El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial coinciden en que el año que viene «hay un riesgo real» de recesión, así lo dijo el presidente del Banco Mundial, el estadounidense David Malpass, durante una charla con la directora gerente del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva.
Ambos dirigentes internacionales aseguraron que este riesgo viene provocado como consecuencia del impacto de las «actuales turbulencias» y el endurecimiento de las condiciones de financiación por las subidas de tipos de interés para «domar la elevada inflación».
En este sentido, el presidente del Banco Mundial destacó la «desaceleración» en curso de las economías avanzadas, así como el impacto que representa para las economías emergentes y en desarrollo «la depreciación de las monedas respecto al dólar», que ha agravado los problemas de deuda, para lo que las subidas de tipos de interés implican «una carga adicional», aseveró.
Por su parte, Georgieva advirtió que alrededor de una tercera parte de la economía mundial sufrirá «dos trimestres consecutivos de contracción», es decir que, según los manuales de Economía entrarían en una recesión técnica.
Por tanto, las previsiones del FMI prevén que la pérdida de producción de la economía mundial hasta 2026 alcanzará los 4 billones de euros, una cifra equivalente al PIB de Alemania.
Aun así, existe un atisbo de esperanza. El economista jefe de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial. Ayhan Kose asegura en una entrevista, tras la publicación del su informe de previsiones, que «existe una posibilidad remota de que la economía mundial no se vea afectada por una recesión y que «ojalá se produzca un aterrizaje suave», dijo.
Aun así, el experto recalcó que hay «dos razones importantes» para preocuparse de la probabilidad de una recesión mundial. La primera es que «antes de las grandes recesiones se observa una debilidad en la economía mundial» y todos los indicadores económicos marcan esa desaceleración que Kose definió como «abrupta».
La segunda razón que puede llevar a ver una recesión mundial a inicios de 2023 encaja perfectamente con el argumento de Georgieva, y es que existe «una debilidad generalizada en los principales motores de la economía mundial: la zona euro, China y Estados Unidos».
Ante esto, Kose dice que la incertidumbre de estos tiempos «hace difícil» que estas economías diseñen políticas efectivas para frenar la posible inflación y eso genera cierta complicación a la hora de hacer predicciones de lo que sucederá a final de año.
En este sentido, el experto apunta a que «la reciente aplicación de políticas más restrictivas en materia monetaria y fiscal probablemente resulte útil para la inflación», pero esa sincronía entre los países a la hora de aplicarlas «podrían agravar tanto el endurecimiento de las condiciones financieras como la agudización de la desaceleración del crecimiento mundial», advirtió.