y dramatismo, terminando en una acelerada carrera contra reloj, y en donde el enfrentamiento entre los universos femenino y masculino alcanza su punto más álgido.
En resumen, este largometraje animado es sencillamente un producto claramente ideado para el público infantil (especialmente el femenino) de los tiempos que corren, en particular aquel que haya gustado de la serie en cuestión. Un producto inocuo el cual exalta la autoconfianza, la solidaridad y la multiculturalidad (aunque esto último es más un vistoso accesorio que un elemento relevante dentro de la trama). Por otra parte, quienes hayan crecido con el recuerdo entrañable del filme original, tal vez les valdría más que se abstengan de esta versión, y lo sigan conservando intacto.