Museo La Venta, idea de Pellicer que reúne hombre y naturaleza

Exhibe monumentos arqueológicos entre altares, estelas y cabezas colosales, que datan de los años 1300-200 AC

Al ingresar al Parque Museo La Venta, los rostros de los visitantes reflejan un dejo de sorpresa al ver una estrecha combinación de piezas arqueológicas, fauna de distintas especies y flora representativa del edén tropical, que conjuntan la idea que el poeta Carlos Pellicer Cámara quiso imprimir a este espacio natural casi único en nuestro país.

Y es que el perfil de los turistas que llegan al terreno de alrededor de siete hectáreas, es de diferentes tipos y gustos, son europeos, americanos o asiáticos que buscan la majestuosidad de piezas pertenecientes a la Cultura Olmeca, o familias que realizan el tradicional paseo sabatino o dominical viendo algunas de las 650 especies de fauna viva.

“Entre los 1955 y 1956, Carlos Pellicer busca un terreno para hacer realidad su sueño de juntar los reinos vegetal, mineral, animal y el ser humano. Genera la idea de los animales al aire libre y la fauna del trópico, con las piezas arqueológicas halladas en La Venta, Huimanguillo”, describe el especialista César Patricio Mellado Castro.

Explica que los senderos que tiene el parque fueron trazados por el propio Pellicer con la idea de que el visitante redescubra los conceptos. La parte poética está definida en este museo, y desde 1956, inicia el traslado de las grandes cabezas colosales de la madre de las culturas mesoamericanas y las conjunta con la flora y fauna locales, detalla.

El recinto cultural y recreativo fue diseñado, organizado y finalmente, inaugurado el 4 de marzo de 1958 por el propio “Poeta de América”, siendo una de sus primeras obras en materia de museos.

Exhibe una colección de monumentos arqueológicos entre altares, estelas y cabezas colosales que datan de los años 1300-200 Antes de Cristo.

Además, muestra alrededor de 650 especies de fauna viva, entre mamíferos, aves y reptiles, y flora representativa de la región tropical, como impresionantes árboles ceibas que tienen más de 120 años de antigüedad, y que todos los días son admirados por familias enteras, turistas y grupos de estudiantes de diferentes grados escolares.

El jefe del Departamento de Vinculación con el Patrimonio Arqueológico dice que cuenta una anécdota que, en 1951, Carlos Pellicer visita la zona arqueológica de La Venta, Huimanguillo, y sin querer “tropieza” con un monolito, que actualmente es conocido como la “Cabeza Sonriente” y que en ese momento declaró: “esta piedra me la llevo”.

Narra que entre 1951 y 1952, Pellicer empieza a realizar actividades para proteger ese patrimonio, ya que según la historia, Petróleos Mexicanos (Pemex) descubre un yacimiento energético en La Venta, Huimanguillo, que al empezar a explotarlo, deriva en una grave afectación del sitio arqueológico.

“Es así que a partir de 1955-56, empieza a gestionar ante el gobierno de México y en ese entonces Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para que le den las facilidades y poder sacar las esculturas y monumentos que se encontraban en el lugar, como las cuatro cabezas monumentales exhibidas en el Museo de Antropología y el propio Museo La Venta”, destacó.

ARQUEOLOGÍA Y ZOOLOGÍA

El Parque Museo La Venta cuenta con un espacio dividido en dos áreas: arqueológica y zoológica. La primera exhibe animales pertenecientes a esta región, y la segunda, son las obras arqueológicas procedentes del asentamiento de La Venta, Huimanguillo.

Además, tiene sala de usos múltiples, quiosco interactivo, tienda de artesanías y cafetería.

El área zoológica alberga 38 especies representativas de la región, entre aves, mamíferos y reptiles, que suman más de 550 organismos, como jaguares, cocodrilos, monos, venados y otros animales silvestres, así como muestras de plantas de ornato, árboles frutales, medicinales y maderables que forman parte de la vegetación típica del edén tropical.

Y mientras el visitante recorre y admira la flora y fauna del lugar, puede apreciar las majestuosas piezas que el museo alberga en sus instalaciones, pues además de las monolíticas esculturas, el recinto cuenta con mosaicos de piedra y altares que marcan el umbral del inframundo de los Olmecas, que están colocadas como estaban en La Venta.

“El Parque Museo La Venta nace precisamente por la pasión de Pellicer de su patrimonio, por las raíces y para que sus visitantes hagan suya la riqueza cultural que contiene, que sea para los tabasqueños y todos los mexicanos”, puntualiza César Mellado Castro.

“Él ya tenía plasmado el parque, la parte natural con la histórica, donde interactuara lo mineral, con la piedra, la fauna, y el ser humano, porque esa sería la interacción. Quería que los visitantes se sintieran como los Olmecas lo hacían en su momento, convivir lo prehispánico, con la selva y la fauna», manifiesta.

El funcionario de la Secretaría de Cultura señala que en el museo hay una vasta variedad de piezas, como los altares olmecas, la “Entrada Triunfal”, un altar con una hechura finísima; alrededor de 460 bloques de piedra volcánica verde, que eran una ofrenda a la tierra; y la “Estela de la Diosa Joven”, que son los únicos ejemplares de representaciones femeninas.

Explica que el parque es visitado por turistas extranjeros que se interesan más por el área arqueológica, les llama la atención el pasado, en conocer las piezas y los monumentos, saber la historia de nuestros antepasados.

Añadió que se trata de visitantes europeos, de Estados Unidos, japoneses, chinos y de otras partes de Asia.

Mellado Castro resalta que existen muy pocos parques-museos en nuestro país, sobre todo que tengan una colección como la que se imaginó el poeta Carlos Pellicer, que intenta buscar la conservación de monumentos al aire libre, para que la gente las disfrute en un ambiente natural y no en un museo cerrado, con cuatro paredes, sino en un entorno completamente natural.

El Parque Museo La Venta fue inaugurado el 4 de marzo de 1958 por el presidente de México, Adolfo Ruiz Cortines; el gobernador de Tabasco, Miguel Orrico de los Llanos, y por el propio Carlos Pellicer Cámara, quien lo dirigió y lo organizó, con el apoyo del INAH, Pemex y la entonces Secretaría de Recursos Hidráulicos.

El recinto –ubicado en una de las orillas de la majestuosa Laguna de Las Ilusiones–, abre sus puertas todos los días de la semana, en un horario de 8 de la mañana a 4 de la tarde, con costos a turistas nacionales de 41 pesos, extranjeros de 46 pesos, y 12 pesos a estudiantes con credencial y adultos mayores de 60 años.

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