Por: Emilio de Ygartua M.
“Menosprecia las cosas que no puedes poseer: ignorarlas es la mejor venganza”
Trigésima sexta Ley del Poder
Robert Green
La cumbre de líderes de América del Norte concentró nuestra atención porque la agenda incluía asuntos de especial relevancia para las tres naciones. Seguramente la relatoría de los opuestos al régimen, y su corifeo de editorialistas y medios de comunicación empeñados en imponer la narrativa del fracaso permanente, insistirán en que este cónclave evidenció las diferencias entre México y los Estados Unidos. Jamás aceptarán avances e insistirán en la crítica grosera e irrespetuosa hacia el mandatario mexicano.
Desde la llegada de Joe Biden al nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), atendiendo la solicitud de Andrés Manuel López Obrador, y el lunes del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se puedo observar una actitud colaborativa de los dos visitantes. Los comentarios del mandatario de los Estados Unidos sobre este aeródromo no le deben haber simpatizado a los detractores de esta obra aeroportuaria que sustituyó al Aeropuerto de Texcoco cuya cancelación provocó ira y ha dejado una herida profunda en aquellos que, peso a los argumentos técnicos y financieros, no aceptan la inviabilidad del proyecto y, mucho menos, reconocen los intereses económicos detrás de esta obra.
El presidente de los EUA dijo a su homólogo mexicano que al aeropuerto al que arribaba reúne los elementos necesarios para ofrecer un servicio de calidad. No se si estos comentarios positivos tengan efecto en sus detractores. Sin duda, seguirán con su mismo discurso, sobre todo, mientras no se atiendan los faltantes que deben ser atendidos a la mayor brevedad posible. Me refiero a la conectividad y a otros servicios fundamentales para la óptima operación de una obra de esa envergadura que contribuirá a descongestionar al Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México.
Por ello, es necesario incrementar la productividad del nuevo aeropuerto. El responsable de este señaló, en el evento inaugural realizado en marzo del año pasado, que a finales de este se habrían atendido a 2.2 millones de pasajeros. Lo cierto es que la cifra fue de un poco menos de la mitad. No ayudó, desde luego, el que se mantenga el nivel 2 impuesto por las autoridades aeronáuticas de los Estados Unidos.
Para aumentar su operación se ha considerado un plan que también contribuya a incrementar la competitividad en un sector que hoy está lejos de ofrecer precios y servicios de la calidad que se merecen los usuarios. Es una propuesta riesgosa, sí, una estrategia radical. El presidente López Obrador propone la autorización del llamado “cabotaje”, una política de “cielos abiertos” que permitiría a líneas aéreas extranjeras mover pasajeros y carga al interior de nuestro territorio.
El objetivo es, insisto, generar una mayor competitividad y mejor conectividad, obligando a los oferentes locales a un brindar un mejor servicio con precios más accesibles a la población que los que hoy imperan en mercado que no obedecen sólo al aumento en el precio de los combustibles, sino en el propósito de las empresas aéreas de recuperar lo perdido a causa de la pandemia y las restricciones que de ella derivaron.
Aeroméxico y Volaris han manifestado su oposición a esta iniciativa, sumando a sindicatos de pilotos y personal de apoyo. Todos ellos argumentan que se alentaría una competencia inequitativa que “puede provocar la desaparición de las empresas aérea existentes.” No obvio mencionar que estas dos empresas tienen ya una presencia mayoritaria de capital extranjero. La primera, se debe recordar, recién ha salido de su estatus de “empresa en quiebra técnica” luego de acogerse al Capítulo 11, y gracias al apoyo de Delta Airlines que se ha convertido en la socia mayoritaria. Por su parte, Viva Aerobús no se ha pronunciado al respecto, sin embargo, por ser una línea aérea de bajo costo es verdad que le resultaría difícil reducir sus costos de operación para enfrentar esta nueva competencia.
En este escenario, pronto reaparecerá Mexicana de Aviación, empresa quebrada hace trece años a causa de los pésimos manejos del grupo comandado por Gastón Azcárraga, dejando sin empleo a cientos de pilotos, azafatas, personal administrativo y de apoyo. Muchas familias quedaron totalmente desamparadas ante la ceguera de los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto. El gobierno de López Obrador ha planteado una estrategia que si bien es cierto que no resarcirá totalmente el daño económico sufrido por los trabajadores de la extinta empresa recibirán un derivado de la compra de la marca.
Esto porque la iniciativa presidencial parte de la idea de comprar los derechos de uso de la marca de la empresa nacida en 1921, para se convierta en la plataforma de operación de una nueva línea aérea dirigida por la SEDEN que lleve el nombre de Mexicana de Aviación.
La iniciativa ha generado una reacción opuesta de algunos sectores que señalan que se están gastando 815 millones de pesos del erario “para comprar fierros viejos”, al tiempo que pronostican el fracaso de esta empresa fundados en el recurrente y muy conocido argumento de que “el sector público no sabe cómo hacer productiva una empresa”.
Hay muchos ejemplos que demuestran lo contrario. Los datos que se aportan en la sección económica de Excélsior, publicados el pasado martes de 10 de enero, son muy ilustrativos, nos recuerdan los fracasos de empresas aeronáuticas privadas a causa de “su mala administración y un exceso en la extracción de rentas y de discrecionalidad que ha afectado la competencia en el sector aéreo del país”.
El periódico de circulación nacional acudió a especialistas en la materia como Fernando Gómez Suárez quien señaló que: “El principal motivo de la quiebra de aerolíneas privadas en nuestro país está relacionado con deficiencias y fallas en su administración. También ha existido un abuso sobre los dividendos que estas generan. Ha sido desproporcionado porque tenemos empresas pobres y accionistas ricos”.
Esta ha sido la razón principal de la quiebra de muchas empresas que vale la pena recordar: Taesa (2000), Líneas Aéreas Azteca (2007), Aerocalifornia (2008), Alma de México (2008), Aviacsa (2009), Mexicana (2010), Interjet (2021) y Aeromar, que este año se sumará a la lista.
Antes de pasar al tema de la Cumbre de Líderes de Norteamericana celebrada la semana pasada en nuestro país, es necesario enfatizar que la crisis del sector aeronáutico en México debe atribuirse a las malas decisiones de los consejos de administración de empresas como Mexicana bajo la tutela de Gastón Azcárraga, prófugo en Nueva York y gozando de total impunidad. De Interjet, presidida por Miguel Alemán Magnani, quien hizo la graciosa huida sin enfrentar las consecuencias y dejando en el desamparo a cientos de trabajadores y a sus familias. Aeromar, en manos de Zvi Katz, que sobrevuela en quiebra técnica y que acaba de perder sus derechos de uso del hangar en el Aeropuerto de la CDMX a causa de una deuda de más de 500 millones de pesos al propio aeródromo.
“No olvidemos que nunca hay ausencia de poder”
Jesús Reyes Heroles
La Cumbre llamada de los “Tres amigos”, generó enormes y justificadas expectativas. Señalamos la semana pasada que se haría en un entorno complicado, polarizado en muchos sentidos y con evidentes discrepancias en varios de los temas de la agenda. Aparentemente se excluyó de ella lo relacionado con la reforma eléctrica y la molestia que ella provocó en empresarios de Estados Unidos y Canadá, sin embargo, el primer ministro de esta última nación logró el compromiso del presidente de México de atenderlos. El tabasqueño recibirá a los tres empresarios; seguramente mantendrá firme el argumento de que la Suprema Corte ha mandatado el cumplimiento estricto de lo que establece la Ley Energética.
Con el jefe de Gobierno del país de la hoja de Maple se realizó una reunión bilateral el miércoles 11, cuando ya había regresado a Washington el presidente Joe Biden. Los acuerdos con el gobierno de Canadá no resultan tan trascendentales porque está claro que nuestra relación es más lejana y menos complicada que con el país con el que compartimos una frontera de más de tres mil kilómetros, sin embargo, Trudeau, en un comunicado oficial agradeció la anfitrionía y calificó la reunión como productiva y como un espacio que permitió construir ideas comunes en beneficio de los tres países.
Por ejemplo, se lograron acuerdos relacionados con los pueblos originarios, al tiempo que se festejaba que ambas naciones habían logrado una victoria muy importante porque en el panel de controversias del T-MEC el gobierno de Estados Unidos aceptó modificar su propuesta relativa al porcentaje de contenido de origen en la fabricación de automóviles, propuesta unilateral que dañaba severamente a la industria automotriz canadiense y mexicana.
Previamente, el martes 10, Trudeau, y los presidentes de Estados Unidos y México suscribieron un importante acuerdo que derivará en la creación de un grupo integrado por representantes de los tres países orientado a establecer estrategias para promover la sustitución de importaciones.
También se aceptó la convocatoria del presidente Biden para que los tres países sumen sus empeños y colaboren en la fabricación de semiconductores, en una clara intención de cerrar los espacios a China cuya presencia en el continente ha ido creciendo de manera significativa, en mucho, debido al abandono de los Estados Unidos de lo que para ellos sigue siendo su traspatio al que voltean a ver como un peligro por los flujos migratorios creciente y por el trasiego de las drogas cuyo crecimiento se debe esencialmente al aumento de “adictos” ubicados del otro lado de nuestra frontera norte.
Es cierto, el fentanilo se ha convertido en un problema de salud pública y es necesaria la cooperación de los gobiernos del sur para contener su tránsito hacia los Estados Unidos. Sin embargo, nuevamente el gobierno de ese país se empeña en señalar que este problema se resuelva acotando la oferta, pero negándose a aceptar y, sobre todo, a actuar, para que la demanda de esa y otras drogas se reduzca.
Las muertes en expansión son una justificada razón de preocupación, sin duda, pero desde hace décadas hay una ausencia total de medidas para convencer a la población de los riesgos que conlleva su consumo. Sin querer ser moralistas, pero es evidente que el crecimiento en el uso de estupefacientes en esa nación evidencia un grave problema social que en algún momento se ligó a temas de capacidad adquisitiva pero que en realidad evidencia a una sociedad con graves problemas existenciales manifiestos especialmente en el sector juvenil sin distingos de niveles sociales.
Drogas, xenofobia, laxitud en la regulación de la tenencia de armas, pérdida de valores, son elementos que ponen a la luz una grave enfermedad social que requiere de urgente atención. Los grandes imperios cayeron en desgracia cuando sus valores fundamentales se extraviaron y los excesos de todo tipo se convirtieron en parte de la cotidianidad. Los líderes abusaron del poder y del dinero para sustentar esos excesos, desatendiendo las necesidades básicas de la población aún en sociedades esclavistas, con mayor razón en un país que se autoproclama como el faro de la libertad y garante de la democracia.
“Arma espectáculos imponentes”
Trigésima séptima Ley del Poder
Robert Greene
“Reconocemos que usted es el primer mandatario que no levanta un metro de muro en la frontera”, le señaló Andrés Manuel al presidente Biden, al tiempo que le pedía voltear la mirada hacia el sur y reconocer que han dejada abandonada a una región a la que ya no se puede ver como únicamente como zona de conflictos, de riesgo para la seguridad interna del Imperio, o como tierra de conquista cuando de lo que se trata es obtener beneficios por la explotación de sus recursos humanos y materiales.
Un programa que aliente el desarrollo, que revierta la pobreza y la marginación resulta urgente si en realidad se quiere poner un alto a los flujos migratorios que ya rebasaron el número de personas que, luego de la Segunda Guerra Mundial, buscaron cruzar la frontera para “vivir el sueño americano” que se ha convertido más bien en una pesadilla.
Miles de muertos han quedado en camino. Hoy, más que nunca, tenemos a migrantes atrapados y sin salida, obligados a mantenerse de este lado de la frontera luego de una expulsión que pasa por encima de derechos humanos y acuerdos internacionales que de manera cínica ha firmado Washington pero que han quedan en el olvido gracias a que la mayoritariamente conservadora, racista y xenofóbica Suprema Corte mantiene vigente la expulsión fast track de aquellos que cruzan la frontera “de manera ilegal”.
El boletín oficial de la Casa Blanca habla de buenos acuerdos, al tiempo que pondera la voluntad de los jefes de Estado de México y Canadá. Repito, la narrativa gubernamental en México pondera el cambio de actitud de los gobernantes de Estados Unidos y Canadá: respeto, amabilidad y compromiso. Como López Obrador, nosotros tenemos esperanza de que lo acordado en esta cumbre, lo que se hizo público y lo que no, se cumpla y que ello derive en una nueva época en la que sean más los consensos que los diferendos. Más el respeto y la cordialidad, que el ataque o la amenaza que a nada llevan.
Trudeau está viviendo el surgimiento de grupos políticos opuestos al régimen. Las últimas elecciones se convirtieron en un aviso que no se puede desatender. Canadá ha logrado altos estándares de vida. Tiene un sistema educativo público y privado sólido y coadyuvante. Su sector salud pudo enfrentar con buenos resultados la pandemia por COVID-19. Los canadienses tienen buenos estándares de vida, pero demanda por mejores condiciones crecen y, si no son atendidas, se convierten en bandera de grupos y partidos opositores. Justin ha aprendido recorriendo caminos espinosos.
Biden ha regresado a su país para continuar enfrentando los retos derivados de la pandemia, de la crisis económica, sí, pero su reto más grande es como enfrentar a Donald Trump, a sus aliados en el Congreso y en la Suprema Corte, empeñados en ponerle obstáculos y descarrilar a una administración sujeta con alfileres.
A menos de dos años de distancia de las elecciones para renovar la presidencia, lo hemos dicho, existe una enorme y justificada preocupación entre los demócratas porque no ven al actual mandatario con los arrestos para enfrentar al candidato republicano, sea este Donald Trump o el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
Kevin McCarthy logró, finalmente hacer realidad su sueño de convertirse en líder de la Cámara de Representantes, en el speaker, el tercero en línea descendente para ocupar la presidencia en caso de que faltaran el presidente o la vicepresidenta. Para lograr ese empoderamiento, tuvo que conceder muchas cosas a ese grupo disidente.
“Piensa como quieras, pero compórtate como los demás”
Trigésima octava Ley del Poder
Robert Greene
¿Qué tanto se comprometió? No tenemos todavía una información precisa, pero sabemos que ese grupo rebelde exige al líder de la Cámara Baja que frene todo intento de sancionar a su líder, Donald Trump ya sea por tener documentos clasificados en su casa de Florida o por su innegable participación en el ataque al Congreso de los Estados Unidos el 6 de enero de 2020.
Frente a esta postura poco se puede hacer. El haber encontrado en la casa de Biden papeles clasificados que jura no saber por qué están allí, lo ponen en una encrucijada similar al de su adversario. ¡Hagan su juego señoras y señores! El palenque está preparándose para los tiempos electorales.
Al mencionar ese nefando evento que puso en peligro la democracia en América (Alexis de Tocqueville), no podemos disociarlo de lo ocurrido en domingo antepasado en Brasilia donde un numeroso contingente proveniente en su gran mayoría de otras demarcaciones, especialmente de Rio de Janeiro y estados de la región sur, la más depauperada y, por ello, la más fácil de manipular con clásicos discursos con mucha luz, pero sin fondo.
Importante que los tres participantes de la Cumbre realizada en México el lunes, martes y miércoles de la semana pasada, hayan condenado el ataque a las instituciones democráticas y comprometido a trabajar a favor del desarrollo y el incremento de los ingresos en nuestro Estado. El respeto irrestricto de los derechos humanos debe ser salvaguarda permanente de todos los espacios nacionales e internacionales.
Lo ocurrido en domingo antepasado en la capital Brasilia, capital del país, evidencia la fragilidad de la democracia cuando, como lo receta (“La cuerda floja”) Enrique González Pedrero (1984-1989) si se descuida la flor, si se le abandona manteniéndonos impávidos ante aquellos que quieren que se marchite, la democracia fenecerá. La democracia es un factor esencial para cualquier nación que se quiere potenciar y convertirse en la locomotora del cambio.
Este lamentable evento orquestado para sacar a Inacio Lula da Silva de residencia oficial, es evidente, es una copia mala del perpetrado por Trump y sus aliados con la finalidad de evitar el arribo de Biden a la presidencia en enero del 2021. Lo que ocurrió en Washington el 6 de enero pasado, lo que ocurrió el domingo antepasado en Brasilia, no están desconectados. Jair Bolsonaro, que ya señaló en un efímero Twitter que su oponente es un tramposo, está radicando en Florida, cerca de la residencia de Donald Trump. En política no hay coincidencias. ¿Volverá a pasar un evento de este tipo más adelante? Ingenuo sería pensar lo contrario. Desde luego que los trumpianos y los bolsonaristas estarán viendo la brújula política con paciencia e insistencia. Sin embargo, el radicalismo bolsonarista es una ventana de oportunidad para que Lula, con un discurso a favor de la unidad, atraiga a los moderados y refuerce sus alianzas con las izquierdas.