Por:Ana Laura Martínez
¿Cómo aprender a pasar las olas?
Me abraza un mar en calma. Esas fueron las palabras con las que concluí esta columna la semana pasada. Hoy, empiezo a escribirte sintiéndome en extremo lejana a ese sentimiento. El mar no produjo olas el día de hoy, se encuentra con un oleaje sublime, que solo va y viene, pero que no cuenta con la fuerza para producir un oleaje, ni siquiera de pequeña oscilación. Ayer rompí en llanto. Sí. Sentí una total incomprensión ante como la vida me lleva a replantear mi camino una vez más. Cuando creo que me siento en control y que finalmente puedo empezar a encaminarme hacia mi destino, me aconsejaron que debo parar en seco un espacio donde podía alzar mi voz. Un instante, un momento y no tuve control sobre el peso que oprimía mi alma. Me encuentro en un completo desconsuelo, al sentirme tan atada de manos.
Considero que una de mis grandes virtudes, es tener un gran escuchar, ¿pero esto de qué va? Va de mucho, porque me encuentro en la Ciudad de México y mi alma siente un fuerte deseo por estar a orillas del mar. Simplemente parada ahí, en ese espacio en el cual la arena es arena y el mar la cubre, para después alejarse, estando mis pies de por medio, estando mi piel de por medio, estando mi sostén de por medio.Imaginando esto, he caído en cuenta que dentro de un mes cumpliré 43 años y se cumple un año más sin que mi novela “Rescátame de la muerte” se publique.
En el transcurso de la mañana, me preguntó una amiga que qué pienso hacer en mi cumpleaños y mi respuesta fue simple: “Estar en PAZ”. Los últimos meses me he dedicado a cerrar heridas, a sacar fuerzas que por momentos me hacen sentir débil, a aguantar, aguantar y aguantar… ¿Cómo se le explica al alma qué tipo de paz se desea? Y cuando me planteo dicha pregunta, mi alma me arroja la respuesta, la cual radica en el querer, produciendo una canción desesperada. De querer y no poder. De querer, querer tanto y no poder, en la cual mi voz interna me dice, Ana Laura, calma, tu mar en calma te abraza y no te va a soltar, te protege, está ahí para ti incondicionalmente. Pero ese mar en calma se encuentra a la distancia y por momentos esa separación empieza a doler. Es muy difícil comprender cómo la vida nos puede cambiar nuestra historia súbitamente y que debemos tener claridad para poder esperar a que los tiempos sean los correctos.
Siendote honesta, jamás pensé que esto me fuera a suceder. Sin embargo, analizando mi antigua vida, y viviendo mi hoy ahora, pienso que no tengo nada más que agradecer de que esa vida que vivía se haya ido.Todo ha valido la pena. Ha sido por un bien mayor, un mar que me abraza en una ola eterna y que me ha hecho mucho mejor de lo que era.
Envuelta en esa ola eterna, he entendido el concepto de eternidad, de permanencia, de distancia y sobre todo, he aprendido tanto, pero tanto del amor. Escribiéndote estas palabras, he realizado una catarsis: he decidido dejarme ir, dejar fluir mis pensamientos y aunque apenas han pasado segundos, no puedo parar. Porque hoy ante este mar sin olas, cierro los ojos y evoco mi capacidad de imaginación, dibujando en mi mente la estrujante fuerza de tu abrazo, a pesar de ante mis ojos, mi mar se encuentra en calma.
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