La desaparición de las llamadas Escuelas de Tiempo Completo propuesta por el Gobierno federal, un programa que proveía de clases suplementarias y alimentación a unos 3.6 millones de niñas y niños en condiciones de pobreza en México, es un retroceso que tendrá impacto negativo en los menores y sus familias, estimaron expertos.
“Es una decisión muy desafortunada que exhibe la poca importancia que le da este Gobierno a la educación”, dijo este sábado a Efe Marco Fernández, profesor del Tec de Monterrey e investigador de la organización México Evalúa.
El pasado 28 de febrero, la Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer a través del Diario Oficial de la Federación (DOF) la eliminación del programa Escuelas de Tiempo Completo.
Un día después, la secretaria de Educación, Delfina Gómez, señaló que el fin del programa se debía a que esas escuelas no eran prioritarias en el programa “La Escuela es Nuestra”, que da presupuesto para mejorar la infraestructura de los inmuebles y por ello se decidió eliminarlas y distribuir esos recursos a otras necesidades.
“Para nosotros es muy prioritario darle atención a esas escuelas que todavía tienen esa necesidad (mejorar instalaciones) y por ello ‘La Escuela es Nuestra’ se va a enfocar principalmente a que el recurso sea ocupado para esa situación”, dijo la ministra, en defensa del nuevo programa.
En tanto, el pasado 17 de marzo, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, justificó el fin de este programa pues aseguró que había “malos manejos”.
Esta decisión, que ha sido muy criticada, fue detenida por una juez mexicana que, tras un amparo presentado por la ONG Mexicanos Primero, ordenó que se paralizara el programa “La Escuela es Nuestra“, a modo de medida cautelar.
Desaparecen beneficios
Este programa inició en 2008, durante el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), y actualmente en 27.063 escuelas se ofrecía este programa.
Estas escuelas otorgaban entre 1.5 y 3.5 horas de clases extracurriculares de disciplinas como arte, música, deporte, inglés en donde participaban menores de 5 a 12 años de zonas vulnerables.
De hecho, el 70 por ciento de las escuelas participantes están en zonas indígenas y rurales; y el 55 por ciento de los niños que estaban bajo este programa viven por debajo de la línea de pobreza, según explicó Alma Maldonado, doctora en educación superior e investigadora del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados Cinvestav) con base en datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
“Estas escuelas apoyaban a la gente que más lo necesitaba, a familias, a madres trabajadoras. Era importante para el país, para las zonas marginadas, en escuelas indígenas, semirurales”, señaló la experta.
Recrudecerán condiciones
Maldonado aseguró que la desaparición de este programa solo agudizará las condiciones de marginación, especialmente aquellas que están en un nivel crítico de pobreza.
“Es una tragedia educativa y social, sobre todo después de la pandemia”, puntualizó.
Rosa, una trabajadora doméstica que está a cargo de su nieta de 11 años, explicó que la eliminación del programa de Escuelas de Tiempo Completo le complicará todavía más su día a día, que ya de por sí era difícil con la pandemia.
Cuenta que previo a la emergencia sanitaria por coronavirus, llevaba a su nieta a una primaria del municipio de Nezahualcóyotl, del central Estado de México, que tenía un horario de 8 de la mañana a 4 de la tarde, lo que le permitía ir a trabajar sin mayores preocupaciones.
“Podía limpiar en esas horas un par de casas. Cuando vino la pandemia, tuve que reducir mis horas de trabajo, también el dinero que ganaba. Tenía la esperanza de que con el regreso a clases pudiera volver a mi trabajo normal, pero ahora con la desaparición de las Escuelas de Tiempo Completo, no sé qué haremos”, afirmó.
Rosa reconoció que la escuela representaba un gran apoyo no solo por el horario sino porque no se preocupaban “por la comida, porque comía en la escuela, incluso la mayoría de las veces salía con la tarea hecha”.
Según los expertos, al menos 1.6 millones de niños, niñas y adolescentes recibían un alimento en su escuela, el cual puede ser el único en todo su día, lo cual era fundamental en familias de escasos recursos.
Con el regreso semipresencial a las escuelas, Rosa sigue presionada, ya que su nieta solo acude un par de veces a la semana a la escuela, y con un horario de 9 de la mañana a mediodía.
Sin opciones para las escuelas
Los expertos insistieron en que el fin de este programa es un duro golpe para las familias más necesitadas en el país, pero además para el desarrollo psicoemocional de los pequeños y para el bolsillo de los docentes.
Para Alma Maldonado, el mensaje que da el Gobierno es que no quiere reducir las brechas de desigualdad, pues este era uno de los objetivos fundamentales del programa.
“Me parece una ceguera total eliminar este programa que funcionaba, ayudaba a estudiantes que más lo necesitaban y que pasó todas las evaluaciones a los que fue auditado”, dijo.
La especialista aseveró que el programa tuvo mejores resultados incluso que las becas que se reparten a nivel nacional.
Explicó que esta decisión además quita la obligación al Estado de garantizar educación de calidad, y aseguró que traerá más problemas que los que resuelve.
“Se dice que se darán los recursos de forma directa, como en el programa ‘La Escuela es Nuestra’, que es para mejorar la infraestructura de las escuelas, pero este programa ha sido opaco y poco eficiente”, señaló.
En tanto, Marco Fernández se mostró preocupado por la falta de transparencia en cuanto a las reglas de operación, ni de cómo solventarán el complemento salarial de los docentes que laboraban en estas escuelas.
Ante el anuncio, diversas autoridades locales anunciaron que buscarán opciones ante el golpe que verán por la decisión del Gobierno federal de eliminar el programa de Escuelas de Tiempo Completo.
Mientras que estados como Ciudad de México, Nuevo León y Querétaro han prometido que mantendrán el programa, y el Estado de México dijo que dialogará con autoridades federales para pedir que se reconsidere la situación.