Tiger Woods jugará desde el jueves el Masters, 13 meses después del grave accidente de tráfico que casi le cuesta la vida. Así lo confirmó hoy en rueda de prensa en el Augusta National Club, el mismo escenario en el que se elevó a los cielos hace exactamente 25 años, cuando ganó el primero de sus 15 ‘majors’. «Ahora mismo, siento que voy a jugar», dijo. «Voy a hacer nueve hoyos más mañana (miércoles). Mi recuperación está siendo buena. Estoy emocionado por cómo estoy recuperando todos los días», añadió. ¿Cree que puede ganar? «Puedo hacerlo», contestó con el orgullo del campeón.
Han pasado 408 días desde su accidente cuando conducía a 140 km por hora en un tramo de 70, se salió de una curva y la policía le encontró dentro, inconsciente, con una fractura abierta de tibia y peroné en su pierna derecha. Este accidente se unió a las seis operaciones que ya llevaba en su rodilla izquierda y otras cinco en la espalda parecía certificar su fin. «Mi objetivo es caminar por mí mismo», contaba en mayo pasado en su primera entrevista, con Golf Digest. No aspiraba a más.
En diciembre, Tiger volvió con su hijo Charlie en el PNC Championship de Orlando, Florida, un torneo familiar para jugadores de la PGA. «Todavía me queda un largo camino», dijo entonces. Pero, cuando nadie lo esperaba, su avión privado aterrizó en Augusta el martes pasado, decidido a probarse. Fueron 18 hoyos, más nueve el domingo y otros nueve el lunes, ya con público bordeando las calles. El estadounidense de 46 años salió con Justin Thomas y Fred Couples y ofreció una buena impresión.
«Dio pocas señales de estar mermado físicamente, más allá de una ligera cojera. Mostró equilibrio y ritmo, cambiando de objetivo y variando las trayectorias de sus tiros. Su putt fue igual de fluido y medido», ilusionaba la web oficial de The Masters. «Estoy convencido de que jugará el jueves. Con el driver es una máquina», pronosticaba Couples.
Tiger está a tres ‘grandes’ del récord de Jack Nicklaus y Augusta es su campo milagro. Allí se coronó el 13 de abril de 1997. El ganador más joven del Masters con 21 años y 104 días. Era el cuarto jugador negro que pisaba los inmaculados y racistas hoyos de Augusta tras Lee Elder, Jim Thorpe y Cal Peete. Allí cambió el golf y el deporte. Y también protagonizó su penúltima resurrección tras el traumático divorcio de Elin Nordegren con el que se destapó su adicción al sexo y a los calmantes para aguantar los terribles dolores físicos que le atormentaban.
En 2019 se enfundó, en medio de la locura, su quinta chaqueta verde. Su primer título importante tras 11 años de sequía… El santuario del Tigre está rodeado de azaleas. En Augusta. El perfecto tapete verde donde acontecen los milagros.