Hace un par de días, el presidente anunció la creación de una empresa del Estado para explotar los yacimientos de litio y lo hizo con bastante optimismo.
Permítame un poco de contexto para nuestros lectores. El litio, el más ligero de los metales, se utiliza en la producción de una amplia gama de baterías, desde las que ocupan los autos eléctricos hasta las de los teléfonos celulares. El litio tiene otros usos, pero con este dato los lectores se darán idea del enorme mercado del que hablamos.
Nuestro país cuenta con yacimientos de litio en Baja California, San Luis Potosí-Zacatecas y Sonora. A la fecha no es público el tamaño de los mismos, solo que hay tres en etapa de exploración.
Todo indica que la explotación de litio sería un negocio redondo, si -y solo si- el actual gobierno aprende de los errores que sus antecesores cometieron en PEMEX, la primera gallina de los huevos de oro, ahora en terapia intensiva.
Primero que nada, habría de hacer una buena planeación, con miras empresariales y no ideológicas y/o propagandísticas. En el caso de PEMEX hubo poca previsión en cuanto a las áreas de riesgo de sus instalaciones, su mantenimiento y actualización. Todo fue sacar dinero, sin reinvertir lo necesario; actualmente sus refinerías producen a la mitad de su capacidad original, con lo cual se elevan los costos y se pierde competitividad.
Otro factor a evitar es el acoso fiscal a la nueva paraestatal, para “completar p’al gasto” público, como se hizo con Petróleos Mexicanos. Justo es reconocer que la 4T ha reducido la carga fiscal de PEMEX como parte de la “despetrolización” de las finanzas públicas. Desde 2019 ha disminuido el Derecho de Utilidad Compartida que la petrolera paga a la federación, al pasar de 70 por ciento a 40 por ciento; de esta manera, la paraestatal podrá reinvertir algunos de sus recursos. Aunque también cabe preguntarse de dónde van a salir esos dineros que no se obtienen a través de la petrolera.
Mucho cuidado deberá tener la 4T con la estructura y política de recursos humanos. Ahí PEMEX brinda una amarga lección.
El pasivo laboral actual de la petrolera es de 2.81 billones de pesos (millones de millones), cifra que se duplicó de 2013 a la fecha y se come el 11 por ciento de su presupuesto anual. Y este año, 17 mil empleados transitorios -con toda justicia- pasarán a ser permanentes; el quid del asunto es que se incrementará el pasivo laboral en otro billón. ¿Con qué se va a cubrir tal fortuna de fortunas?
Pese a la mala situación de la petrolera, sus empleados cada vez son menos productivos. De acuerdo con datos de la Auditoría Superior de la Federación, su generación de valor económico disminuyó en 15 por ciento en 2019 en relación con 2018. De hecho, las refinerías tienen el doble o el triple del personal necesario.
Como todos sabemos, los trabajadores petroleros gozan de salarios altos y prestaciones envidiables; supongo que en parte porque no reciben reparto de utilidades. Pero la razón de fondo es política: ningún mandatario ha querido una huelga en PEMEX, tanto por el número de empleados, como por el alto valor económico y estratégico de sus instalaciones. De la permisividad hacia los líderes sindicales, mejor ni hablamos.
En fin, doña Rocío, si los funcionarios de la 4T son diferentes, espero que ustedes no la rieguen como los del pasado. Al final del día, quienes pagan el precio de los errores somos los ciudadanos.
Investigación: Upa Ruiz upa@delfos.com.mx