Por: Dr. Elías Córdova Sastré
La pandemia que no vemos y el impacto en nuestros jóvenes
A propósito del Día Mundial sin Tabaco, en esta ocasión mi llamada de atención no es por las más de 8 millones de personas que mueren cada año a causa del tabaquismo, tampoco es por lo 600 millones de árboles talados con la finalidad de sembrar hoja de tabaco o los 22 mil millones de litros de agua utilizados para fabricar cigarrillos, tampoco es por el riesgo aumentado que los fumadores tienen para enfermar gravemente y morir de COVID con respecto a quienes no fuman, ni lo es por el hecho de que la mitad de los fumadores mueren como consecuencia del tabaco, o por el hecho de que más de un millón de personas mueran cada año debido a la exposición al humo de tabaco ajeno, ni porque el 25% de las muertes por cáncer en el mundo se deban al consumo de tabaco, o porque el consumo de tabaco o la exposición al humo durante el embarazo aumenten el riesgo de muerte fetal, o porque para la OMS el tabaco sea la primera causa de invalidez y muerte prematura del mundo, y así, podría seguir con una lista de más de 100 razones por las cuales se debe dejar de fumar, razones todas con peso suficiente para hacer conciencia al respecto y por las cuales, para quienes estamos del otro lado, son causa suficiente para no hacerlo.
Pero aún con toda esa lista, la intención de redactar estas líneas, es porque el 31 de mayo se celebra el Día Mundial sin Tabaco, y a pesar de todas las razones arriba mencionadas es increíble y alarmante el aumento del tabaquismo en adolescentes, además por la vulnerabilidad de los adolescentes frente a la propaganda de las tabacaleras, por el impacto que el humo del cigarro tiene en los niños por el tabaquismo pasivo (el humo inhalado por ellos, cuando están cerca de una persona que fuma o vapea), por el hecho de que la mayoría de las personas que fuman comenzaron a hacerlo en la adolescencia, por que quienes inician a temprana edad son más propensos a depender de la nicotina y tener problemas para dejarla, y por el exponencial aumento en el uso de cigarrillos electrónicos en los adolescentes, conocido popularmente como vapeo, una palabra que cada vez es más común en este grupo de edad y que me lleva a hacer estos comentarios.
El vapeo o uso de cigarrillos electrónicos en el grupo de adolescentes se ha disparado exponencialmente y es algo que llama fuertemente la atención y que obliga a actuar con la finalidad de prevenir problemas futuros. Si bien en México no está permitido y en teoría es ilegal, es muy común ver en la calle, en reuniones, en restaurantes y en diferentes centros de esparcimiento el uso de ellos; preocupa sobre manera si ante la evidente ilegalidad se consume de tal manera, qué va a pasar en caso de que llegue a regularse. Hay estadísticas que arrojan la cifra de que casi la mitad de los adolescentes de 14 a 18 años han probado o utilizado un cigarrillo electrónico o vapeado, una cifra que se ha duplicado en los últimos dos años. Estos datos indican el desarrollo de un nuevo mercado en el uso y dependencia de nicotina con consecuencias impredecibles. En sí mismo el término vapeo o vapeador es una estrategia engañosa de las empresas para evitar el termino cigarrillo electrónico. El mercado de estos dispositivos es cada vez más atractivo por las millonarias ganancias que estos dejan y que buscan captar o mantener cautivos a grupos de menor edad como los adolescentes. Las ganancias se han disparado exponencialmente en los últimos años duplicando los millonarios ingresos de las empresas dedicadas a la fabricación de estos dispositivos.
Más allá de los problemas de vías respiratorias que se han documentado, el cerebro de un adolescente permanece y sigue en desarrollo hasta los veinte años, por lo que el consumo de nicotina a temprana edad acelera el proceso de envejecimiento cerebral empeorando la capacidad de resolver problemas y tomar decisiones; los estudios de resonancia magnética realizados en personas fumadoras, evidencian que la corteza cerebral orbifrontal pierde parte de su grosor comparado con las de personas no fumadoras, la zona dañada tiene que ver con la memoria, la atención, el lenguaje y la conciencia; al igual que otras drogas como la cocaína y la heroína, la nicotina se ha comprobado que causa adicción y estimula zonas que conducen a las sensaciones de placer y recompensa, lo que lleva a la adicción. Otros estudios han demostrado que los niños que crecen en un entorno donde se fuma, tienen mayor riesgo de padecer ansiedad, depresión, y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Si bien los cigarrillos electrónicos son muy nuevos, y hasta el momento se desconoce el potencial daño que generan ya que no se sabe cuáles son todas las sustancias que se generan al consumirlo, ya se ha visto y se conocen algunos problemas a nivel pulmonar que incluso han requerido que algunas personas tengan que ser hospitalizadas.
Por otro lado, de forma personal considero que detrás de todo esto, el principal llamado de atención es a los padres de familia a que estén atentos a sus hijos en el sentido de primero informarse de lo que son los vapeadores o cigarrillos electrónicos, conocer las diferentes marcas pues incluso hay quienes los hacen pasar por memorias USB, labiales, marcadores, etc. frente a sus padres, quienes ni siquiera tienen idea que lo que cargan o tienen delante de ellos son cigarrillos electrónicos o vapeadores, pues estos no generan humo como los cigarrillos normales, tampoco generan malos olores (incluso hay variedad de sabores y olores) y tienen diseños tan estilizados que pueden hacerse pasar por cualquier cosa como las comentadas, para quien no los conoce.
Es importante que como padres de familia busquemos intencionalmente si hay en casa algún dispositivo de estos pues el consumo entre adolescentes como ya se comentó es alarmante. Al no generar malos olores, los adolescentes que los usan no huelen a tabaco ni a sustancias desagradables y pueden traerlos como si fueran una pluma, marcadores, labiales, dispositivos USB, etc, que, de hecho, parte de la atracción hacia ellos es precisamente la tecnología comercial y sus aromas que ya rondan una mezcla de 15 mil sabores. Otro problema asociado al uso en ellos es el hecho de que comparten estos vapeadores pues a diferencia de las cajetillas de cigarros que traen un número determinado de cigarrillos que pueden compartir entre varios, estos vapeadores contienen un número determinado de fumadas (generalmente oscilan de 200 hasta 5 mil), por lo que a veces cooperan entre ellos para poder comprarlos y al momento de usarlos se lo comparten, el riesgo de transmisión de múltiples enfermedades es inherente a este acto que no suelen tener presentes al momento de realizarlo.
Si bien el Senado de la República prohibió el introducir o el importar estos productos, basta con darse una vuelta en los restaurantes, bares, discotecas, escuelas, etc, para darse cuenta de que se siguen importando no necesariamente bajo la leyenda de vapeadores, sino bajo leyendas como plumas, marca textos, memorias, etc, y diversas formas que hacen muy difícil que detengan estos tipos de cargamentos y más aún por las millonarias ganancias que generan.
Ya de por sí la adolescencia es una etapa de mucho cambio y de vulnerabilidad, por lo que debemos estar muy atentos a este nuevo problema que amerita un involucramiento de todos, pero especialmente de quienes somos padres de familia y tenemos un adolescente en casa. Mientras las autoridades intervienen en una real regulación, podemos empezar por involucrarnos aumentado nuestro conocimiento sobre el producto, sus ingredientes, las consecuencias del consumo, las creencias asociadas a esta nueva forma de tabaquismo y la influencia social para su consumo; así como analizar junto con nuestros jóvenes esta información para incrementar su capacidad de decisión sobre acciones saludables y/o benéficas para su cuerpo.
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