Ya han pasado dos décadas desde que la primera película de Rápido y Furioso recibió el banderazo de salida en salas de cine durante 2001, dando inicio a una franquicia la cual ha logrado mantenerse en la carretera, a pesar de que el mundo haya cambiado (y muy drásticamente, sobre todo desde el año pasado).
Durante todo ese tiempo, esta serie cinematográfica ha logrado mantener casi intactos sus elementos primordiales con los cuales ha afianzado un sólido target eminentemente masculino que permanece fiel a la misma. Peleas con los puños y cuerpo a cuerpo, frenéticas persecuciones, retos imposibles de superar que logran ser conquistados por una combinación de temeridad y buena suerte, y sobre todo, veloces y cromados autos corriendo a altas velocidades, haciendo rugir sus motores mientras ejecutan todo tipo de increíbles proezas y acrobacias inconcebibles.
Pero también, durante esos 20 años de andar en el camino, la franquicia se ha visto forzada a evolucionar acorde a los tiempos y los sucesos al interior de la misma, haciendo que el cada vez más numeroso clan Toretto, encabezado por Dom (Vin Diesel), haya pasado de protagonizar carreras de autos callejeras y clandestinas, a convertirse en una especie de fuerza especial de élite, poniendo sus habilidades al servicio de una agencia secreta gubernamental, con el fin de salvaguardar la paz y el orden mundial.
Del mismo modo, su universo de masculinidades exaltadas, ha ido gradualmente dando cabida (y desde su propia dinámica y coordenadas particulares) al empoderamiento femenino, a la inclusión y equidad, y -de forma cada vez más frecuente, pero no por ello más eficaz- a exaltar el valor de los lazos afectivos y familiares.
En contraste, la trama desarrollada por sus guiones se ha ido simplificando a niveles tan elementales, que ya más bien son mero pretexto para llevar a cabo todo tipo de ideas y acrobacias descabelladas, cada una más absurda y demencial en relación la anterior. De hecho, de unos años para acá, varias de dichas escenas se han vuelto a tal grado populares, que con cada nueva entrega, aumenta la expectativa de ver el modo en el cual Toretto y compañía rompen a su antojo las leyes elementales de la física.
Rápidos y Furiosos 9 (F9) ejemplifica a la perfección todo lo expuesto anteriormente. En esta nueva entrega (demorada un año en su estreno a causa de la pandemia) Dom, su pareja Letty (Michelle Rodriguez) y su pequeño hijo llevan una vida apacible, retirados del servicio activo, y viviendo en una granja. Pero todo eso cambia cuando él y sus amigos reciben un críptico mensaje de Mister Nadie (Kurt Russell), agente especial y jefe de operaciones secretas con quien ellos trabajaron antes. Siguiendo una corazonada, Dom y sus socios atienden la llamada de auxilio, y terminan involucrados en la búsqueda de una poderosa arma que, de caer en las manos equivocadas, amenaza la seguridad del mundo entero.
Esto los llevará a enfrentarse no solo con el villano en turno -quien en esta ocasión es Otto (Thue Ersted Rasmussen), un potentado ambicioso y corrupto-, sino también con el hermano de Toretto, Jakob (John Cena), con quién Dom comparte un trágico pasado, de resonancias shakesperianas. Y en el inter, en la historia también se podrá ver la (insólita y algo ridícula) resurrección de un personaje; la aparición de otro que es la “inesperada” clave para el funcionamiento de la superarma, y el regreso de dos villanos célebres de la franquicia (aunque el segundo de ellos solo aparezca en la escena postcréditos).
Sobre esta premisa, se colocan dos horas y media de persecuciones en veloces vehículos, enfrentamientos con armas de todo tipo, peleas cuerpo a cuerpo, y una serie de espectaculares (y delirantes) escenas: un auto el cual logra, a toda velocidad, cruzar un puente colgante que colapsa; otro que es atrapado en el aire por un avión caza/dron; un convoy blindado de varias toneladas, es volcado por dos vehículos provistos de superimanes (¡!)… y un viaje a la órbita terrestre en un coche adaptado caseramente para fungir con transbordador espacial, parecido mucho al entrañable DeLorean de las película de Volver al futuro; por solo mencionar unos ejemplos. Y cientos de automóviles y vehículos similares son destruidos sin piedad entre cada escena.
Todo ello orquestado gracias a un argumento más propio de una película de clase B, elaborado por un guión endeble, ilógico y contradictorio por donde se le vea; y desarrollado de una forma absolutamente elemental, pedestre, y maniquea; donde no podía faltar la escena de la parrillada en grupo, para resaltar su mensaje de unión familiar, el cual ya muestra alarmantes señales de agotamiento y termina por estorbar más que amenizar el relato.
Lo mejor o peor de todo esto (según se vea): el filme no se toma así mismo en serio, como pasa con un par de escenas donde sus propios personajes se cuestionan las probabilidades de que todo lo que hacen (por muy disparatado que pueda ser), siempre les salga bien, y la única explicación que pueden encontrar para ello es que son algo así como seres inmortales o superhéroes. Y unos segundos después, terminan mofándose de esa posibilidad. Claramente, la franquicia ya llegó a un punto en el cual ya no pretende lógica ni coherencia alguna, y solo busca entretener a costa de lo que sea, incluso recurriendo a la autoparodia y el humor involuntario.
Es un hecho que las personas quienes acuden a cualquier establecimiento de comida rápida, generalmente no lo hacen porque vayan buscando allí comida sana, balanceada y nutritiva. Simplemente quieren algo que sepa sabroso y les brinde gratificación inmediata. Rápidos y Furiosos 9 funciona al mismo nivel, siendo el equivalente cinematográfico de esa experiencia gastronómica, al solo ofrecer entretenimiento inofensivo, sin contenido alguno y sin mayor pretensión que ser un vehículo perfecto para evadirse de la realidad por un par de horas. Y en el caso específico de esta entrega, hasta podría decirse que es también un vehículo para escapar de las realidades e imposibilidades físicas de nuestro universo. Y de tener oportunidad de volver a ver a los Toretto triunfar de nuevo, incluso sobre la ley de la gravedad.