Paolo, el niño que consiguió que el Papa le regalara el solideo

El protagonista de la audiencia general de este miércoles no ha sido el papa Francisco sino Paolo Jr., un pequeño de 10 años que llegó el martes a Roma con sus padres desde Apulia, en el sur de Italia. Estaban emocionados porque tenían invitaciones en primera fila para el tradicional encuentro de los miércoles con el Papa.

Pero Paolo, con una pequeña capacidad diferente, no se conformó con eso y burló todos los controles de seguridad durante la audiencia general. Tuvo como sonrientes cómplices a los cuatro guardaespaldas del Papa que vigilaban la primera fila, y que tienen orden de no actuar en estas ocasiones.

Paolo Jr. subió con total tranquilidad la ristra de escaleras, se puso delante del Papa, lo saludó y Francisco, sin inmutarse, le invitó a sentarse a su lado para seguir la audiencia general.

A Francisco le hacía gracia el desparpajo del pequeño, quien le dio las dos manos y tomó el sitio del regente de la Casa Pontificia, monseñor Leonardo Sapienza. Entre los aplausos y las sonrisas del público, el monseñor, cedió el sitió a Paolo Jr.

Pero el niño no se conformó con el asiento y se encaprichó con el solideo del Papa. No dejaba de mirarlo y de señalarlo. Primero decidió pedírselo directamente al Papa, quien intentaba leer entre sonrisas un largo saludo a los peregrinos franceses.

Como el Papa no parecía ceder, el pequeño pidió ayuda a monseñor Leonardo Sapienza, quien sonreía con complicidad ante la petición del solideo, consciente de que estaba empezando una historia. Sonreía pero no cedía. Y Paolo Jr. no se dio por vencido.

En ese momento iba a hablar un sacerdote de la Secretaría de Estado, el portugués Antonio Hofmeister. Antes de que empezara, el pequeño Paolo Jr. se levantó de su silla, se le acercó, le tomó de la mano, y le empujó literalmente ante el Papa. El niño señalaba el solideo de Francisco, y parecía pedir al sacerdote que convenciera a Francisco de que se lo regalara.

El fraile portugués no fue demasiado convincente, porque Paolo insistía… Tuvo que venir Sandrone, el alto asistente del Papa, experto en estas situaciones. Serio, pero con ternura, Sandrone tomó al pequeño de la mano y lo llevó hasta el lugar donde guarda un solideo de repuesto de Francisco. Se lo regaló, y el niño con el solideo en la cabeza, se acercó de nuevo al Papa, le tomó las dos manos y se despidió de él, que asistía divertido a lo ocurrido. «Vai dalla tua mamma» («Ve con mamá»), lo saludó satisfecho Francisco.

“Agradezco a este niño la lección que nos ha dado a todos. Y que el Señor le ayude en su limitación, en su crecimiento, porque ha dado este testimonio, que salió de su corazón. Los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida. Hacen lo que les sale del corazón. ¡Gracias!”, dijo arrancando aplausos.

A la salida del encuentro, la madre de Paolo Jr. salió con los ojos empañados de lágrimas por lo ocurrido. Ahora regresan felices a su casa en San Ferdinando, en la región Apulia, con una sonrisa por la historia que han vivido, y un solideo prácticamente «robado» al Papa.

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