Vida/Bienestar: “Día de muertos”: resignificar la muerte

LA VIDA ES HOY

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Nuestro país, lleno de cultura, de colores, de tradiciones que emanan de tantos y tantos pueblos indígenas con origen en la época prehispánica. Y así, la tradición del Día de Muertos tiene origen en la época prehispánica. México es reconocido por la UNESCO como un líder cultural de América, y reconoció como Patrimonio Mundial la festividad de Día de Muertos de México. Debemos de sentirnos orgullosos de nuestras tradiciones, de la fuerza que se mantiene en una sociedad que preserva su cultura. Nos trae orgullo compartido y además unión, que solo unidos como sociedad podremos mantener un paz justo y libre.

La muerte para los mexicanos es entre nostalgia y risas, hay desde llanto hasta muchos colores e incluso música. La familia se reúne, va a los panteones, o pone su altar de muertos, recuerda a su familiar con la comida y bebida preferida y es momento de reunión familiar. A los muertos hay que honrarlos y llevarlos en el corazón, recordarlos y aprender de ellos, de cómo vivieron. Conmemorar su paso por la vida, lo que compartimos con ellos, lo que nos enseñaron en su corta o larga vida. La muerte es, como diría mi padre “la más segura de nuestras amistades”, “es la duela desde siempre de nuestras vidas”, y si la miramos así, viviremos así. Entendiendo la impertinencia de todo, incluidos nosotros, las personas. A veces creemos que somos inmortales y continuamos viviendo en automático, viviendo en el ayer o en el mañana, olvidándonos del hoy, el hoy que es lo único que tenemos.

Qué tal que, ante la realidad de la muerte, vivamos en: Plenitud, generosidad, amor, gratitud, conectados con Dios, conectados con el mundo, conectados, sobre todo, con los más cercanos, llevando el sentido de vida al máximo.

Que tal, también, decidir dejar de medio vivir al dejarnos limitar por el miedo y aun con él, lanzarse a vivir. A la muerte no se le juzga como “mala”, repito la muerte es y será lo único absolutamente seguro que tenemos. La muerte llega cuando la persona ya cumplió su misión en la tierra, cuando ya concluyó a lo que vino, lo que vino a enseñar.

Se muere, a cualquier edad. Vivimos regidos por el tiempo que ordena al mundo, pero el tiempo realmente es relativo, así que el tiempo que vive una persona es su tiempo, es lo que iba a vivir y era el tiempo que le iba a llevar a cumplir su paso por este mundo, ese tiempo de vida es toda su vida; aunque solo hayan sido horas, días, meses, pocos o muchos años. Cada uno su tiempo y cada uno trascendió, dejándonos algo.

Hoy toca honrarlos y hoy honro en especial a mi hermano, murió al nacer. Hoy lo nombro, reconozco y le doy su lugar y así entiendo mejor a la vida de mi familia y la mía. Él y a todos los que ya trascendieron los llevo en mi corazón y les agradezco lo que me enseñaron. A mi padre: Que la felicidad está dentro de mí. A Gastón: Que confió en mí. A Rosa Elena: Que somos una chispa en el infinito y un instante en la eternidad. Y así, muchas huellas en mi alma.

“Nuestro culto a la muerte es culto a la vida”

Octavio Paz

Gracias por leerme.

LAURA ROSADO/. LAVIDA ES HOY Instagram: laurarosado.vidabienestar

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