“Yo quería ser actor pero en mi casa no estaba bien visto”, recuerda el cineasta Antonio Serrano cuando se le pregunta sobre su interés en las artes escénicas. Su opción fue estudiar comunicación y de ahí tomar un puente para escribir obras teatrales. Sus inicios son como muchos creativos de décadas pasadas que tomaban riesgos, “escribí una obra, vendí mis ahorros y la montamos en el foro El juglar. La escenografía eran cuatro trozos de triplay (risas). En realidad el foro era una librería, que tenía un garaje para tres coches. Ahí se nos ocurrió hacerlo… y lo hicimos”, dijo.
Con el tiempo se dio cuenta de que había algo en su dramaturgia que cambió el rumbo de su vida: “Cuando me imaginaba cómo poner en escena algo, pensaba en películas”. Esa percepción cambió cuando escribió el libreto de Sexo, pudor y lágrimas: “Estaba haciendo una película y una obra de teatro”. La obra se estrenó en 1990, llegó a tener éxito en cartelera primero un par de años y luego con algunas adaptaciones con el pasar de los años, sin embargo su deseo era llevarla a los cines.
Serrano se hizo un renombre como director de telenovelas, aunque llegó a dirigir por casualidad: “Estaba actuando en la telenovela Teresa con Salma Hayek, porque necesitaba el trabajo. El director renunció y de pronto era yo el que dirigía, nunca había hecho una novela. No fue algo que buscara. Dirigir en televisión me dio seguridad para llegar al cine, aunque no está muy bien visto venir de teatro y de televisión. Existe esta cosa mamona, jerárquica en el cine”, dijo en otra entrevista el cineasta.
Esta declaración tenía sentido pues el libreto no encontraba eco para su adaptación al cine, aunque Serrano cosechó otros éxitos, en teatro con la obra Café americano (1992) y en telenovelas con Mágica juventud (1992), Nada personal (1996) y Mirada de mujer (1997), las últimas dos que se convirtieron en un hito de la televisión mexicana. Incluso la obra venía con renombre:
“Es una comedia de enredos en el sentido más estricto y riguroso del término, pintura a retazos de una juventud obsesionada por el sexo, análisis combinatorio de seis elementos tomados de dos en dos. Esta actualísima obra de Antonio Serrano agrega a la dramaturgia mexicana por su texto y al teatro mexicano por su puesta en escena. Una versión original, enriquecedora hasta el delirio”, escribió Vicente Leñero.
UN FILME QUE ABRIÓ PUERTAS
El cineasta recordó cómo las puertas estaban cerradas antes de esos éxitos televisivos: “Tardamos tres años dando vueltas, ofreciéndolo, decían que era un guion que se leía muy rápido y que eso no era muy bueno”, dijo en el 2009 al periódico El Universal, cuando lanzó una versión de lujo para DVD.
La suerte le cambió en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) cuando le recomendaron buscar al productor Matthías Ehrenberg, “lo encontramos en el lobby y le mostramos el proyecto y poco después, ¡ya estábamos preparándolo!”, recordó el cineasta. Cabe decir que producir cine mexicano en ese entonces era más difícil, entre 1991 y 1994 el promedio era de 44 películas al año; entre 1995 y el 2000 ese promedio bajó a 17 filmes anuales, en el 2019 ya se habla de 206 filmes.
El proyecto comenzó con la búsqueda del elenco: Demián Bichir y Susana Zabaleta gozaban de una gran popularidad y Cecilia Suárez se reintegraba a México luego de trabajar en Chicago, mientras que Mónica Dionne, Víctor Huggo Martin y Jorge Salinas, al igual que Serrano dieron el salto de la televisión al cine.
A destacar algunos detalles de la producción pues tenía la complejidad de tener dos edificios encontrados y que dos apartamentos tuvieran su ventana a la misma altura para que los personajes se vieran continuamente. Tardaron cinco meses pero lo encontraron en la colonia Polanco, en las esquinas de Newton y Hegel. Sin saberlo ahí habría una complejidad: “Un día una señora se acercó a preguntarme cómo íbamos con el rodaje. Y pues uno orgulloso dice que bien. Y entonces vuelve a decir molesta: ‘¿y cuando diablos se largan de aquí?’”, dijo el actor Demián Bichir.
El rodaje fue complejo desde el proceso de trabajar a pesar las constantes quejas de los vecinos, al grado que convocaron una reunión con el cineasta Antonio Serrano y el productor Matthías Ehrenberg: “Por el título pensaron que iba a ser una película pornográfica. Una persona dijo que si lo dejaban, entonces otra dijo que iba a hacer del suyo (departamento) un burdel”, recordó Serrano.
El proceso creativo no ayudó pues coincidió que la secuencia de la corretiza en la calle se filmó en el Viernes Santo de 1998, lo que no cayó en gracia de los vecinos y además se escandalizaron más cuando el trasero de Demián Bichir salió en una publicación de farándula luego de que salió desnudo a la calle por la grabación de una escena. Finalmente la cinta se estrenó el 18 de junio de 1999 con 100 copias y permaneció 27 semanas en cartelera, todo un récord.
IMPACTO Y RECEPCIÓN
Carlos y Ana viven en un apartamento en el 7° piso de un edificio situado en el corazón de la Ciudad de México. Ana parece necesitar más cariño del que Carlos le da. De repente, Tomás, amigo de ambos, llega del extranjero después de varios años de ausencia. Andrea y Miguel viven en el edificio de enfrente, también en el 7° piso. Andrea está aburrida de la indiferencia y las múltiples aventuras de su marido, y ha desarrollado un singular talento para dramatizar e improvisar escenas de celos en público. Miguel, hastiado, la desprecia sin ninguna inhibición.
En una fiesta se encuentran con María, a quien Miguel invita a hospedarse en su casa. La presencia de los huéspedes acelera lo que es inevitable entre las parejas de ambos apartamentos: infidelidad y sus consecuencias, separaciones y reconciliaciones, promiscuidad y continencia, deseos y rechazos; pero sobre todo, la búsqueda desesperada del amor. Los hombres terminan en un piso y las mujeres en el otro. Y desde ellos, se espían mutuamente. Esto es lo que se pudo ver en la pantalla grande con Sexo, pudor y lágrimas.
El título se convirtió en uno de los filmes transformadores del cine mexicano. Sin embargo, en la crítica de la época no la recibió cordialmente pues la tacharon negativamente de “ligera”: “La cinta fue injusta y tontamente vilipendiada, porque creo que propuso una manera más fresca y directa de hablarle al público, además de ser una reflexión honda y seria sobre las relaciones”, defendió Serrano su filme.
Finalmente, el tiempo le dio la razón. El filme trascendió por su forma de hablar de la sexualidad, desde el planteamiento de un conflicto derivado de la incompatibilidad de carácter en los matrimonios; rompió estereotipos en diálogos en escenas que hacían rosarios de reclamos por la falta de interés en el sexo; sobre la desesperación de mujeres ante la situación de ser ignoradas y humilladas; y la confrontación de los frentes masculinos y femeninos a través del discurso del deseo.
“El sexo es la llave del mundo, yo no lo niego. Soy una fanática del orgasmo… esa pequeña explosión en la que puede encontrarse el sentido de todo. Con Carlos era todo muy raro. Se excitaba, sí, pero era como si no sintiera placer. Me decía que eyacular es como sonarse las narices…”, inolvidable el diálogo de Susana Zabaleta a través de su personaje de Ana.
“La cancioncita, esa sí que trascendió”, dijo Cecilia Suárez en la conferencia virtual ofrecida hace unos días. Se refería al tema de “Sexo, pudor y lágrimas”, que escribió Aleks Syntek, pero que como curiosidad queda que no sería él el encargado de hacer el tema sino Alejandra Guzmán, quien se bajó del barco muy pronto. Finalmente el tema fue tan exitoso como la película: “Uom veram dirim da/Uom veram dirim da/Uom veram dirim da…”.
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS… OTRA VEZ DE SEXO?
Este viernes llega a la pantalla de HBO Max la esperada segunda parte del filme. El proyecto llevaba años de planeación y su rodaje fue afectado por la pandemia. Cabe decir que se planeaba llegara para conmemorar el 20 aniversario de su estreno. La espera terminó y el elenco original (sin contar a Demián Bichir pues su personaje murió en la primera entrega), se reencontró.
En el avance del filme aparece Mateo (José Ángel Bichir), el hijo de Tomas (Bichir), quien revive lo ocurrido 20 años atrás, cuando su papá se suicidó en el elevador del edificio, dando a entender que todavía hay un misterio sin resolver: “Los tres estaban ahí y ninguno hizo nada”, dice Mateo. Además, se puede ver a María, interpretada por Mónica Dionne, lanzándose por la ventana, después de decir: “hay que decir la verdad”. La trama se reinventa para esta secuela tomando como contexto la manera en las que las nuevas generaciones gestan sus relaciones afectivas y miran al pasado en busca de cerrar heridas.
Susana Zabaleta, Mónica Dionne, Cecilia Suárez, Víctor Huggo Martin y Jorge Salinas vuelven a meterse en la piel de sus personajes, mientras le dan la bienvenida al elenco juvenil que da continuidad a la historia: Ximena Romo, Naian González Norvind, Victoria Volkóva, José Ángel Bichir y Paco Rueda. El capitán del barco es Alonso Iñiguez, quien toma las riendas de la dirección por invitación del productor Matthias Ehrenberg.
Para el cineasta esta es su ópera prima, aunque previamente por HBO Max se estrenó en diciembre pasado su segundo filme Operación Feliz Navidad. Alonso logra generar el mismo tono y atmósfera en esta segunda parte de Sexo, pudor y lágrimas, pero un contexto totalmente contemporáneo.
“Cuanto más admire un hombre a una mujer por sus éxitos, más difícil le resultará desearla. La nueva mujer es una fuente de impotencia masculina, una castradora y una causa de divorcio”, dice Carlos, el personaje de Víctor Huggo Martin en la primera entrega, un filme que cuenta con una visión más masculina de la sexualidad. Para esta segunda parte buscan darle un giro a la propuesta temática con una propuesta llena de “visión femenina” como un resultado “natural” de los tiempos actuales como dijo el director Alonso Iñiguez.
“Creo que no es coincidencia que la película sea mucho más femenina pensando en la época en la que estamos viviendo, no debería haber forma de que ahorita una película fuera masculina”, aseguró Iñiguez, quien retomó el proyecto original del director Antonio Serrano.
“Es una película contada por mujeres y por unas mujeres que además son tan increíbles, fuertes, inteligentes, profundas y son mujeres de su época”, dijo Iñiguez de actrices como Mónica Dionne, Susana Zabaleta, Cecilia Suárez, Naian González Norvind, Ximena Romo y Victoria Volkova.
El realizador además destacó que esta postura desde lo femenino también se refiere a que los hombres de la película se abren más a sus emociones, a diferencia de la primera entrega: “Los hombres en esta película están navegando su lado femenino sin temor y los personajes femeninos están muy presentes desde la manera en la que se relacionan entre ellas. Terminó siendo una película muy femenina”, dijo la actriz Ximena Romo.
Es justo la nueva perspectiva la que ayudó a que el elenco original formara parte de esta nueva entrega como lo dijo Cecilia Suárez: “Todo ha cambiado, comenzando por mi cuerpo. Mi cara, mis poros. Todo es distinto. Sería una tontería no reconocer y celebrar eso”, dijo a EFE hace unos días, lo mismo que celebra el haber sido “fiel” a personajes “profundos, que aportaran algo”.
“El éxito de esa película me preparó para lo que vendría. Ahora me encuentro con una Andrea que, aunque ha mantenido su esencia, también ha sufrido una transformación. Me encantó que la desarrollaron de una forma muy coherente con quien ella era en la primera parte”, subrayó.
Mientras tanto los nuevos agregados de la historia confían en que esta secuela abrirá diálogos como su predecesora: “¡Que se arme la polémica! Creo que la película tiene mucho para eso; por fin, una parte muy esperada para los que eran fans, para los que la conocen y los nuevos, por eso es una gran oportunidad que tenemos con esta película”, compartió Bichir.
Cabe destacar que en este nuevo filme destaca la presencia de una figura transexual que interpreta Victoria Volkova, quien dio un punto a destacar en la conferencia de prensa, pues aseguró que su personaje es muy valioso porque refleja a las personas trans con dignidad y realismo, características que, muchas veces, carecen en otras grandes producciones nacionales.
“Para mí fue súper importante que la película, siendo lo importante que es y cómo abrió brecha para el cine mexicano, en la primera entrega, creo que para mí es súper importante interpretar a un personaje trans de una manera dignificada, muy actual por cómo lo estábamos haciendo y creo que es algo que no se ha hecho en el cine mexicano, por lo menos en entregas tan grandes”, dijo.
“Creo que eso es súper importante. Va a abrir camino para muchos, muchas, muches y no solamente en cuestión de personas trans, sino en diversidad de personajes e historias que estén contadas desde una perspectiva más humana y no como una burla, como un cliché y que México sea un diferenciador, para Latinoamérica, es magnífico, me encanta”, concluyó.