¿Y la gasolina a 10 pesos?

Por: Citlalli Hernández

He sostenido en este espacio que la estrategia del sector más tóxico de la oposición es construir narrativas basadas en mentira, odio y miedo; no ofrecen crítica constructiva –si a caso criticonería–, ni propuestas ni un proyecto de nación para defender. Sin embargo, la estrategia ha fracasado: difundir noticias falsas, infundir odio y miedo, por lo menos no proporcionalmente a la inversión millonaria que le han destinado.

Basta mirar la dinámica que llevaron a redes sociales, como Twitter, inundada de bots, influencers a modo y cuentas trolls. Es evidente y conocida la inversión monetaria para ello, además de la difusión de dichas narrativas en Facebook y WhatsApp. La prueba más contundente de que esa estrategia no ha funcionado es que a pesar de ello y la repentina posición crítica de los principales medios de comunicación –movidos por la falta de jugosos contratos más que por un nuevo brío de justicieros–, el Presidente inicia este año con casi 70% de la aprobación de las y los mexicanos.

Le he dado seguimiento al tema porque desde los primeros días como senadora de la República fui una de las cuentas objetivo de esta estrategia, iniciando por el marcaje personal y llegando a señalamientos sin argumentos –se concentran, por ejemplo, en mi físico, en vez de cuestionar mis ideas– y en buscar publicaciones pasadas en mis redes sociales para sacarlas de contexto.

La nueva falacia que intenta imponer la derecha es que Morena incumplió la promesa de que la gasolina bajaría a 10 pesos. La mentira intenta fundamentarse en un tuit que publiqué el 20 de noviembre de 2016, donde compartí un extracto del discurso del entonces presidente de nuestro partido, Andrés Manuel López Obrador, al presentar los lineamientos del Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024, mismo que me permito ampliar:

“Reiteramos nuestro compromiso de bajar el precio de las gasolinas… Para que se tenga una idea, si Morena estuviese gobernando México en estos momentos, la gasolina no costaría 14 pesos por litro, costaría, cuando mucho, lo que cuesta en Estados Unidos: 10 pesos el litro. No es posible que tengamos petróleo y el pueblo de México pague un precio elevado por las gasolinas… Vamos a producir las gasolinas… por el negocio de la mafia del poder, se compra el 60% de las gasolinas que consumimos en el país. Esto que llamaron reforma energética consistió… en que ni si quiera Pemex va a comprar gasolina en el extranjero… el gobierno de Peña Nieto ha otorgado permisos de importación a tres grandes empresas para que comercialicen la gasolina en nuestro país… ¿quién paga todo esto? ¿Quién es el que está pagando estos negocios lucrativos que se hacen al amparo del poder público? ¡El pueblo de México!…”.

En la lógica neoliberal, aunque somos un país petrolero, se dejó de refinar crudo para convertirlo en gasolinas y al considerar que no era negocio, se prefirió comprarlas en el extranjero. Como México perdió soberanía energética en las últimas décadas, llegó un momento en que de cada 10 litros de gasolina 6 se adquirían en el extranjero.

Para determinar el costo de la gasolina en México, se considera, entre otros factores, el precio de referencia, que es el precio promedio de las cotizaciones en la Costa del Golfo de Estados Unidos, así como los costos de logística, que dependen del lugar donde estemos comprando la gasolina, además del IEPS y el IVA.

Cuando el presidente López Obrador mencionó que “si gobernáramos, la gasolina estaría a 10 pesos”, sin duda se refería a que la política energética de entonces era errada y si en 2006 no hubiese existido fraude electoral, se habrían construido refinerías reales para producir gasolinas y no sólo una barda de mil 724 millones de pesos como lo hizo Felipe Calderón; también que habría una diferencia si Pemex se hubiese administrado correctamente y fortalecido como empresa del Estado, en lugar de abandonarla para favorecer el negocio de empresas extranjeras.

A tres años del gobierno de la Cuarta Transformación, con finanzas sanas y estabilidad del peso frente al dólar, se ha logrado sostener el precio de la gasolina. La construcción de refinerías proyecta un futuro pronto de reducción de costos y, sin duda, contrasta que en los 12 años de neoliberalismo la gasolina subió 194% (de $6.74 en 2006 a $19.57 en 2018), en estos tres años, sólo se ha incrementado inflacionariamente en 1.35%.

Con la convicción de fortalecer a las empresas del Estado, la política energética de inversión pronto rendirá más y mejores frutos para los mexicanos.

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