Belén López presenta su libro “¿Por qué volvías cada verano?”

¿Cómo estar en un cuerpo que vivió abusos sexuales?, ¿por qué la violencia sexual se extiende con el lenguaje? y ¿cómo encontrar un acompañamiento cuando se denuncian violaciones? Son preguntas que la autora Belén López Peiró (Argentina, 1992) trata de responder en el libro “¿Por qué volvías cada verano?”.

La obra editada por Palíndroma narra los abusos padecidos por la autora durante la adolescencia por parte de un tío perteneciente a las fuerzas policiales, así como las consecuencias que su denuncia tuvo en su entorno familiar y social.

“El libro surgió en el contexto de hacer reescritura, pensando más en el cómo narrarlo, en los recursos que estaba usando con la intención de que fuera un libro importante de las denuncias de estas violencias, poner el ojo ahí y ocuparme de la parte más estética. Asumir el abuso públicamente y que ya no esté más en la intimidad”, señala López Peiró.

El libro está hecho con una polifonía de testimonios familiares, de amigos y autoridades en donde varios se aferran a decir reiteradamente que si el tío sólo frotó a una joven, no hay evidencias para demostrar un abuso.

“La decisión fue dejar de encubrir, dejar de tapar todas estas violencias que no terminan cuando finaliza el abuso, sino que continúan y que están muy invisibles porque hay violencias que no tienen pruebas, que no se registran, que no te provocan moretones pero son muy dañinas para nuestra emocionalidad y pensamientos”, comenta la autora.

Que hablen esas voces que reproducen violencia en el lenguaje fue para ponerlas en evidencia, añade López Peiró.

“Quise que fuera un libro en el que pueda pensarse qué hacer y qué no hacer durante una situación de abuso, cómo reaccionar, qué preguntas no hacer. El lenguaje es importante para nombrar lo silenciado y para dejar en evidencia a estas personas que, de alguna manera, dejan una huella en nosotras, una marca que también es invisible pero a la vez muy dolorosa”, expresa.

-La tía prefiere conservar a la familia, no arriesgarse al qué dirán las personas…

-Tiene que ver con los abusos sexuales en la infancia que en su mayoría son intrafamiliares y, por tanto, se pone en juego todo lo que tiene que ver con el amor, con los lazos, con situaciones de poder. Eso complejiza más las cosas porque se vuelve muy difícil hablar, aparece el miedo a la soledad, al descrédito, a romper una familia.

Una de las dificultades es hablar desde el recuerdo de un cuerpo violentado, señala la autora, es por eso que en el libro aparece como personaje.

“Uno de los desafíos era poner en palabras las sensaciones del cuerpo. Me he dado cuenta que el cuerpo era un protagonista clave en esta violencia, el cuerpo como ese territorio que sufre todo el abuso. Tratar de pensar de qué manera se puede recuperar después de años de ser violentado, creo que fue un desafío que el cuerpo sea un protagonista de esta historia, dejar de hacerlo a un lado”, indica López Peiró.

-¿Cómo encontrar un acompañamiento ante los abusos?

-Denunciar primero en la familia me hizo dar cuenta que no había una sola víctima y que si otras personas hubiesen hablado tal vez no me hubiese sucedido, una necesidad que tenía para poder hacer algo diferente para que esto no vuelva a suceder, por lo menos, con la misma persona.

“Lo mismo se traslada al taller de escritura cuando empecé a escribir y el texto empezó a generar un contexto seguro de escritura para que otras personas, mujeres, pudieran hablar en el taller. Esto mismo es trasladado en las manifestaciones, en las calles, el darme cuenta que no somos pocas las mujeres que atravesamos una situación de violencia”.

“No hay una única forma de reparación”.

La autora considera que la justicia es el principal reproductor de las violencias hacia la mujer, por ello es fundamental pensar qué justicia queremos.

“No hay una única forma de reparación, no todas las mujeres que denunciamos queremos que vaya preso, queremos alguien que nos acompañe. El sistema judicial falla y también fallamos antes al poder escuchar. Algo que me cambió fue encontrar un espacio seguro dónde poder hablar y dónde pudiera sentir que por hablar y reconocerme víctima de un hecho no sería víctima el resto de mi vida”, comparte.

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