Emilio

Columna: Prospectiva

Emilio

Por: Emilio de Ygartua M.

PRIMERA PARTE

*Tensión entre EU y China

*El amor se acaba

Las tensiones entre Estados Unidos y China han venido escalando a niveles que generan justificada incertidumbre y preocupación. Al inicio del presente siglo, luego del ataque del 11 de septiembre del 2001, el presidente George W. Bush puso en marcha un operativo interno y externo orientado a enfrentar a un terrorismo islámico que se había convertido en un peligro para las naciones occidentales. Miles de millones de dólares fueron destinados a esta campaña que tuvo como escenario un mundo unipolar resultado de la desintegración de la URSS en 1991.

En ese contexto, China, que a partir de 1975 inició la larga marcha que lo convirtió, en muy poco tiempo, en la segunda potencia económica mundial, para sorpresa de muchos que, me incluyo, pensamos que esa escalada tardaría mucho tiempo, fue demandando cada vez más su protagonismo en el concierto internacional.

El éxito de su modelo híbrido, capitalista en lo económico, socialista en lo político y social, permitió elevar los estándares de una población que antes de este giro, impulsado por Deng Xiaoping, se encontraba en niveles de pobreza extrema que ponían en evidencia la inoperancia de un modelo socialista incapaz de revertir el escenario anterior al triunfo de la revolución comunista.

China despertó, como ya lo anticipaba Napoleón I en 1814. El desarrollo económico de esta nación asiática fue capaz de generar niveles de bienestar para un porcentaje elevado de su población lo que permitió al “padre” de esta transformación arrancarle a la nomenclatura china los cambios legislativos necesarios para que la locomotora pudiera acelerar la marcha y llegar a una meta que entonces parecía una utopía, un estadio inalcanzable.

Esta nación asiática, que apenas en 1973 logró que el presidente Richard Nixon la ubicara en el radar y la observara como una pieza importante de la estrategia geopolítica de los Estados Unidos, que en ese momento vivía su mayor infortunio político-militar, su derrota en la guerra de Vietnam, que colapsó a una sociedad acostumbrada a los éxitos militares en todos los frentes de batalla presentados.

De entonces a la fecha, China ha avanzado de manera exponencial en lo económico, sí, pero esta circunstancia está concatenada con el crecimiento de su influencia y presencia en el concierto internacional, y, también, del aumento de su arsenal militar derivado de los excedentes económicos que devienen de su éxito en los mercados internacionales en los que hoy tiene un evidente predominio, aunque ello no sea aceptado por el mandatario de los Estados Unidos.

El amor se acaba

El establecimiento de las relaciones diplomáticas entre China y los Estados Unidos en aquel lejano verano de 1973, trajo consigo que la nación asiática se convirtiera en parte del selecto grupo de cinco países que de manera permanente integran, con otros diez, el Consejo de Seguridad de la ONU, espacio alcanzado merced a la abierta intervención de Washington que de esa manera fragilizaba la influencia de la URSS en ese grupo, al tiempo le daban una “patada en salva sea la parte” a su aliada y socia económica: Taiwán.

No olvidemos que derivado del triunfo de los comunistas chinos, en 1949, se puso punto final a la Revolución que inicia en la tercera década del siglo pasado, cuando Mao Zedong se rebela a la autoridad de Chang Kai-shek, líder del partido nacionalista (Kuomintang), fundado por su suegro, el doctor Sun Yat-sen en la primera década del siglo XX, constituido en ariete de la estrategia orientada a terminar con la monarquía e impulsar la construcción de una república en ese país.

La guerra civil,que tuvo lugar entre 1930 y 1949, enfrentó, de un lado, a los nacionalistas, del otro, a los comunistas.

Estos dos actores antagónicos tuvieron que hacer una pausa en sus diferendos debido a la invasión japonesa que dio lugar a la segunda guerra sino-japonesa que se libró entre el 7 de julio de 1937 y el 9 de septiembre de 1945.  Este conflicto bélico, que fue el mayor en Asia en el siglo XX, causó más del 90% de las víctimas de la guerra del Pacífico. Se calcula que 20 millones de personas, la mayoría civiles, perdieron la vida. En septiembre de 1945, el Imperio de Japón se retira del Sudeste asiático, luego de su rendición, abandonando Manchuria, aunque se mantuvieron en el sur hasta el retiro definitivo en 1949.

Desde luego, esta derrota está ligada a la capitulación de la nación del Imperio del Sol Naciente derivado de los bombardeos atómicos que en agosto de ese mismo realizó la aviación de los Estados Unidos, poniendo punto final a la Segunda Guerra Mundial, con la anterior capitulación de Italia y Alemania.

Cumplido el objetivo de expulsar a los invasores de su territorio, los comunistas chinos, liderados por Mao Tse-Tung, tomaron el control del país instalando un gobierno que centralizó el poder en el Partido Comunista. Mao delineó el futuro de la nación impulsando un gobierno popular bajo los principios del marxismo-leninismo, sumando las tesis maoístas.

Los nacionalistas chinos,derrotados por el Ejército Rojo, recibieron el apoyo de los Estados Unidos que protegió su salida de la China continental, para instalarse en la antes llamada Formosa (colonia portuguesa), hoy Taiwán, cuya capital es Taipéi.

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