Por: Emilio de Ygartua M.
“Hacer política obliga a evitar el
envejecimiento de las ideas y el
deterioro de los métodos de acción”
Jesús Reyes Heroles
El domingo 16 de octubre, en el marco de la apertura del XX Congreso del Partido Comunista chino, que ayer domingo lo ratificó para un tercer período, algo que no lograron en su momento ni Mao Zedong, ni Deng Xiaoping, Xi Jinping advirtió que no va a renunciar “al uso de la fuerza armada” para lograr la reunificación con Taiwán, mensaje que escala la preocupación planetaria ante un escenario sumamente inestable derivado de los riesgos cada día más tangibles del estallido de un conflicto bélico de escala mundial.
A ocho meses exactos de la invasión rusa a Ucrania, que está lejos de llegar a su fin, escuchar el discurso de XI genera preocupación por el tono y, sobre todo, por el hecho de que su visión del escenario mundial lo ha llevado a considerar que es el tiempo de que China desplace a los Estados Unidos que, desde el fin de la Guerra Fría, ha desempeñado un papel hegemónico, unipolar, luego de la caída del Muro de Berlín (1989) y la desintegración de la URSS (1991).
El presidente chino, ratificado para un período de cinco años más, planteó que, ante un mundo que presenta “bruscos cambios”, es urgente construir un “nuevo tipo de relaciones internacionales”. Guillermo Abril (“El País”, 16 de octubre 2022), relata que el discurso de Xi Jinping, de dos horas de duración, pasó revista a asuntos torales como la economía y la pandemia; el desarrollo tecnológico y militar que hoy navega por las aguas turbulentas del teatro geopolítico.
El ratificado líder chino destacó, en distintos momentos de su alocución, “la salud” de la que goza el Partido Comunista, “el mayor partido gobernante marxista del mundo”, y de la modernización de esta ideología “con características chinas”. Xi señaló que los últimos cinco años, de los cuales rindió cuentas ante el pleno de su partido, “han sido tiempos fuera de lo común y extraordinarios”. Enfatizó que se vive “una compleja situación internacional”, con “bruscos cambio”, que plantea “desafíos nunca antes vistos”.
El mensaje conlleva un subliminal pero muy claro mensaje hacia los Estados Unidos. “El mundo se encuentra otra vez en una encrucijada histórica”, que para él es provocada “por actos de hegemonía, autoritarismo y matonismo [sic]”. ¿Qué es lo que plantea Xi frente a estos actos? Específicamente un nuevo tipo de relaciones internacionales, un nuevo orden mundial, como ya lo ha planteado su todavía aliado, el presidente ruso Vladimir Putin.
“¿Qué efectos está teniendo en Washington este tipo de discursos? Las áreas responsables de la estrategia nacional de seguridad han alertado que “el gigante asiático es el único país que manifiesta su clara intención de reconfigurar el orden internacional, al tiempo que pretende reconfigurar, también, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico”, como basamento para alcanzar el primer objetivo.
Este planteamiento no deja el menor espacio para la duda. La relación entre China y los Estados Unidos vive hoy sus momentos más tensos, en mucho, por el antagonismo que se fermentó durante el gobierno de Donald Trump, que no se atemperó con su sucesor, no obstante las promesas de campaña, al contrario, Joe Biden ha profundizado la guerra comercial con China que ha transitado del bloqueo del 5G al bloqueo en la fabricación de semiconductores en el país asiático.
Esos dos temas explican en mucho la polarización, sí, pero no podemos obviar que lo que atempero aún más las discordias y fragilizó la relación fue el viaje a Taipéi, en agosto de este año, de la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, visita calificada como una falta de respeto por Pekín que, de inmediato, desplegó ejercicios militares en el Estrecho y rompió la cooperación con Washington en temas clave como el del cambio climático.
En este discurso tampoco no estuvo ausente Hong Kong. En razón de lo que él ha llamado los “desarrollos turbulentos” (las manifestaciones de los paraguas amarillos y de los jóvenes que han expresado su oposición a medidas limitativas y autoritarias), externó que “el Gobierno Central ha ejercido, lo seguirá haciendo, su jurisdicción para asegurar que la isla “sea gobernada por los patriotas”.
“Restauramos el orden”, señaló en alusión a las acciones implementadas por el Movimiento Pro democrático que ha luchado por preservar los derechos del territorio autónomo frente a la Ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín. Mano dura y centralización del poder, será la tónica de los próximos cinco años.
“Sírvete de la ausencia para
acrecentar el respeto y el honor”
Décimo sexta Ley del Poder
Robert Greene
Ante la ratificación de Xi Jinping como líder de la nación asiática, lo urgente es entender cómo China buscará cambiar el orden mundial y sustentar su estrategia para lograr nuevos equilibrios de potencia. En esta estrategia, el líder chino considera primordial la relativización de los derechos humanos cuya tesis parte de que los externos no intervengan ni califiquen lo que el gobierno de Xi considera un tema interno.“Pleno respeto a nuestra soberanía”.
El otro eje que se ha trazado es el fortalecimiento de los lazos con el Sur Global enfocándose en la “Ruta de la Seda” que tan buenos resultados le ha generado en la construcciónde alianzas en la zona asiática, en África y en América Latina. Andrea Rizzi (“El País”, 16 octubre 2022), un agudo y bien documentado analista sobre China y la geopolítica plantea que: “Tras décadas de crecimiento con un ritmo y características con escasos parangones en la historia, China es hoy, indiscutiblemente, una potencia global”.
Testigo de lo expresado por Xi Jinping en el marco del XX Congreso de Partido Comunista de China, Rizzi comparte que, si bien la narrativa oficial no abandonó sus características prudentes y elípticas, puso a la luz algunas pistas “reveladoras” de las intenciones de fondo, entre ellas una propuesta de “rejuvenecimiento” colectivo cuyo objetivo es que el país recupere su lugar histórico “a veces asociado con el concepto de Reino del Medio, de potencia central.”
Cuando se habla de rejuvenecimiento tenemos que entender que este concepto tiene diferentes acepciones. Abarca desde aspectos poblacionales, “envejecimiento de la población”, pasando por lo ideológico y por losdesarrollos tecnológicos. En el primer punto, el gobierno chino se ha tardado en enfrentar un serio problema demográfico: el envejecimiento de la población y el faltante de jóvenes que puedan hacerse cargo del relevo generacional.
Recordemos que en los años setenta del siglo pasado China fue prácticamente obligada por Occidente a implementar acciones orientadas a reducir el crecimiento poblacional mediante programas como “una familia un hijo” que premiaba el nacimiento de hijos varones lo que dio lugar a aberrantes decisiones de las familias que sacrificaron a las féminas. China redujo notablemente su crecimiento demográfico lo que trajo consigo una grave distorsión que es necesario atender: más hombres que mujeres.Xi Jinping propone un programa que incentive la natalidad, que esperamos no repita los errores del pasado.
El envejecimiento de la población llegó acompañado de otro problema. China, a diferencia del común denominador de los países que presentan asimetrías entre el Norte industrializado y el Sur agrícola, tiene esa dicotomía entre región oriental muy desarrollada y una región occidental con enormes rezagos sociales, económicos y tecnológicos. La población de la zona desarrollada ha accedido a beneficios en materia de salud, educación y a planes de jubilación que permiten atender los requerimientos derivados del envejecimiento. El reverso de la moneda lo tenemos en la región occidental que no ha crecido con la misma velocidad y que evidencia enormes desigualdades. La gran mayoría de los adultos mayores de esa zona no cuentan con un programa de jubilación o pensión.
“Los ingenuos no son los que tienen
ideales, sino los que incursionan en la
política careciendo de ellos”
Jesús Reyes Heroles
En lo ideológico, Xi promueve una actualización de las corrientes de pensamiento que dan soporte al modelo chino desde antes de la revolución y que se han preservado con algunas adecuaciones en los tiempos de Mao y de Deng Xiaoping.
En este planteamiento ideológico caben, incluso, las tesis confucianas cuyo arraigo a la cultura de ese país no tiene discusión. En lo tecnológico, el gobierno chino ha declarado formalmente la guerra a Occidente, en particular a los Estados Unidos nación empeñada en evitar que la nación asiática escale en este terreno.
Todo lo anterior constituye un marco descriptivo del hacia dónde se quiere caminar. La propuesta no excluye el pasado glorioso, pero tampoco elude reconocer Momentos críticos, como el del llamado “Gran Salto Adelante” (1958-1962), liderado por Mao Zedong, cuyo objetivo era transitar del modelo agrario al modelo industrial, con algunos elementos símiles a los exitosos planes quinquenales impulsados por José Stalin en la Unión Soviética. El proyecto chino terminó en desgracia provocando una devastadora hambruna que provocó la muerte de 45 millones de personas.
Imposible dejar de reconocer el aporte al gran cambio alcanzado por en esa nación merced al liderazgo de Deng Xiaoping, quien el 18 de diciembre de 1978 logró que el Partido Comunista impulsara un cambio de rumbo. El significado de ese cambio, establece Xulio Ríos (“El País”, 18 diciembre del 2018) trasciende el reformismo económico. El especialista en temas de Asia, recalca que “en la historia contemporánea de China, el año 1978 marca un punto de inflexión”. Al cumplirse 40 años del inicio de la política de reforma y apertura, Ríos plantea en su artículo que este cambio, propiciado por Deng, “abrió un nuevo tiempo en el proceso iniciado en 1949, cuando Mao Zedong proclamó que esa nación se había `puesto en pie´.
El analista no elude señalar que el largo mandato del “Gran Timonel” (de Mao), estuvo salpicado “de graves errores y tensiones, en una pugna interna constante entre quienes privilegiaban el cambio de mentalidad frente a quienes primaban la transformación de la realidad material”.
Este escenario, poco propicio para avanzar en la lógica dialéctica fundamento de la revolución, pudo revertirse, primero, derivado del fallecimiento, 1976, de MaoZedong, y del ascenso al poder de Deng Xiaoping, el llamado “El Pequeño Timonel”, que tuvo “el atrevimiento y la originalidad de proponer la construcción del socialismo dando unrodeo por el capitalismo”.
No podemos entender lo que hoy quiere implementar Xi Jinping, sin comprender el legado histórico de Deng. Su aporte estriba en el hecho de que, al tiempo que quebró la autarquía defendida por Mao, puso punto final al aislamiento milenario del Imperio del Centro. Modernización y rehabilitación fueron los dos ejes de su propuesta. La propuesta de Jinping, retoma estos dos elementos.
Deng reconcilió a China con la tradición. “La modernización impulsada por Deng, a diferencia de los movimientos occidentalizadores de finales del siglo XIX, y hasta del propio maoísmo, sentaba las bases de una revitalización que les reconciliaría con su propia cultura”. Lo anterior permitió que, en muy corto tiempo, se fortaleciera el “progresivo eclecticismo ideológico”, lo que hizo posible que el PCCh aceptara nuevas interpretaciones de las grandes corrientes del pensamiento clásico chino, “haciendo las paces, incluso, con el confucianismo, tan reaccionario a los ojos de Mao”.
“No todo lo nuevo es bueno
ni todo lo viejo es malo”
Jesús Reyes Heroles
Lo que ha propuesto Xi Jinping en el XX Congreso del Partido Comunista no se puede disociar, no se debe dejar de ver, con sus obvias adecuaciones, como una herencia de lo que durante su mandato logró Deng. “Las consecuencias del giro denguista están a la vista: un crecimiento económico exponencial, enormes alteraciones sociales, una nueva proyección en el mundo y, del otro lado de la moneda, lo que hay que hay enfrentar: desequilibrios y desigualdades quizá en mayor magnitud de lo imaginado”, que tienen que transitar a una fase de corrección en este tercer quinquenio de Xi quien, según varios analistas, comparte los grandes ejes del modelo económico impulsado por Deng.
Lo cierto, es que para que este nuevo mandato sea exitoso, a él le corresponde culminar la transformación para hacer de China el país grande y poderoso que ansiaba Deng. Esta compleja tarea le reserva un espacio singular en el olimpo chino a quien hoy ha logrado lo que no pudieron ni Mao, ni el propio Xiaoping, un tercer mandato.
Al cumplir cien años de fundado el Partido Comunista chino, se presentan nuevos retos, sí, pero también la oportunidad de lograr un verdadero salto adelante para convertir a China en la nación más poderosa del orbe. ¿Lo permitirá Estados Unidos? ¿Podrá Joe Biden, atrapado en su propio laberinto, al tiempo enfrentar lo interno, que no le es favorable, y lo externo, donde ha apostado a mantener una hegemonía y un liderazgo mundial?No se puede obviar lo ocurrido el último día del Congreso: la “invitación” a abandonar la sala de quien fuera presidente de 2003 a 2013, Hu Jintao. ¿Problemas de salud o el inicio de las purgas estalinianas?
“Ten a los demás en la incertidumbre:
cultiva un aspecto de imprevisibilidad”
Décima séptima Ley del Poder
Robert Greene
Las turbulencias geopolíticas tienen prendidas las alarmas: ¿Transitemos a una guerra de gran escala, al “Armagedón nuclear” que avista Joe Biden?Está más cerca que nunca desde la crisis de los misiles en Cuba, que este mes cumple 60 años. El escenario mundial no podía ser más turbulento: inflación galopante, riesgo de una recesión que acrecentaría más la pobreza y la desigualdad. Riesgos sanitarios al no poder levantar la bandera blanca por el COVID-19. Cambio climático que se muestra cada día con mayor virulencia. Organismos internacionales obsoletos y disfuncionales, como la ONU, a la que el Papa Francisco ha pedido, con las otras muchas voces, una apertura al cambio.
En tanto, el mundo sigue girando, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, en un escenario de polarización del cual no se escapa nadie, ni México, ni China, o Estados Unidos. En Reino Unido, luego de 45 días, Liz Truss, que pasará a la historia como “Liz la breve”, dimite como primer ministro. Sucedió a Boris Johnson envuelto en controversias por su papel fiestero en las horas más intensas de la pandemia, lo paradójico es que quien fue defenestrado hace menos de dos meses pudiera regresar al número 10 de Dawnig Street.
La que fuera canciller en el gobierno Johnson perdió la brújula desde el primer minuto. Bajó los impuestos a ricos y a grandes empresas en el momento que sus gobernados, los no afortunados, recienten los efectos del Brexit, de la pandemia y de una crisis económica escalada por la invasión rusa a Ucrania.
Si las cosas estaban mal, se pusieron peor. Liberales, laboristas y el gobierno escocés, que está trabajando una nueva consulta independentista, exigen anticipo de elecciones. Los torys, que hoy gobiernan, saben que las posibilidades de una derrota son muy altas.
En Europa las cosas no están mejor. Emmanuel Macron, quien ganó la reelección presidencial a Marie LePen, no pudo contener la presencia de las izquierdas y de la extrema derecha en el Congreso que impedirá que tenga un gobierno de mayoría como en su primer quinquenio. Nuevamente tiene en las calles a miles de manifestantes que exigen medidas para frenar la inflación y un incremento de salarios para recuperar la capacidad de compra perdido por el alza de los precios y el aumento en las tasas de interés que está a punto de provocar una crisis hipotecaria como ocurrió en el 2008.
En el continente americano, estamos a pocos días de que se celebre en Brasil la segunda vuelta. El próximo domingo acudirán nuevamente a sufragar los brasileños. Lo que, según las en cuestas, sería una victoria holgada de Inacio Lula da Silva, resultó un combate mucho más apretado.
El candidato del Partido del Trabajo se ha tendido que esforzar no sólo por contar con apoyo de los tres candidatos que quedaron excluidos en la primera vuelta, además, convencer a los indecisos que voten por él. El debate ha sido áspero;Jair Bolsonaro ha demostrado que su conservadurismo radical sí ha permeado y que cuenta con más adeptos que los que él mismo pensaba.
Me parece que Lula será el vencedor, pero tendrá que cohabitar con una derecha recalcitrante, retrógrada, que le pondrá muchas piedras en el camino, como ya lo resienten Boric en Chile y Petro en Colombia. En estos tres países, es necesario no perder de vista a las fuerzas armadas, históricamente refractarias a los cambios que beneficien a las grandes mayorías.
Con justificada razón, tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador, como el titular de la secretaría de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, resaltan las características de nuestras fuerzas armadas, que son pueblo,cuya institucionalidad y lealtad son de sobra conocidas. Por ello el responsable de la política interior recorre al país para pedir a las legislaturas locales validen la reforma constitucional que mantendrá hasta el 2028 a las fuerzas armadas en tareas de seguridad. Las encuestas muestran, sin lugar a duda, que la población avala en su mayoría esta reforma.“Hay que escuchar siempre al pueblo”, sobre aquellos que en público se niegan atender el exhorto, pero en privado piden el apoyo de las fuerzas armadas para contener a los grupos delincuenciales que los han desbordado.