Labios prominentes y pintados, maquillaje “bien cargado” y un cuerpo operado: las mujeres “buchonas” y la cultura del narco que las rodea es cada vez más imitado por las mujeres, pero la búsqueda de esta forma de vida es, sobre todo en Sinaloa, un riesgo mortal que algunas están dispuestas a tomar, señalan quienes se han adentrado en este tema.
El término ha evolucionado. Si antes las “buchonas” eran solamente aquellas parejas de capos o narcotraficantes que presumían sin timidez los lujos y la extravagancia a la que tenían acceso, ahora se ha extendido más allá. Ya no hace falta “ser” una de ellas. En la época de las redes sociales, lo importante es “parecer” una de ellas.
“Es una cultura muy pronunciada en Culiacán y tiene que ver con la fascinación de las mujeres de todas las clases sociales. En general fue un fenómeno de las clases altas de Sinaloa y ya es mucho más universal. En parte es porque hay muchos médicos operando que no tienen la capacidad y están engañando a estas mujeres o enganchándolas. La narcocultura se ha vuelto muy aspiracional para los jóvenes de México”, señala en entrevista Deborah Bonello, editora de VICE digital para Latinoamérica.
“En Sinaloa está el Cártel de Sinaloa, donde todos los jefes y esposas de ellos son como la realeza informal y han creado una cultura que los admira a ellos, lo cual está muy amplificado en medios sociales, hay muchos jóvenes que aspiran a eso, es una moda generalizada en Sinaloa”, añadió Bonello, quien publicó hace unos días un artículo sobre el tema, “Las mujeres están muriendo en busca del cuerpo de ‘buchona’ de las esposas del narco”.
Las redes, donde proliferan los hashtags e incluso las “influencers buchonas” no dejan duda en cuanto al espejo en el que estas mujeres buscan mirarse: se trata de Emma Coronel, la última esposa de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, exlíder del Cártel de Sinaloa y hoy en prisión de por vida en Estados Unidos. La madre de las dos hijas menores del capo también se encuentra en prisión, pero se espera que salga en septiembre de 2023, luego de ser condenada por asociación ilícita para traficar drogas y lavado de dinero, también en Estados Unidos.
Coronel, quien en su juventud fue reina de belleza en Durango, se convirtió en la “buchona” de referencia por su estilo y por su forma de mostrarlo: ya fuera en las audiencias de Guzmán Loera o en sus fotos de Instagram, la mujer vestía ropa de lujo, joyas y un físico cada vez más exagerado, que fue replicado cada vez más, tanto en redes como en la vida real.
En uno de los videos con más vistas —1.1 millones hasta ahora— en el hashtag #buchonas de TikTok, un video muestra la foto de Coronel con una corona de oro y la frase: “Mi sueño es ser como ella”. Los tutoriales sobre cómo ser una “auténtica buchona” y las recomendaciones abundan cada vez con mayor flujo también en Instagram, donde incluso algunas tiendas locales de ropa usan el hashtag para vender sus prendas.
“El punto de este tipo de cirugía no es que tú te veas como que pasaste un año en el gimnasio, el punto es que te veas que tienes con lo cual pagar e invertir en tu cuerpo, lo cual es una muestra de tus ingresos, tu nivel de vida y eso todo se deriva del narcotráfico”, señala Bonello.
CLÍNICAS CLANDESTINAS Y MUERTES CLANDESTINAS
Ante la demanda, la oferta ha comenzado a aparecer. En este caso, de forma irregular, con clínicas clandestinas en Culiacán, Los Mochis, Mazatlán y el resto del estado.
“La cirugía plástica en Culiacán es muy común. Yo diría que el 30 por ciento de mujeres que ves alrededor de ti han tenido algún tipo de tratamiento, la cosa con estas clínicas es que no se pueden detectar si no hay reporte, porque no tienen anuncios, operan de forma clandestina”, explica Bonello.
Para evitar la ley, estas clínicas operan en la mayor clandestinidad. Son establecimientos que no se publicitan, que no se anuncian y que mucho menos colocan señales en los inmuebles donde operan sobre los procedimientos que se llevan al interior. “Es un trabajo difícil porque cómo puedes detectar algo que no se ve, no puedes estar tocando la casa de cada puerta”, completa la reportera.
Las clínicas clandestinas traen consigo muertes clandestinas. “Es difícil diagnosticar qué tan grande es el problema, porque muchas mujeres, si mueren de este tipo de cirugía, no se registra en el Gobierno como tal el hecho, no dice en el acta de defunción que eso fue la causa, podría ser que sí fuera la causa pero lo van a anotar como choque séptico, o cosas así, que no mencionan a la clínica. Especialistas con los que hablé piensan que son muchas pero no se ven oficialmente”, detalla Bonello.
“Lo que se me hace lo más audaz es que estos médicos se atreven a abrir a alguien. Si no estás calificado no sólo como cirujano sino como cirujano plástico, cómo te atreves a exponer a alguien así. Eso es lo que se me hace lo más prepotente de la gente que está operando de esta forma”, añade.
La opción de operarse, de hacerse una “lipo”, está tan extendida y arraigada que, en una simple búsqueda en Facebook, YouTube y otras redes sociales es posible encontrar grupos donde se dan consejos para enfrentar un procedimiento de este tipo, sitios recomendados, “tips” para lo que viene tras la cirugía. Hay grupos en Culiacán, pero también en Jalisco e incluso en el Estado de México.
Las mujeres que deciden operarse lo hacen en algunos casos incluso a sabiendas de los riesgos que enfrentan. Paulina Ramírez, de quien Bonello cuenta su historia, acudió operarse a uno de estos establecimientos clandestinos a pesar de la advertencia de sus familiares. La doctora que la operó le perforó seis veces sus órganos internos, pues era una médico general sin ninguna especialidad. La muchacha de 26 años murió en marzo, consecuencia de la “mini lipo” que buscaba hacerse.
“La industria vale mucho dinero en Sinaloa”, señala Bonello. “No creo que sea un lugar único, están Brasil, Venezuela y Colombia, pasa estos niveles de cirugías también en Los Ángeles. Siento que el vínculo que tiene con el narcotráfico sí está muy pronunciado en Sinaloa, pero el tema de la cirugía pirata está en todo México, el look siento que es muy particular en Sinaloa, pero en general estas cirugías ‘chafas, piratas’, están en todo el país y me imagino en la región”, completa.
UN PROBLEMA EXTENDIDO
Y es que el problema de las clínicas irregulares va más allá de Sinaloa y de las “buchonas”. Ya en 2018, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) emitió una alerta sanitaria ante el crecimiento de las clínicas de cirugía estética irregulares. “Se ha identificado un crecimiento en la prestación de servicios de cirugía estética a través de establecimientos o locales privados, sin que cuenten con los avisos ni las autorizaciones sanitarias conducentes”, informó en aquel momento.
Para septiembre de aquel año, la dependencia había publicado una lista de 510 establecimientos que presentaron irregularidades y explicó que los tratamientos se ofertan sobre todo “por internet, en medios impresos como periódicos de mayor circulación, volantes, mantas en domicilios diversos, revistas de renombre entre otros, en los cuales, la práctica más común es ofertar los servicios a bajo costo y sin internamiento del paciente”.
En mayo de 2022, Alejandro Svarch, titular de Cofepris, destacó que este tipo de clínicas “carecen de infraestructura, carecen de personal médico capacitado y utilizan insumos no autorizados o caducos”. “Muchas veces estos insumos son realmente robos al sector público que derivan en estas clínicas subóptimas. También estas clínicas carecen de permisos sanitarios”, dijo durante la conferencia matutina del Presidente Andrés Manuel López Obrador, donde confirmó que habían clausurado 78 clínicas de este tipo en el país durante 2022, que sumarían al menos 81 con otras tres clínicas cerradas en agosto.
Los casos cubiertos por medios locales en el último año revelan los peligros a los que se enfrentan las mujeres que acuden a estos sitios. En marzo pasado, Anahy, madre de tres adolescentes en Mazatlán, murió luego de recibir inyecciones de aceite de cocina y vitamina A en los glúteos, en una clínica clandestina.
Entre julio y agosto de este año, por ejemplo, al menos tres personas murieron por cirugías estéticas realizadas en clínicas clandestinas en Tijuana, Baja California. El caso más destacado: la clínica Jerusalem, donde murió María José Chacón Herrera, esposa del cónsul de Guatemala en Denver, Colorado, Henry Ortiz, tenía suspensión desde el 31 de enero y clausura definitiva desde el 20 de abril, reveló Zeta.
LOS “ALUCINES”, LA CONTRACARA DE LAS “BUCHONAS”
Además de las “buchonas”, los “alucines” también buscan, entre los hombres, imitar esa vida de lujo y presunción que las primeras intentan con operaciones. En el caso del “alucín”, llamado así derivado del verbo “alucinar”, se ha convertido en una tendencia en redes, sobre todo en TikTok, en la cual sus simpatizantes y seguidores adoptan conductas que hacen apología al narcotráfico, y a sus personajes más representativos.
Hombres a bordo de camionetas (o “trocas”), con ropa de marcas o de copias relativas a aquellas que suelen usar los narcos, además de sombreros o gorras, se pueden ver por cientos en redes. Incluso en sus videos publicados, los “alucines” imitan el acento norteño de Sinaloa y las regiones adyacentes, así como la jerga de la narcocultura.
Los videos más populares tienen entre dos y 10 millones de reproducciones. Algunos recomiendan cómo vestirse “alucín” sin gastar mucho dinero. Los tutoriales son los que más visitas concentran. En otros, jóvenes interpretan narcocorridos y en algunos más, otros se mofan de los mismos “alucines” e incluso replican sus videos de forma paródica.
“Sin duda sigue establecida la cultura del narco, ellos ven las figuras del ‘Chapo’, del ‘Mayo‘ [Ismael Zambada] como héroes locales, bandidos que llegaron a la lista de Forbes y de las más famosas del estado y del mundo con una fortuna. Detrás de esta aspiración hay admiración para el narco y todo lo que generan, sus ingresos”, concluye Bonello.