Por: Dr. Elías Córdova Sastré
No mentir, no robar, no traicionar, y el sistema de salud (2)
En la columna pasada comentamos sobre el hecho de estar conscientes de saber si somos parte del problema o de la solución, e igual hicimos saber sobre cómo el ambiente ha influido en nuestro sistema de salud, ya que se han vivido ambientes corruptos que han repercutido hacia el interior y lo han enfermado, en cierta forma el sistema se ha vuelto corrupto y corruptor, me ha tocado ver buenos profesionales de la salud, que con el tiempo pierden la confianza hacia la institución y terminan haciendo lo que tanto criticaban al llegar, se vuelven parte del problema y dejan de ser parte de la solución.
En otra columna tocamos el tema de las competencias administrativas en materia de salud, y hablamos de la imperiosa necesidad de que quienes asumen puestos directivos adquieran este tipo de competencias, por otro lado tenemos hospitales que son centros de enseñanza, donde nos hemos formado y donde se siguen formando todos aquellos que serán especialistas, o donde formarán algún grado de especialización, donde hay puestos o jefaturas de enseñanza, donde las universidades avalan o acreditan a profesionales de la salud como titulares de materias, como tutores o docentes de posgrado en algún área, especialidad o carrera de medicina, enfermería, o trabajo social; pero por alguna curiosa razón, todos hemos llegado a suponer que el hecho de saber o tener conocimientos sobre un área determinada, ya nos hace competentes para la docencia, nos cuesta asumir que para ser docentes debemos adquirir competencias en docencia, y este es uno de los errores en los centros hospitalarios donde existe enseñanza, que muchas veces quienes se encargan de la docencia no han adquirido, ni formado competencias en esta área, minimizan la docencia a tal grado que no la consideran como un área o competencia que deban formar, lo que supondrá errores en la metodología, técnicas didácticas, etc, y por supuesto se hace fallar al sistema de salud.
Si mandamos el mensaje erróneo de que para ser docente no se requiere formar estas competencias, entonces el problema se perpetua ya que al graduarse estas generaciones repetirán el problema pues los estamos educando en ese sentido, ¿Para qué formar nuevas competencias en docencia o en administración de servicios de salud? ¡Si mis profesores no las tenían! De allí los errores actuales en pensar o creer que para ser especialista en cirugía plástica o medicina interna etc, con solo tomar una maestría puedan desarrollar estar competencias y de ahí los errores que estamos viviendo en muchas de estas áreas que han costado incluso vidas.
Actualmente hay todo un debate en puerta por que algunos centros educativos están abusando y engañan a profesionales de la salud haciéndoles creer que tienen maestrías y/o diplomados en determinadas áreas, que los hacen supuestamente competentes para poder operar o poder dar consultas como especialistas etc.
Si mandamos el mensaje a las nuevas generaciones que puedo faltar, puedo salirme en horarios de trabajo, etc., estaremos formando nuevas generaciones con un fallo sistemático del que hemos estado hablando. Alguna vez me tocó como docente visitar un hospital público y ver a una alumna en rotación dormir en un área de trabajo junto a su mentor, en plena mañana laboral, con quien estaba rotando en su servicio; ejemplos como este existen y son los que sistemáticamente van formando nuestro actual sistema de salud del que tanto nos quejamos, y del que muchas veces no somos conscientes o no queremos reconocer que somos parte del problema.
Desde hace varios años la OMS reconoce que en salud existen los llamados eventos adversos, donde 1 o hasta 4 de cada 10 pacientes atendidos en un centro hospitalario (depende de las estadísticas de cada centro y si es país de ingreso alto o bajo) va a sufrir un evento adverso, casi el 50% de estos eventos son prevenibles. De este tema nace una disciplina que actualmente se llama “Seguridad del Paciente”, hay incluso una resolución emitida por parte de la OMS que da lugar al Día Mundial de la Seguridad del Paciente” que se celebra en septiembre, y se genera la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente en 2004.
En México hasta el 2018 se estimaba que el 2% de los pacientes hospitalizados moría y el 8% padecía algún daño a causa de algún evento adverso relacionado con la seguridad del paciente, pero que hasta el 62% de estos eventos eran prevenibles. Con base en estas resoluciones de la OMS y en parte por los tratados de libre comercio entre México-USA-Canadá, existe en México desde 2007 el SiNaCEAM (Sistema Nacional de Certificación de Establecimientos de Atención Médica), es publicado en el Diario Oficial hasta el 2008. Este sistema de certificación está centrado en la seguridad del paciente y se conoce como Modelo de Seguridad del Paciente del Consejo de Salubridad General, este modelo pone la seguridad del paciente como principio fundamental en la atención sanitaria; por ello se considera un modelo de gestión de riesgos, cuya aspiración es que la ateción a los pacientes este libre de daño accidental y asegura que los hospitales tengan procesos operativos que minimicen la posibilidad de error y maximicen la probabilidad de evitarlos.
En teoría todos los hospitales tanto públicos como privados deberían tener un proceso de certificación el cual tiene estándares internacionales que deben cumplirse y son los que se evalúan para poder otorgar este grado de certificación. Esta certificación una vez que se logra, dependiedo del porcentaje de estándares acreditados, determina por cuánto tiempo va a mantenerse certificado el hospital y en qué tiempo se debe reacreditar. Estas certificaciones son una de las cosas que debemos retomar a la brevedad en cuanto se termine la pandemia o antes, ya que debemos mantener estos estándares de calidad en la atención a los pacientes.
Si bien el proceso de certificación centra su atención en la seguridad del paciente, y ya que se considera un modelo de gestión de riesgo, en la actualidad existe un área o disciplina que estudia estos riesgos y que al verse involucrado el recurso humano, sería prudente abordarlo desde el concepto del análisis de riesgo o confiabilidad integral, que incluye a la confiabilidad humana, este nuevo concepto seguramente se irá conociendo cada vez más ya que estudia precisamente la capacidad de desempeño eficiente y eficaz de las personas en todos los procesos, sin cometer errores tanto por la práctica como por el conocimiento; aún no es algo que se conozca del todo y se esté implementando en las unidades de salud pero ya se está tocando en foros de gestión de la salud por la importancia de enfocarse en la persona.
Además de los procesos internos, de los manuales, guías de manejo, está también la persona, sus conocimientos, la capacitación, el descanso del personal, los equipos y la seguridad de los mismos. Un personal que dobla turno en un área de terapia intensiva o urgencias por ejemplo, tendrá por su cansancio menos capacidad de reacción y posiblemente un procesamiento mental menos ágil que quien no lo está.
Un personal nuevo sin supervisión sobre sus procesos tendrá un mayor margen de error que quien sí tiene supervisión y se le conduce y guía en sus acciones. Un personal con menos capacitación estará en desventaja de quien si lo esté; y así, podría citar muchos ejemplos que involucran este concepto de confiabilidad humana y resaltar la importancia de por que saber y hablar de ello e involucrarlo en nuestros procesos.
Con lo anterior, intento resaltar que nos queda mucha tarea por realizar bajo este concepto del no mentir, no robar y no traicionar en relación a nuestro sistema de salud, pero sobre todo el enfoque a considerarnos piezas de cambio para poder avanzar y curar o mejorar nuestro sistema de salud, a dejar de ser parte del problema y ser mecanismos de solución, y ver que más allá de quienes dirigían o estén actualmente al frente de las instituciones o gobiernos, somos nosotros quienes igual enfermamos o somos nosotros quienes nos volvemos parte de ese sistema corrupto y corruptor y que debemos salir de estos círculos viciosos para al menos sentirnos satisfechos que aportamos, que somos parte de un circulo virtuoso que también se ve, que también se nota y que cuando las generaciones a nuestro alrededor lo ven, ya impactamos, ya sembramos semillas que a futuro florecerán y seguirán siendo parte de este círculo virtuoso que debemos fomentar y mantener.
Y cerramos esta segunda columna sobre nuestro sistema de salud con una frase de Einstein: “La vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.
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