Estados Unidos, entre la adicción a las armas

Estados Unidos sigue alimentando el círculo vicioso armas-tiroteo-más armas. El último suceso trágico ocurrió este sábado en Buffalo, al norte de estado de Nueva York, donde un joven supremacista blanco de 18 años disparó a trece personas —once de ellas de raza negra—, matando a diez y dejando tres heridos.

Según la base de datos de la organización Gun Violencia Archive (GVA), del 1 de enero a este 15 de mayo habían muerto en EU un total de 7,024 personas por armas de fuego en crímenes catalogados como homicidios, asesinatos y asesinatos involuntarios. A ellos hay que sumar 13,064 heridos en los incidentes.

En cuanto a los considerados asesinatos masivos por tiroteos como el del sábado —cuatro o más personas muertas—, su número fue de nueve en lo que va de 2022, con un total de 50 muertos.

La epidemia de tiroteos en EU es tan alarmante e inaudita en un país no en guerra, que a la organización no le dio tiempo a sumar a su larga lista otros dos tiroteos mortales ocurridos este domingo: uno en un templo presbiteriano en la periferia de Los Ángeles, con un muerto y cuatro personas en estado crítico; y otro en un mercadillo de Houston, con dos muertos y tres heridos

Crimen de odio

El tiroteo de Buffalo guarda similitudes con el ocurrido el 16 de marzo del año pasado en Atlanta (Georgia), donde un atacante mató a ocho personas en tres salones de masajes asiáticos de la ciudad sureña. Fue calificado por el FBI como “crimen de odio racial” y es el suceso más trágico dentro de la creciente sinofobia (odio a las personas chinas o de raza oriental) que sufre EU desde que el presidente Donald Trump (2017-2021) señaló a China como el enemigo.

La peor matanza por crímen de odio ocurrió en 2016 en un club gay de Orlando (Florida), con 49 muertos a manos de un estadounidense de origen árabe que confesó su obsesión con los homosexuales. Se trata, además, del segundo tiroteo más mortal de la historia de EU, luego de los 58 muertos y 518 heridos a manos de Stephen Craig Paddock, quien no dejó de disparar desde la ventana de su hotel en Las Vegas contra la multitud que asistía a un concierto la noche del 1 de octubre de 2017, hasta que oyó a la policía intentado derribar la puerta y se dio un tiro en la cabeza.

15 niños muertos en 2022

Uno de los aspectos más dramáticos de esta violencia relacionada con las armas de fuego en EU es la muerte de niños. Según GVA, durante 2022 han muerto 15 menores de 11 años, así como 476 adolescentes (entre 12 y 17 años).

Los tres sucesos más graves con menores de edad fueron la masacre de la escuela primaria Sandy Hook (Connecticut), ocurrida el 14 de diciembre de 2012 con 27 muertos, veinte de ellos eran niños. La segunda peor masacre ocurrió en 2018 en una secundaria de Parklanda (Florida), con 17 muertos; y la tercera ocurrida en 1999 en la secundaria de Columbine (Colorado), con 13 muertos.

En los tres casos se da la circunstancia de que los asesinos eran casi adolescentes que no tuvieron ningún problema para hacerse con un cargamento de armas y municiones.

Aquel 6 de septiembre de 1949

Históricamente se considera que el primer tiroteo letal en EU de esta naturaleza tuvo lugar el 6 de septiembre de 1949, cuando Howard Unrue, veterano de la Segunda Guerra Mundial, asesinó en Candem (Nueva Jersey) a 13 personas de su vecindario porque, según él, le trataban como a un loco.

Pero el gran salto en el número de muertos llegó cuando las armerías y supermercados se inundaron de fusiles semiautomáticos, con capacidad para descargar decenas de balas en segundos, y tras abrazar el Partido Republicano los postulados radicales del movimiento ultraconservador y patriota Tea Party, que llevó al poder al populista Trump en las elecciones de 2016, llamando criminales e invasores a los inmigrantes.

De hecho, desde la llegada al poder de Trump, el número de asesinatos por armas de fuego no ha parado de crecer. Si en 2014, bajo el gobierno del demócrata Barack Obama, hubo 12,418 asesinados, en 2020, último año del gobierno del republicano, la cifra se había disparado a 19,411.

La llegada a la Casa Blanca de Joe Biden no logró en absoluto rebajar esta alarmante cifra, y su primer año de mandato, en 2021, cerró con un récord de 20,915 muertos.

Una vez más, la promesa demócrata de endurecer la venta de armas, al menos que se prohíban armas de guerra como los fusiles semiautomáticos, se estrelló contra el muro de los congresistas republicanos, cuyas campañas las financia generosamente la intocable Asociación Nacional del Rifle.

Este bucle infernal del que no es capaz de salir la sociedad estadounidense ocurre porque, mientras en Gran Bretaña, la matanza en 1996 de 16 niños en una escuela escocesa a manos de un perturbado, llevó a los parlamentarios a crear leyes que penalizaron la posesión de armas, logrando así poner desde entonces el contador de tiroteos en cero; en EU, la matanza de 20 niños en Sandy Hook llevó a que las armerías tuvieran récord de ventas de armas, mientras los legisladores republicanos se dedicaban a decir que sus “pensamientos y oraciones” están con las víctimas y a bloquear cualquier intento de endurecer el control de armas, escudándose en una interpretación radical de la Segunda Enmienda.

Como alerta la organización Moms Demand Action, mientras en EU sea legal que una familia envíe su retrato-postal de navidad, como hizo el congresista republicano Thomas Massie, con sus hijos, incluida una menor de edad, armados hasta los dientes, y al mismo tiempo otras leyes logren bloquear la publicación de una edición de Caperucita Roja, porque en la portada salía la niña llevado en su cesta una botella de vino, la epidemia de tiroteos en Estados Unidos seguirá siendo una batalla perdida.

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