El actor Armando Hernández se ha hecho de un nombre en la actuación gracias a producciones como Amarte duele, Los héroes del norte y, desde luego, El César, una bio serie de nadie menos que el campeón mexicano de boxeo Julio César Chávez.
Sin embargo, no todos conocen su infancia y adolescencia, etapas en las que no pasó complicaciones extremas pero sí tuvo una situación familiar particular tras la separación de sus padres, y cuyas consecuencias lo llevaron a dejar su casa y dormir en la calle.
En entrevista con Yordi Rosado, Hernández contó un pasaje de su adolescencia, entre los 13 y 14 años, después de pelear con su papá, en la que impulsivamente terminó por abandonar su hogar sin reparar en las consecuencias.
De acuerdo con su relato, sus padres se divorciaron sin darles mayores explicaciones a él y a su hermana cuando eran menores. Esto traía rumores familiares y provocó que en determinado momento él discutiera con su padre.
«Se hizo un chisme y pensó que lo estábamos atacando a él», contó. «Discutimos muy fuerte y yo decidí salirme… me llevé mi bicicleta y un ‘Demonio de Tazmania».
Entonces, salió en bicicleta sin mayor equipamiento que un juguete y se fue de su casa. «Mi instinto fue (…) ‘me voy'», relata, «y me fui… sin rumbo, a la calle».
«Me quedé varios días en la calle y mi hermana me buscó y me dijo que me fuera a vivir con ella mientras veíamos qué onda», relata.
Con respecto a dormir en la calle, específicamente cerca al Monumento a la Raza, asegura que fueron varios días, pero que en ese entonces no dimensionaba el peligro al que se expuso.
«En ese momento no mides muchas cosas: el peligro, la exposición y sobre todo, el malestar que le pude provocar a mi papá; pero no puedo juzgarlo porque no fui una ‘monedita de oro'».
Sin embargo, Hernández dice que no se arrepiente, y relató que tras irse a vivir con su hermana pasó algún tiempo, algunos meses, hasta que se reencontró con su padre. Tras esto, cuenta que le rechazó volver a su casa, puesto que ya estaba ‘encarrerado’ para mantenerse y ser independiente.
Más tarde en la entrevista, Hernández recuerda su primer alimento tras irse de su casa: arroz echado a perder que encontró dentro de una caja de galletas.
«Es el mejor alimento que he probado en mi vida… a 20 o 21 años de edo, aún recuerdo el sabor».