Emilio

Columna: Enfoque médico

Por: Dr. Elías Córdova Sastré

Alzheimer, depresión y el problema de los ultraprocesados

Si un estudio realizado en Nueva Zelanda confirmó que el 80% de los alimentos en venta en un supermercado eran del grupo de los alimentos y bebidas ultraprocesados, ¿se pueden imaginar el porcentaje de estos en un supermercado mexicano? o peor aún, el porcentaje de estos alimentos en las tiendas que encontramos casi en cada esquina en México, esas que han desplazado a las antiguas tienditas de las colonias. No recuerdo entrar en una de ellas y ver algo diferente a lo que hoy conocemos como alimentos y bebidas ultraprocesados, este término que se acuñó por primera vez en el 2009 forma parte de una clasificación que se maneja hasta nuestros tiempos y correlacionó el aumento en las tasas de obesidad con el aumento en la ingesta de este tipo de alimentos.

No es difícil saber cuando estamos frente a uno de estos tipos de alimentos ya que los conocemos popularmente como comida chatarra o botana en nuestras mesas, son una mezcla de sal, azúcar, aceites y grasas, y actualmente se les adicionan saborizantes, edulcorantes, colorantes, entre otros aditivos con la finalidad de imitar cualidades sensoriales de los alimentos no procesados (frutas, verduras, semillas, carnes) o bien para ocultar las cualidades no atractivas del producto final. Son más bien formulaciones industriales principalmente a base de sustancias extraídas o derivadas de alimentos; se incluyen en ellos tanto los refrescos como los jugos y las bebidas azucaradas, de las cuales ya hemos hablado sobre su relación directa con la diabetes y obesidad.

Todas las investigaciones actuales relacionados con este tipo de alimentos, han encontrado un aumento en su consumo y en la venta de ellos las cuales han ido creciendo en estos últimos años, y reflejándose más en países de menores ingresos. Un informe de la organización panamericana de la salud (OPS) sobre el consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas realizada en 7 países de la región de América Latina (México, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Venezuela) que en conjunto representan el 80% de la población de la región, reveló varios detalles que están preocupando como el hecho de que la mayor parte de las ventas de estos productos correspondió a los refrescos, galletas, jugos, bebidas azucaradas, dulces y panes industriales. La mitad de los azúcares presentes en estos alimentos correspondió a los refrescos y una quinta parte a jugos y bebidas azucaradas, mientras que la mitad de la grasa total y grasas saturadas estaba presente en las galletas, margarina y aceites para untar, y en las botanas dulces y saladas. En relación al sodio se encontró que la mitad procedía de las salsas y aderezos instantáneos y una cuarta parte se encontraba en galletas, pan industrial, aceites para untar y botanas dulces y saladas. Las ventas de estos productos son dos o tres veces superiores en México que en Perú y Colombia.

Existe un estudio sobre la carga mundial de enfermedades, lesiones y factores de riesgo donde se ha documentado que la nutrición deficiente es una causa importante de enfermedad y muerte, este tipo de alimentación contribuye en gran medida a la pérdida de años de vida saludable o los años vividos con alguna enfermedad. Por otro lado, recientes investigaciones están alarmando aun más por la relación que han encontrado entre el consumo de este tipo de alimentos y bebidas y la presencia o aumento en algunas enfermedades con deterioro cognitivo.

Las investigaciones actuales impactan por el conocimiento que se tiene ya que se ha encontrado que las personas que consumían más papas fritas, refrescos y otros alimentos y bebidas ultraprocesados, tenían más riesgo de demencia, y por cada 10% de aumento en al consumo de alimentos y bebidas ultraprocesados, el riesgo de demencia aumentaba un 25%. Pero por otro lado las investigaciones igual señalan que si bien el consumo de ellos aumenta el riesgo de demencia, el cambio en la dieta y la sola disminución en la ingesta de ellos, igual reducía el riesgo de presentarlos.

Decir riesgo de demencia es estar hablando de una enfermedad que desde hace años está impactando por el deterioro mental progresivo de los pacientes, este problema es conocido como Alzheimer. Esto es, entre más alimentos y bebidas ultraprocesados consumamos mayor es el riesgo de presentar Alzheimer, demencia vascular y otros tipos de demencia. Estamos hablando que actualmente en mucho de nuestros hogares se consume hasta un 80% de este tipo de alimentos y bebidas y lo que hemos comentado en otras columnas en relación a la encuesta sobre nutrición (ENSANUT) que la población Infanto-juvenil de 1 a 19 años en más del 85% ya ha consumido este tipo de bebidas y alimentos ultraprocesados.

Es por ellos que la OPS y la OMS están alertando sobre el preocupante avance de los alimentos y bebidas ultraprocesados en la dieta y sus efectos en la salud, y es precisamente el actual etiquetado de los alimentos parte de un plan para regular el mercado y revertir esta tendencia.

Las investigaciones han señalado que si sustituimos un 10% de los alimentos y bebidas ultraprocesados que consumimos habitualmente, se reduce un 19% el riesgo de demencia y un 22% el riesgo de demencia vascular. En el congreso internacional sobre Alzheimer efectuado este 2022 se presentó un estudio donde confirman el efecto de los alimentos y bebidas ultraprocesados en el cerebro, a mayor ingesta de ellos, mayor deterioro de la función cognitiva ejecutiva y global. Consumir más de 20% de calorías diaria de estos alimentos constituye una tasa de deterioro cognitivo global del 28% y de la función ejecutiva hasta un 25% comparados contra los que no consumen esta cantidad. Para una persona que ingiere una cantidad aproximada de 2 mil kcal al día, un 20% de estas calorías lo proporcionan dos barras de obleas cubiertas de chocolate o 5 rebanadas de pan o cerca de 1/3 de un paquete de papas fritas de 240grs.

Por otro lado y por si fuera poco, igual existen estudios que están relacionando la asociación entre la ingesta de este tipo de alimentos y la presencia de depresión. Estudios han mostrado un aumento de hasta 22% entre la ingesta de ellos y el riesgo de sufrir depresión que tarda 2-10 años en aparecer. Una de las teorías que se vierten en relación a este hecho es el efecto que tienen este tipo de alimentos sobre el llamado microbioma intestinal (la cantidad de bacterias que tenemos en el intestino y el balance de ellas entre las que son protectoras y las que no lo son) y la inflamación asociada.

Un estudio realizado en Estados Unidos ha evidenciado que la ingesta de estos alimentos y bebidas ultraprocesados en los jóvenes de 2 a 19 años, ha aumentado hasta 7 puntos porcentuales en el último año y bajo la ingesta de alimentos no procesados (frutas, verduras, carnes, semillas, cereales) hasta 5 puntos porcentuales.

Realmente es un tema de debate y preocupación por el evidente problema que tenemos en México con respecto a los índices de obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, depresión y Alzheimer; ya se ha documentado la relación directa entre la presencia de estas enfermedades y el consumo de bebidas y alimentos ultraprocesados, ya se logró dar un paso importante en el etiquetado de productos y el gravado de impuestos a estos mismo, pero el paso más importante es el que debemos dar todos en nuestros hogares para poder impactar sobre manera y bajar estos índices alarmantes.

Ya nos mostró la ENSANUT el problema que estamos teniendo desde temprana edad, si seguimos en esta ruta el panorama que se vislumbra es realmente complicado pues la carga de enfermedades no transmisibles será cada vez mayor y el presupuesto o gasto en salud que esto representa complicará la toma de decisiones en las diferentes secretarías del Estado. Debemos dejar de culpar al Estado y hacernos responsables de nuestro propio deterioro, debemos hace conciencia del daño que nos estamos haciendo y del daño que hacemos con nuestra población Infanto-juvenil al llevarles este tipo de alimentos a nuestras mesas, es hora de tomar buenas decisiones y mejorar nuestro estado de salud.

“Cuando tienes que tomar una decisión y no la tomas, eso es en sí mismo una decisión” (William James)

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