Emilio

Columna: Prospectiva

Por: Emilio de Ygartua M.

PRIMERA PARTE

*Reacciones contra la reforma electoral. ¿Pasará, no pasará?

* Los motivos de AMLO según Jorge Zepeda

Como habíamos anticipado la semana pasada, el envío a la Cámara de Diputados de la Iniciativa de Reforma Electoral ha generado una reacción en cadena, no solo de los dirigentes de las tres formaciones políticas que conforman el bloque opositor, que siguen festinado como una gran victoria el que no haya pasado en esa misma Cámara la reforma eléctrica también enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. El trío, capitaneado por Marko Cortés, han expresado su rechazo a la propuesta presidencial, sin haberla leído. Anticipan que ellos presentarán su propia iniciativa poniendo por delante el que mantendrán vivo al INE, como si la propuesta del tabasqueño planteara su desaparición.

Desde luego, el oponente más activo es, precisamente, el consejero presidente Lorenzo Córdova cuyo activismo ha rebasado en mucho las funciones y atribuciones que le confiere el cargo, lo cual, justo o injusto, lo ha ubicado como un permanente opositor a todo lo que de Palacio Nacional viene. Su talento y conocimiento del tema no están en duda, pero si su objetividad y la neutralidad a la que obliga una tarea como la que él desempeña.

El consejero presidente del INE aseguró en una mesa organizada por el ITAM: “Agenda Electoral: Revocación de Mandato y ¿posible reforma?”, que se “puede ir a las elecciones del 2024 con la actual legislación electoral”, al tiempo que pidió que “cualquier reforma se haga con la suma de muchas cabezas y no con la suma de muchos hígados.” De entrada, sus comentarios van en sentido contrario a lo que propone: que la reforma “sea resultado de un amplio consenso político”. ¿Cómo va a ocurrir esto si el bloque opositor, el responsable del INE, y otros actores políticos relevantes, como Cuauhtémoc Cárdenas, la descalifican o la consideran innecesaria sin dar el menor espacio para su análisis?

Los consensos políticos que invoca Córdova sólo se alcanzan si hay diálogo. Un proceso dialéctico en el que los opuestos presenten sus puntos de vista, sus propuestas y de ello derive ese consenso. Lo preocupante es que al momento el escenario que se anticipa es similar al de la reforma eléctrica. El bloque opositor está montado en su macho: ¡No pasará! No existe voluntad, ni siquiera para leer un documento, de encontrar las coincidencias y de que los disensos no sean factor de ruptura.

A los opositores a la reforma electoral propuesta por el presidente López Obrador se han sumado tres exconsejeros presidentes: José Woldenberg, Luis Carlos Ugalde y Leonardo Valdés, que “invitaron” a la ciudadanía “a defender la autonomía del INE en las calles, mediante acciones pacíficas y cívicas. En resumen, es más fácil desojar que dialogar.

El miércoles por la noche, en “Tercer Grado” (Televisa. Canal 2), conducido por René Delgado, además de los participantes acostumbrados, estuvo Pablo Gómez, actual fiscal anticorrupción, con una muy larga y reconocida trayectoria política y con un amplio conocimiento del tema electoral, lo que le permitió debatir y, de alguna manera, si no convencer, al menos lograr que se revise la propuesta electoral que se propone, las medidas propuestas, entre ellas, el recorte al presupuesto destinado a los partidos políticos y la propuesta de elección mediante listas. Donde sí es muy difícil avanzar es en lo relativo a elección mediante el voto popular de los consejeros ciudadanos. En lo personal, lo reitero, no me parece una propuesta viable.

Los motivos de AMLO

En un artículo publicado la semana pasada, el periodista Jorge Zepeda Petterson, escribe sobre lo que, a su juicio, son los cuatro motivos que mueven al presidente Andrés Manuel López Obrador a someter a discusión esta iniciativa que parece seguirá el mismo trasiego de la reforma eléctrica, ya que el bloque opositor ha anticipado que no votará a favor y nuevamente sale con la cantaleta de que presentarán su propia iniciativa.

El primer motivo es lo que Zepeda llama “el juicio histórico”. AMLO, establece, “es un hombre obsesionado con la historia”. Si bien está claro de la importancia del presente y de la coyuntura diaria, “parte sustantiva de su espíritu tiene puesta la mirada en la manera en que este presente se relaciona con el pasado y con el futuro.” A partir de esta convicción, el nacido en Macuspana -dice el periodista-, está seguro de que el balance de su gobierno, “será la suma de los logros concretos, pero también de las intenciones no materializadas debido a la fuerza o a la bajeza de sus adversarios.”

En el más puro espíritu del mandatario tabasqueño de informar a sus gobernados, seguramente lo hará al final del sexenio, y exhibirá, “casi con el mismo orgullo, la lista de las metas conseguidas con otras que no cuajaron” porque fueron obstaculizadas, acompañado de la frase: “Lo intenté, pero no me dejaron. Era mi deber ético presentarlas, incluso sabiendo que la mafia en el poder defendería sus privilegios”.

El segundo motivo, está relacionado con la agenda post sexenal. Jorge Zepeda recuerda que López Obrador, ante la imposibilidad de sacar adelante la reforma eléctrica, afirmó: “lo hará el próximo presidente o presidenta”. Con esta especie de mandamiento-legado, se evidencia su insistente deseo de hacer irreversibles los cambios concretados, lo que conlleva la necesidad de “inculcar objetivos puntuales en el movimiento que encabeza”. No pasa por su mente el perpetuarse en el poder, como algunos insisten, pero sí que el Movimiento de Regeneración Nacional por él fundado, se consolide y sea garante de que la 4T se consolide.

Obvio que este tema pasa por el proceso sucesorio, por determinar cuál de los tres posibles relevos es el que hace sentido con esta idea: Claudia, Marcelo, o el recién incorporado, Adán, al que desde el Sureste vemos, con total parcialidad, como la mejor carta para cumplir ese segundo motivo.

Zepeda pone especial énfasis en señalar que este segundo motivo será exitoso sí, solo sí, “la batalla por convencer, conseguir los votos, polemizar en torno a la necesidad de estos cambios, hacen que estas demandas, estas reivindicaciones permanentes del obradorismo trasciendan como una especie de mandatos populares inevitables para el próximo presidente o, por lo menos, “esa sería la intención”.

El tercer motivo, juega un papel central en el análisis del periodista: El desprestigio de la oposición. ¿Pueden ser consideradas como derrotas para el presidente el que las reformas eléctricas, electoral, y la de la Guardia Nacional, que está en camino, sean rechazadas? Para Jorge Zepeda no significan una derrota política. “López Obrador puede ganar aún perdiendo”. Para él, los excesos y prácticas viciadas que la reforma política busca enmendar, “dejaría en situación incómoda a la oposición en caso de rechazar dichas enmiendas”.

Su afirmación parte del supuesto de que, si es rechazada esta iniciativa, dejaría mal parados a senadores y diputados del bloque opositor. Para las personas de a pie, de tiempo atrás, reducir el oneroso costo que representan partidos y legisladores, y simplificar los procesos electorales como lo propone la Iniciativa de reforma enviada por el jefe del Ejecutivo federal, “va a gozar, de entrada, de una simpatía popular nada despreciable.”

Por último, el cuarto motivo tiene que ver con el hecho de que la reforma electoral ponga sobre la mesa la discusión para reducir el número de legisladores de 500 a 300, que atiende una demanda de la sociedad con varios años de vigencia sin que sé que logre concretar. Jorge Zepeda concluye señalando que: “López Obrador puede ser acusado de atrabancado, de rústico o de provinciano, pero lo cierto es que en materia estratégica pareciera ir dos pasos adelante que el resto de la clase política, y que cuando los demás van él, ya viene de regreso. Veremos si esta operación también resulta”, finaliza señalando.

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