“Chica, ¿qué dices?”, pregonan los coros de “Saoko” al inicio de MOTOMAMI, la nueva producción de estudio de la sensacional Rosalía, mismos coros que en un principio también le preguntábamos a la estrella internacional con sus sencillos: chica, ¿qué dices?
Con una lluvia de memes en su contra, o más bien, en mofa a ella respecto a sus primeros tres sencillos “Saoko”, “Chicken Teriyaki” y un extracto de “Hentai” que se afamó en Tik Tok antes de su lanzamiento; el internet preguntó “chica, ¿qué carajos dices? Y es que parecían palabras al azar, sobre todo en el caso del primer y tercer tema, pero realmente son apologías en doble sentido que hacen alusión al poder femenino y al acto sexual. Vaya, nada de otro mundo y nada que dentro del género no se haya utilizado, solo que los reflectores hacia Rosalía han sido mayúsculos.
Así, entre el discurso de odio y burlas por parte de algunos, la decepción de otros que siguieron su proyecto desde el inicio y no están conformes con el rumbo que ha tomado, así como la presión por la idolatración de otros; la española, queramos o no, se mantuvo en boca de todos a la espera de MOTOMAMI, ya sea para aniquilarla en críticas o aplaudirle el arriesgue.
Averigüemos a qué bando perteneces.
Sin sorpresas en el inicio. La tan hablada “Saoko” y su sampleo, homenajean a los legendarios reggaetoneros puertorriqueños Wisin y Daddy Yankee como una “representante de la vieja escuela”, dicho por ella; pero también con sampleos de jazz en la pista para intentar atraer a un sector de público más difícil como lo es el jazzístico. Algo realmente imposible, pero el intento ahí está. Gran pista la de “Saoko”, cabe destacar, y exigir un instrumental sin la voz de la española no estaría de más.
Acá empieza lo realmente interesante con “Candy”, bajo la producción del también español El Guincho y el puertorriqueño Tainy. Un tema que se inclina más hacia el pop melódico y en el que Rosalía realmente luce su voz dentro de coros pegajosos en el entorno que la rodea.
Más o menos sucede lo mismo con “La fama”, junto a The Weeknd, quien canta en un perfecto español para una canción de bachata bastante bien elaborada y con una química entre ambos artistas que funciona de maravilla dentro de un género inesperado que no se veía venir, pero que, de alguna forma, se agradece.
¡Acá está, gente! ¡Acá está la Rosalía que tanto anhelaban y extrañaban! La pueden escuchar y perderse en la nostalgia de “Bulerías”, entre aplausos de doce tiempos e improvisaciones métricas vocales que, por supuesto esta mujer puede lograr, recordando, claro, a aquella intérprete de sus primeras dos producciones Los Ángeles (2017) y El Mal Querer (2018).
Siete personas se ocuparon para escribir un tema como “Chicken Teriyaki” y ahí es cuando uno comprende lo que Residente menciona en su sesión de Bizarrap en contra de J Balvin. Ojito que tampoco se defiende lo de Residente, pero en este puntual caso es increíble las tantas almas para componer algo tan decadente.
En conjunto con la afamada “Hentai” y aquella tirada de ser una balada en doble sentido sexual, con mano de Pharrell Williams en la producción, el MOTOMAMI entra en un bache del que logra recuperarse con la melancólica “G3 N15”, el puente de un minuto que trae por nombre el homónimo del álbum y “Diablo” con la participación del británico James Blake en una estrofa escrita e interpretada por él.
Un son cubano modificado con bajos que retumban en los oídos se suelta con “Delirio De Grandeza” y una Rosalía sonera se escucha cómoda y linda en su canto dentro de este cover al salsero cubano Justo Betancourt. Un método infalible que también le funcionó bien a Kali Uchis con su cover a La Lupe y el tema “¿Qué Te Pedí?”, incluso en su más reciente disco.
“CUUUUuuuuuute” funciona casi como complemento a su antecesora con beats potentes que no le piden nada al Intelligence Dance Music de Aphex Twin o Four Tet. Y es que, así como se pueden escuchar cosas deplorables como «Chicken Teriyaki», se pueden escuchar obras excelsas como «Como un G», donde nuevamente James Blake participa en la letra y producción y es notorio, la canción es una belleza, sobre todo en su colapso final de sintetizadores armónicos que inclusive pueden estar al nivel de elevación musical de «Self Control» de Frank Ocean. Una maravilla de canción.
Después de un repaso del abecedario a lo Rosalía y sus referencias en «Abcdefg», «La Combi Versace» empieza a sonar en colaboración de Tokischa con toda la pretención en su lírica que una canción de trap-reggaetón necesita, pero con una buena pista. Así, a secas. Realmente nada que destacar.
La MOTOMAMI se está por ir, pero no sin antes dejarnos otra grandiosa pieza grabada en directo llamada «Sakura», con la voz brillando a plenitud, llevándonos con ella a su repertorio ahí, donde quiera que esté, viéndola de frente y con la cabeza levantada, admirando su interpretación iluminada por una sola luz sobre ella, una luz tenue ratificando que efectivamente es toda una artista, una que puede ser un gran referente si se pone seria.
El problema quizá fueron sus sencillos. Y a ver, no son malos, pero están lejos de la calidad musical mostrada en al menos el 70% restante de un álbum que se muestra conceptual, pero con altibajos por ciertas piezas. Aún con eso, se le aplaude a Rosalía la gallardía por intentar salir de su zona de confort.
Un 8 de 10 en rango de calificación a una MOTOMAMI que tendrá buen envejecimiento. Y bien, sigue experimentado en el neo-perreo española, acá te esperaremos con temas donde de verdad tu talento destaca y deslumbra.