¿Quién asesinó a Jovenel Moïse?

Pocos minutos después de la una de la mañana del miércoles 7 de julio de 2021, un grupo de 28 mercenarios irrumpía en la residencia oficial del presidente de Haití, Jovenel Moïse. Instantes después, el mandatario estaba muerto, con 12 disparos en su cuerpo, de diversos calibres; uno le había reventado un ojo y al menos otro le había perforado la frente. Lo que sucedió entre una y otra escena todavía es un misterio.

En los albores de la mañana de ese fatídico día la policía haitiana ya se había dado a la tarea de capturar a los mercenarios, que se habían dado a la fuga en el lugar. A primera hora de la tarde, en un enorme despliegue, arrestaban a las primeras dos personas. Otras tres habían muerto en un tiroteo desatado entre los criminales y los policías haitianos.

Poco se sabía en se momento, pero desde el primer momento las autoridades habían dicho que los presuntos asesinos, es decir, los integrantes del comando, hablaban inglés y español, algo raro para un país que habla francés y criollo haitiano. Eran, pues, extranjeros. Tras la extrañeza inicial las piezas comenzaron a encajar en la noche del mismo miércoles, cuando los arrestados ya sumaban seis: Había dos estadunidenses –de origen haitiano— y los otros cuatro, además de los tres muertos, eran colombianos.

La mayoría de los sospechosos restantes trataron de refugiarse en la embajada de Taiwán –Porque, sí, Haití reconoce a Taiwán como país soberano—, situada cerca de la residencia oficial de Moïse, y para el viernes los detenidos ya eran 20. 18 de ellos, colombianos. Descontados los tres fallecidos, quedan cinco sospechosos, que siguen fugados hasta la fecha. Inmediatamente, Colombia confirmó que la mayoría de ellos eran militares retirados del ejército regular.

Otra de las informaciones que surgieron en las primeras horas era que el comando se abrió paso por el barrio residencial de Puerto Príncipe, la capital haitiana, berreando, megáfono en mano, que aquello era una operación de la DEA: “Retírense y manténganse al margen”, gritaban los presuntos asesinos de Moïse.

El gobierno haitiano dijo desde el primer momento que mentían cuando decían eso, y también el gobierno de Estados Unidos y la propia DEA, la agencia antidrogas estadunidense, se desmarcaron rápidamente del suceso. Al fin y al cabo, ¿qué motivación podía tener EU para estar involucrado en el asesinato del presidente del país más pobre de América, un Estado fallido que no está estrictamente en su área de influencia y que no posee recursos naturales valiosos?

Sin embargo, el pasado domingo sucedió algo llamativo, pero no necesariamente relevante: Resulta que las autoridades haitianas anunciaron el arresto del presunto autor intelectual del crimen, y este guardaba en su casa una gorra militar con la inscripción “DEA”. Luego, ya esta última semana, se supo que varios de los colombianos detenidos habían recibido entrenamiento formal por parte del ejército estadunidense. Sin embargo, explicó el Pentágono, esto no es algo raro, ya que eran militares colombianos y los Marines de EU tienen programas de cooperación frecuentes con países aliados, como es el caso de Colombia.

Este presunto autor intelectual del magnicidio es Charles Emmanuel Sanon, un supuesto médico y religioso con doble nacionalidad estadunidense y haitiana, afincado en Florida. En el avance de las investigaciones, se supo que viajó de Miami, principal lugar de éxodo haitiano en Estados Unidos, a Puerto Príncipe a inicios de junio, en el mismo vuelo en que varios de los mercenarios también llegaron al país.

Por ahora se desconoce qué intereses podría haber tenido Sanon, una persona de escasa presencia pública, para urdir el crimen, más allá de que en unos videos que colgó en YouTube en 2011 indicaban que tenía aspiraciones políticas.

ALGUIEN ABRIÓ LA PUERTA

La policía haitiana había trabajado mucho y rápido, y la investigación de la policía haitiana se había esforzado en atar cabos rápido y en presentar información lo más creíble posible; sin embargo, desde el primer momento, hubo incógnitas y sospechas.

El mismo miércoles, el embajador haitiano en Estados Unidos, Bocchit Edmond, admitió, en declaraciones a la cadena CNN, que alguien tuvo que haber ayudado al comando armado a entrar en la residencia del presidente; a la fuerza los presuntos sicarios tuvieron ayuda desde dentro. Las miradas se tornaron inmediatamente hacia el equipo de seguridad del presidente.

Además, las autoridades haitianas dejaron severas lagunas en las explicaciones de lo ocurrido. Como mencionaba al inicio, lo que ocurrió desde la llegada del comando a la residencia hasta el momento en que Moïse yacía muerto, boca arriba, en el piso, es un misterio. Pese a que en la mañana del miércoles tanto la policía como periodistas encontraron casquillos de bala en la puerta de la residencia e impactos de bala en la fachada exterior, la versión oficial no ha reportado a fecha de hoy ni que hubiera un tiroteo ni que haya heridos entre el equipo de seguridad de presidencia. Evidentemente, algo no encaja.

A esto se agarraron rápidamente algunos legisladores opositores para señalar al gobierno, que ahora presidente de forma interina y no sin polémica el primer ministro en funciones, Claude Joseph, de haber mentido y de esconder que, en realidad, fueron los servicios secretos haitianos quienes mataron a Moïse.

Por descabellado que parezca esto a primera vista, la realidad es que buena parte de los magnicidios de las últimas décadas en el mundo los han cometido precisamente quienes deberían proteger a un presidente o presidenta. En 2009, Joao B. Vieira, presidente de Guinea Bissau, fue asesinado por soldados de su país y, en un caso más famoso, Indira Gandhi, primera ministra india, fue asesinada en 1984 por dos de sus guardaespaldas de la minoría sij que querían vengarse de un operativo militar.

JEFES DE SEGURIDAD, DETENIDOS

Por el momento no hay evidencias ni líneas de investigación que apunten en esta dirección en el caso de Haití, pero la fiscalía que dirige el fiscal Me Bed-Ford Claude, del Tribunal de Primera Instancia de Puerto Príncipe, ordenó llamar a declarar a los cuatro principales responsables de seguridad presidencial.

Estos son el comisario Jean Laguel Civil, coordinador general de la Seguridad Presidencial, el inspector Amazan Paul Eddy, responsable del CAT Team, división de la policía responsable de proteger la vida del presidente, el titular de la Unidad de Seguridad Presidencial (USP), Léandre Pierre Osman y finalmente Dimitri Hérard, jefe de seguridad del Palacio Nacional.

Todos ellos están ahora arrestados y en prisión preventiva en régimen de aislamiento.

“OCURRIÓ ALGO TERRIBLE”

Y en medio de estas dudas, había un último hilo del que tirar: Los dos haitiano-estadunidenses declararon al juez ya en su primera noche de arresto que el plan que a ellos les habían dado era arrestar a Moïse, no matarlo, y que ellos dos estaban contratados como intérpretes, algo que no deja de tener sentido siendo que eran los únicos que hablan francés.

Nadie hizo demasiado caso a estas declaraciones, pero explicarían en parte que hubieran gritado que se trataba de un operativo de la DEA, algo reforzado por el hallazgo de la gorra en la casa de Sanon en Puerto Príncipe. Este viernes, además, la cadena CNN reveló un audio en que uno de los dos estadunidenses hablaba con la emisora de radio haitiana Mega en la mañana tras el magnicidio. Dice al periodista al otro lado del micrófono: “Ocurrió algo terrible, alguien murió, pero nosotros no lo hicimos. Gente dentro de la casa nos disparó y nosotros respondimos”. El reportero asegura a la CNN que su interlocutor parecía confundido, y que dijo que la mayoría del grupo creía que iban a arrestar a Moïse, no a matarlo.

Imágenes captadas por un reportero local, y que publicó la CNN este viernes muestran a varios de los mercenarios deambulando por el barrio residencial donde se encuentra la residencia presidencial a primera hora de la mañana. Refugiados en una casa, están sentados en unas escaleras, a la vista de todo el mundo. “Parecían no tener un plan” para esto, dice el reportero haitiano.

¿LES MINTIERON?

Todas estas nuevas informaciones encajan con el relato de que realmente muchos de los mercenarios creían que iban a detener a Moïse, e incluso una última revelación ocurrida este mismo viernes en la noche, respalda que realmente creían que trabajaban para la DEA.

La policía colombiana ayuda a Haití con la investigación, y su director, general José Vargas, aseguró que un exfuncionario de la secretaría de Justicia de Haití, Joseph Félix Badio, quien trabajaba para la Unidad de Lucha Contra la Corrupción del país, sería el verdadero autor intelectual del magnicidio.

Días antes del crimen, Badio se reunió con dos de los mercenarios y con Sanon y les transmitió la misión de detener a Moïse. Pero, según recoge la agencia France24, tres días antes del magnicidio, Badio se volvió a reunir con los dos mercenarios, esta vez sin Sanon, y les dijo que en realidad debían matar al presidente. Estos dos mercenarios son Duberney Capador, exsargento del ejército colombiano, quien murió en el tiroteo con la policía, y Germán Rivera, que está arrestado. Si verdaderamente estos dos no transmitieron las noticias al resto del grupo es por ahora un misterio.

LAS IMÁGENES, EN SECRETO

Y entre todos estos enredos, los minutos clave para entender lo que pasó entre la llegada del comando y la muerte de Moïse siguen en la oscuridad. Este jueves, el director de la policía haitiana, Léon Charles, quien ha ido informando de los arrestos y de las pesquisas, declaró que por ahora no piensan publicar las imágenes de las cámaras de seguridad de la residencia presidencial. Imágenes que, de ser publicadas, podrían revelar quién jaló el gatillo.

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