El Instituto Estatal de las Mujeres (IEM) llevó a cabo este martes un círculo de reflexión más, con el propósito de arraigar una cultura que propicie la igualdad de género y contribuya a eliminar la violencia contra la población femenil.
La charla que abordó la temática “Los agresores no nacen, se hacen”, tuvo como ponente a la psicóloga Yasmín Adriana Vázquez Ortiz, profesional de la Dirección de Atención a Víctimas del organismo.
La experta explicó la diferencia entre un agresor o un hombre que ejerce violencia, dos conceptos, dijo, que ‘pueden sonar muy similares, pero tienen una connotación diferente’.
Señaló que la agresión es el acto de acometer a alguien para matarlo, herirlo o hacerle daño.
“Las conductas agresivas son parte de toda especie viva. Existen estructuras biológicas que al ser estimuladas disparan una respuesta negativa; esta agresividad aparece en situaciones como amenaza de territorio, fuente de alimentación, reproducción o la vida”, precisó.
Anotó que la agresividad es un instinto natural que el hombre lleva consigo desde su nacimiento y que comparte con los animales.
“Este instinto nos sirve para estar alerta, defendernos y adaptarnos al entorno; por lo tanto, la agresividad es biológica, instintiva y está regulada por reacciones neuroquímicas”
En el ejercicio de sensibilización transmitido a través de las plataformas Zoom y Facebook Live, Vázquez Ortiz apuntó que la violencia es el uso de la fuerza para conseguir un fin o dominar a alguien o imponer algo.
Según la OMS, añadió, es el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.
La funcionaria del IEM señaló que la violencia es una conducta que no es normal, es un comportamiento que se va aprendiendo o adquiriendo, a diferencia de la agresión que surge de un instinto natural, y tiene mucho qué ver con los antecedentes familiares
“Cuando los niños carecen de un espacio o un ambiente sano donde desarrollarse, evidentemente irán adquiriendo una forma errónea de cómo deben de comportarse para obtener lo que necesitan”, concluyó.