“Niña sola”, un fuerte documental

En septiembre de 2016, en la ciudad de Tijuana, fueron registrados los asesinatos de cinco mujeres. Uno de ellos fue el caso de Cintia, una víctima de la violencia de género que tanto ha crecido en nuestro país y que parece no encontrar freno o justicia.

Javier Ávila toma este incidente lamentable para poner en discusión este duro tema en el que los culpables de semejantes crímenes siguen estando en libertad mientras los afectados claman por un cambio en el sistema, mismo que parece hacer oídos sordos ante estos actos en un problema que crece y tristemente, parece no disminuir.

Niña sola es el primer documental de Ávila, después de su paso por la ficción en los largometrajes Regina (2013) y Bombay (2017), en un proyecto que, para el realizador, resultaba necesario para poder darle voz a las mujeres víctimas de estos hechos que parecen ser ignoradas en los periódicos y noticieros.

Para contar la historia, el director se apoya en la narración por parte de la madre de Cintia y su hermana, voces que resuenan no sólo ante el dolor de la pérdida por la joven familiar sino también nos lleva a través del historial propio de sus vidas en las que han sufrido esa clase de abusos y violencia por parte de sus parejas.

Esta reflexión va surgiendo conforme pasa la narrativa, misma que comienza con el hecho de la muerte de Cintia para ir llevándonos por este viaje donde escuchamos cómo la masculinidad tóxica es algo tan común y normalizado que resulta peligroso.

A su vez, usando este proyecto como un desahogo, ambas buscan encontrar cierto sentido de paz en ellas así como la búsqueda de un nuevo sentido a sus vidas como sobrevivientes de casos similares, de esos patrones violentos que acaban con una nota de esperanza para poder romper esa cadena repetitiva de abuso en próximas generaciones.

Irónicamente, Cintia pensaba estudiar criminología con la motivación de acabar con la impunidad en el sistema. Esto no deja de funcionar como una tremenda ironía poética que ahonda en el gran problema de la violencia de género y sus consecuencias, mismas que muchos temen admitir o señalar en un sistema en que la justicia parece esconderse entre las sombras del machismo y las masculinidades tóxicas que siguen vigentes en la sociedad.

En el documental, Ávila no recurre al efectismo de las imágenes o el morbo, sino a una narrativa que expresa la naturalidad de lo que madre e hija, aquellas que quedaron atrás y tienen que enfrentar esta ausencia, van marcando mientras el director usa el ensayo estilístico de imágenes de la ciudad de Tijuana. Escuchar a Araceli, madre de Cintia y su hermana contar no sólo su luto y pérdida sino los monstruos del abuso por el que han pasado, es una prueba de lo duro y conmovedor que puede ser este filme.

Todo esto remite al espectador a la forma en que Tatiana Huezo, en su multipremiado proyecto llamado Tempestad (2016), hablaba también del abuso de autoridad, aunque Ávila deja un poco de lado el lirismo para simplemente mostrar el día a día de un pequeño poblado en el que no sólo es huir de la violencia del exterior sino de la interior, aquella que las mujeres también viven dentro de sus hogares.

Esto, junto al uso de ciertas imágenes de archivo de Cintia pocas veces utilizadas, son el perfecto marco para la intención del realizador, esa que hace que la Niña sola del título no esté sola del todo, pues a ella le acompañan muchas mujeres más cuyos casos permanecen en silencio, entre las sombras, en busca de justicia pero sobre todo de ser escuchadas en una sociedad donde ni las autoridades, ni los vecinos y a veces ni los familiares tienden la mano para ayudar a mejorar este entorno que urge de atención.

El filme se encuentra en la cartelera nacional.

Acerca de NOVEDADES

Te puede interesar

Ni la lluvia lo detiene

La noche del sábado 20 de abril, pese a la lluvia que cayó sobre la …