Por: Emilio de Ygartua M.
“Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”
Benito Juárez García
El martes de la semana próxima celebraremos el natalicio de Benito Juárez García, ocurrido 217 años atrás. En estos momentos de polarización entre dos corrientes antagónicas, liberales y conservadores, símil a la que se vivió en nuestro país desde nuestra independencia, en 1821, hasta el triunfo del ejército republicano, liderado por el ilustre oaxaqueño nacido en 1806 en Guelatao, Oaxaca, es necesario tener presente los planteamientos y el actuar de quien se ganó a ley ser considerado “Benemérito de las Américas”, por su lucha en contra de los afanes imperiales que ponían, y ponen, en riesgo la independencia y soberanía de las naciones.
Juárez no sólo enfrentó los vientos de la contrarreforma, al tiempo, la segunda presencia extranjera desde que obtuvimos nuestra independencia de España en 1821.
La primera llegó del norte, de los Estados Unidos, que a mediados del siglo XIX buscaban ampliar su territorio hacia el oeste y hacia el sur. Entre 1847 y 1848, México enfrentó a un ejército fundado en un naciente poderío y en una clara apetencia imperialista. En ese embate perdimos una buena parte del territorio heredo del fin de la colonia.
Años después, en 1862, producto de la derrota de los conservadores en la Guerra de los Tres Años (1858-1861), éstos promovieron una nueva ocupación extranjera, ahora encabezada por Francia, cuya pretensión era reestablecer en nuestro país una monarquía, al tiempo que sentar las bases para una mayor expansión en nuestro continente, como lo había anhelado Napoleón I, pero ahora impulsado por su sobrino nieto Napoleón III.
Al inicio del siglo XX, en el contexto de la Revolución Mexicana, luego de la derrota del gobierno espurio encabezado Victoriano Huerta, asesino de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, el gobierno de los Estados Unidos, que había participado flagrantemente en ese golpe de estado, decidió ocupar los puertos de Hermosillo y de Veracruz, amenazando al gobierno de Venustiano Carranza de avanzar en el territorio. El “Telegrama Zimmerman”, enviado en 1915 al “Barón de Cuatro Ciénegas” por el canciller alemán de ese apellido, invitándolo a aliarse, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, cambió radicalmente la postura del presidente Woodrow Wilson, que pronto reconoció a Carranza e incluso lo apoyo económica y militarmente para enfrentar a las huestes de Francisco Villa y de Emiliano Zapata.
Las intromisiones del gobierno estadounidense no terminaron con ese episodio. Si bien no se dieron con la presencia de efectivos militares en nuestro territorio, la diplomacia y las áreas de seguridad, han estado muy activas con presencia de personal de la CIA y de la DEA, en ocasiones autorizada, y en otras no.
Cuando a Washington no le gusta algo de nuestra política interior, lo hace saber de distintas maneras. Así ocurrió con eventos que provocaron irritación en el vecino del norte- “Un vecino distante”, como bien lo calificó Alan Riding en libro homónimo publicado en los años ochenta del siglo pasado. Eventos que encolerizaron a los gobiernos en turno: la expropiación petrolera en1938; el apoyo al triunfo de la revolución cubana en 1960; la nacionalización de la industria eléctrica en 1961; el movimiento estudiantil de 1968; la nacionalización de la banca en 1982, por mencionar algunas fechas en las que el gobierno de los EU se ha sentido incómodo con la política interior o exterior de México.
La semana pasada, en este espacio nos referimos a las imprudentes expresiones del vocero de la Secretaría de Estado de esa nación quién, un día después de la llamada “Marcha rosa” del 26 de febrero, manifestó que su país expresaba su preocupación por el riesgo que corría, “la independencia” de la institución responsable de la organización de los procesos electorales en México.
Si bien un funcionario de alto nivel de esa misma dependencia señaló que la relación con nuestro país es muy importante, Marcelo Ebrard no eludió el tema y en el marco de la reunión del G-20, aprovechó para pedirle a su homólogo, Antony Blinken, que no se intervenga en asuntos que corresponde resolver “únicamente” a los mexicanos.
“El Congreso es tan extraño. Un hombre se pone a hablar y no dice nada. Nadie lo escucha…y después todo el mundo está en desacuerdo”
Boris Marshalov, actor ruso
En esa estábamos cuando se empezó a difundir en diferentes medios de comunicación y en redes sociales, un documento en el que se manifiesta la propuesta de dos senadores republicanos que proponen que el gobierno federal considere a los cárteles mexicanos como “grupos terroristas internacionales” y, en consecuencia, que las fuerzas armadas aumenten su presencia en los 3 mil kilómetros de frontera que nos unen. ¿O nos separan?
Pero la iniciativa rebasó la frontera al pedir que las fuerzas armadas de los Estados Unidos ingresen a nuestro territorio para combatir a estos grupos delincuenciales. ¿En qué se basa esta intromisoria e irrespetuosa propuesta? Los dos legisladores promoventes aducen que estos cárteles están provocando la muerte de 80 mil personas al año por el consumo de fentanilo. ¿Por qué la propuesta de transitar la frontera? Para los promoventes republicanos el gobierno mexicano “no está haciendo su tarea de contener a estos grupos delincuenciales”.
Ante el rechazo de esta iniciativa por el presidente de México, en redes sociales preguntaron al mandatario si estaba con los cárteles o con la sociedad, cuestionamiento que reitera su falta de respeto a la soberanía de otra nación y, desde luego, al jefe de las instituciones federales.
López Obrador, además de condenar esta propuesta de dos miembros del Congreso de los EU que plantea que su Ejército actué contra el tráfico de este opioide, con una potencia superior a la morfina, señaló que esta iniciativa impulsada por congresistas republicanos, “es un acto de intervencionismo y propaganda estadounidense”.
No perdamos de vista que en México y en Estados Unidos son tiempos electorales. México y su gobierno serán parte del relleno de “las piñatas” y de su ruptura por parte de los conservadores.
La propuesta, bautizada como Resolución 18, promovida por los congresistas Dan Crenshow y Mike Walz, dos antiguos miembros de las fuerzas armadas de EU, ambos senadores del conservador Partido Republicano, presentada en el Congreso de Unión el pasado 12 de enero, también apunta a organizaciones criminales con actividades que causan “desestabilización regional en el hemisferio occidental”.
Andrés Manuel reiteró su crítica a lo que llamó “manía y mala costumbre” del vecino del norte de “considerarse el gobierno del mundo” e interferir en asuntos que conciernen internamente a los países. “Pero todavía es peor -agregó el tabasqueño- que quieran utilizar la fuerza militar para intervenir en la vida pública de otro país. O sea, invadir con la excusa de que van sobre narcotraficantes terroristas”.
Creo que hay algo peor, al interior del país, al amparo de la polarización, de las discrepancias entre el gobierno de López Obrador y los opositores al régimen, estos y sus corifeos en los medios de comunicación no sólo festinen esta iniciativa, sino que la justifiquen “porque el gobierno no está haciendo nada para contener a la delincuencia”.
Para nuevo infortunio de los contras, el miércoles pasado, Karine Jean-Pierre, vocera de la Casa Blanca, descartó que el gobierno de Estados Unidos vaya a designar a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas internacionales”, en tanto que el Pentágono, que también rechazo la propuesta republicana, señaló que esta “dañaría la relación con México”.
De los insultos salidos de la boca de una de los republicanos promoventes de esta iniciativa no vale la pena gastar tinta y papel. Son los mismo epítetos e insultos que diariamente salen de la boca de los contras locales. Nada nuevo bajo el sol desde el inicio de la gestión de López Obrador.
Sin duda, es momento de replantear la estrategia para el combate a la delincuencia sin olvidar las causas, la pobreza entre ellas, pero atendiendo de manera urgente los efectos. Está claro que el gobierno actual está enfrentando una herencia que hace difícil revertir este escenario.
Ha quedado en claro que quien desató la guerra contra estos grupos lo hizo con una visión parcial. La estrategia consistió en dejar al margen de esta guerra a un cartel que había pactado con quien era el responsable de esa tarea. Purgará en la cárcel el principal actor estos actos, pero ello no exime de culpa al que fue su jefe que hoy quiere eludir su responsabilidad.
La confrontación con el vecino del norte se acrecienta, al tema de la reforma eléctrica que es parte de una controversia comercial, se suman, la desaparición forzada de cuatro ciudadanos estadounidenses en un estado, Tamaulipas, controlado por estos grupos delincuenciales.
La muerte de dos de los cuatro secuestrados ha dado más argumentos a los que promueven la Resolución 18. Ken Salazar cambió el discurso y planteó un esfuerzo colaborativo para enfrentar a los cárteles. Punto a favor de la relación, el acuerdo para combatir en común el trasiego del fentanilo, a partir de que los Estados Unidos tiene que atender, al interior, a un creciente consumo desde la óptica de un problema de salud pública como ya lo hizo el gobierno canadiense con muy buenos resultados.
Sin embargo, no podemos olvidar la polémica por el maíz transgénico. La Representante Comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, anunció el lunes de la semana pasada que ha solicitado al gobierno mexicano “iniciar consultas técnicas para resolver una prohibición que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador impuso sobre el maíz transgénico”.
“Cuando hablas, procura que tus palabras sean mejores que tu silencio”
Proverbio indio
¿Por qué esa decisión? La oficina de la señora Tai considera que las restricciones impuestas por este decreto, las cuales refieren solamente al maíz de consumo humano, “no están basadas en conocimientos científicos”. Existe una controversia interna dado que hay investigadores mexicanos que señalan los riesgos de la ingesta de este tipo de productos, en tanto que otros plantean que es más un conflicto fundado en lo cultural que en la salud. Hay que señalar que México importa 3 mil millones de dólares de grano genéticamente modificado al año.
¿En qué se funda la decisión del gobierno de México? La secretaria de Comercio de México, Raquel Buenrostro, quien también está participando en el panel por la controversia derivada de la reforma eléctrica solicitado por Estados Unidos y Canadá, ha manifestado en diferentes momentos que el objetivo del Decreto presidencial “es preservar que la tortilla sea elaborada con maíz nativo, asegurando así, la conservación de la biodiversidad de las más de 64 razas de maíz, de las cuales, 59 son endémicas”.
¿Quién tiene la razón? Es necesario hacer un poco de historia. Alberto Bejar publicó en BBC News (23/09/09) un artículo que nos aporta antecedentes importantes para entender el porqué de esta polémica. “Después de una moratoria de 11 años, el gobierno mexicano [Felipe Calderón Hinojosa] autorizó 15 solicitudes para sembrar maíz genéticamente modificado, una decisión que causó polémica entre académicos y grupos ambientalistas por el efecto que tendría en variedades nativas.”
En ese entonces, María Elena Álvarez-Buylla [actual directora del CONACYT] investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, señaló que es imposible aislar cultivos modificados de las variedades criollas, sobre todo en este país que es centro de origen de decenas de variedades. “Los transgéneros se acumularán en las razas nativas, y eso conlleva incertidumbres inaceptables. Por eso la prohibición en otros países originales”, explicó la investigadora al reportero de BBC News.
La relatoría histórica es interesante ya que en 1998 [Ernesto Zedillo Ponce de León], la Secretaría de Agricultura y Medio Ambiente entregó los mencionados 15 permisos para cultivos experimentales en varios estados del país. Nueve de estos fueron otorgados a la empresa estadounidense Monsanto Comercial, y los seis restantes a Dow AgroScience/PHI México, lo que avivó la polémica.
¿Cuál es la principal razón de esta polémica? Además de la defensa de las más de 64 razas de maíz entes mencionadas, si bien tanto la FAO y como la OMS lo niegan, existe justificada preocupación por el hecho de que la siembra de maíz modificado utiliza el pesticida glifosato cuyos efectos dañinos para la salud humana están documentados.
Este pesticida fue creado nada más y nada menos que por la empresa Monsanto Comercial que ha sido involucrado en esquemas de corrupción. La simple duda de que este producto pueda causar cáncer obliga a pensar en su utilización. Los productores del maíz transgénico lo usan en su cultivo. En la lista de agentes cancerígenos publicada por la OMS se incluye este pesticida, pero este organismo subsidiario de la ONU señala que “no hay evidencia hasta ahora que permita establecer una relación causal certera”.
¿Qué hay detrás de la demanda de los Estados Unidos? Las declaraciones de la señora Tai nos dan una clara respuesta: “Las políticas de México amenazan con interrumpir miles de millones de dólares en el comercio y sofocarán la innovación que es necesaria para enfrentar la crisis climática y los desafíos de la seguridad alimentaria si no se abordan”.
Como se ve el factor económico tiene mucho peso. No se puede negar el problema alimentario que prevalece a nivel mundial, sin embargo, vale preguntarse si revertirlo justifica utilizar estas técnicas productivas que, al menos, generan enormes dudas por lo que muchos países las han considerado inaceptables.
Es posible que las consultas entre ambos países encuentren una ruta de salida. De cualquier manera, todo parece indicar que la decisión de México está tomada. Los permisos de liberación al ambiente de semillas de maíz genéticamente modificado y su uso para la alimentación humana ya no serán otorgados y los que fueron dados serán revocados.
El maíz genéticamente modificado para uso industrial sí se seguirá permitiendo, pero se han puesto en marcha acciones para sustituirle por completo antes del 31 de enero de 2024. En ese mismo período también se podrá usar este tipo de maíz para la alimentación animal, “siempre y cuando su uso no genere productos destinados a la alimentación humana”. Después de la fecha arriba mencionada, el maíz genéticamente modificado solo podrá usarse en la cadena de producción de otros productos como, cosméticos, textiles, calzado, papel y otros. ¿Fin de la polémica? Me parece que es tan solo el principio de una larga batalla en un entorno de relaciones ríspidas entre ambos gobiernos, polémica a la que se sumará Canadá con la misma postura que los Estados Unidos.
“El que quiere hacer algo, busca los medios, el que no, los obstáculos”
Yolanda Castro
La primera semana de febrero próximo pasado, la Universidad Olmeca fue la sede de un foro sobre las llamadas Smart Cities, organizado por mi muy querida amiga, Ofelia Garza, presidenta del Closter Nacional de Energía, a la que conocí gracias a Claudia Barraza, que es la presidenta del Closter de Energía en Tabasco, con la que mantenemos una estrecha y productiva vinculación.
Es este un tema de enorme trascendencia. Los gobiernos municipales de Centro y de Macuspana en nuestro estado vienen realizando acciones encaminadas a sumarse a este proyecto que ya cuenta a nivel mundial con ejemplos importantes muy importantes en ciudades como Bogotá, Nueva York, Londres, Tokio, Bilbao y Barcelona.
¿Qué son las Smart City o ciudades inteligentes? Jean-Luis Cohen (2012) las define como: “Ciudad que usa tecnologías de la información y de las comunicaciones para proporcionar servicios a los ciudadanos”. En ese contexto, estas ciudades abarcan temas como: sistemas de infraestructura, plataformas inteligentes, espacio urbano y energías renovables.
Podemos sintetizar que una Smart City busca, por medio de soluciones basadas en TIC, un desarrollo sostenible de la ciudad cuyo objetivo es “generar un gran impacto en la calidad de vida, productividad y competitividad.” Este tipo de ciudades tienen como prioridad colocar a las personas en el centro del desarrollo, incorporando a las tecnologías de información y comunicación a los procesos de gestión urbana.
La clave es que usas esas herramientas “para estimular la formación de un gobierno eficiente que incluya procesos de planificación colaborativa y participación urbana.” (Mauricio Bouskela, Marcia Casseb, Silba Bassi, 2016)
Desde el contexto de la creación de una ciudad inteligente y los retos sociales que ello conlleva, debemos de partir de la idea de que son ciudades inteligentes “aquellas que disponen de un sistema de innovación y de trabajo en red para dotar a las ciudades de un modelo de mejora de la eficiencia económica y política permitiendo el desarrollo social, cultural y urbano.”
En el libros “La inteligencia de territorios Supercities” (Alfonso Vergara y Juan Luis Rivas, Fundación Metrópoli, enero 2016) los autores establecen en la introducción de esta obra que: “Nuestras ciudades, casi siempre con recursos económicos limitados, con periodos de gobierno cortos y con escaso poder políticos, deben afrontar retos formidables, por ello hemos denominado SuperCiudades a esta generación de lugares singulares que, a través del liderazgo, de la creatividad y de una visión compartida están generando un magnetismo especial y están desarrollando iniciativas y proyectos de gran impacto.”
¿Cuál debe ser el elemento principal para desarrollarlas? Las SuperCiudades están lideradas por actores que están alcanzado una relevancia creciente en nuestra sociedad: alcaldes con visión, profesionales, empresarios, artistas, funcionarios, académicos y ciudadanos comprometidos, que cuando son capaces de colaborar, alcanzan logros excepcionales al servicio de la comunidad.
En este punto, los autores, especialistas en la materia, precisan que: “Las SuperCiudades son capaces de dotarse de un proyecto inteligente y compartido de futuro y alcanzar resultados sorprendentes en materia de desarrollo económico, integración social y sostenibilidad ambiental.”
¿Cuáles son los retos, la ruta para estas SuperCiudades? Se deben adaptar para “operar en un entorno de una dimensión mayor que los términos municipales y áreas metropolitanas tradicionales y en un contexto más abierto de interrelaciones físicas y digitales.” De lo anterior se desprende que este tipo de ciudades se deben “desenvolver en una escala territorial y funcional nueva que estimula sinergias y complementariedades estratégicas.”
En este vasto libro, que invitamos a leer, se precisa que las SuperCiudades deben ser capaces de articular un “diálogo Inteligente” con los sistemas de ciudades y ecosistemas ambientales de su entorno como marco de referencia que permita descubrir sus oportunidades claves y su vocación futura.
“El último que ve el agua es el pez”
Marshal Mc Luhan
Al margen de su tamaño o de su nivel de desarrollo actual, las ciudades inteligentes “son territorios que buscan la excelencia y asumen el compromiso de contribuir, desde su ámbito de acción, a transformar el mundo, a ser un referente para otras ciudades.” Para ello, son capaces de descubrir su propia identidad y sus componentes de excelencia como base para definir su perfil urbano, activar sus redes de cooperación y desarrollar su propio proyecto de ciudad, como se explica a lo largo de este importante trabajo editorial.
Los autores nos recuerdan algo que no debemos pasar de largo: “Sabemos que no estamos viviendo sólo una época de cambios, sino un cambio de Época, marcado por la incertidumbre de los desafíos que debemos abordar.” ¿A qué se refieren? En este espacio hemos abordado de manera reiterada acerca de estos desafíos, de estos retos: crisis medioambiental, económica, de cohesión social o de equidad.
Coincido con lo planteado por los autores. Efectivamente, estas crisis son diferentes, sin embargo, están profundamente interconectadas, y, todas ellas se manifiestan en las ciudades de manera específica y profunda.
El libro en comento nos deja claro que “las ciudades son los espacios de referencia para afrontar estos retos y son también los espacios de la creatividad social y cultural por excelencia. La ciencia, el arte y la innovación tecnológica emergen con más facilidad en las ciudades, y también, el cambio social y los avances que hacen posibles mejoras universales en la calidad de vida de las personas.”
En esta ocasión sólo haré la introducción de una propuesta muy interesante que tiene que ver con lo anterior, resultado de las vivencias de la pandemia que nos obligó al confinamiento, a encuadrar nuestra vida cotidiana a un espacio muy breve, “el breve espacio”, diría el extrañado Pablo Milanés.
El colombiano Carlos Moreno es el creador del concepto de “Ciudades de los 15 minutos” una propuesta disruptiva que, de entrada, ya se ha ganado la “enemistad de los “conspiracionistas” de la ultraderecha que, lo señala Miguel Ángel Medina (“El País”, Madrid, 04 marzo 2023) “expande bulas sobre una idea que ya se aplica en urbes como París, Barcelona o Buenos Aires.” ¿Por qué quiere la moderna Santa Inquisición quemar en leña verde a Carlos Moreno? Se le acusa de “querer encerrar a los ciudadanos en su barrio”.
“Es un delirio”, responde en su defensa el colombiano. ¿Quién tiene la razón? El urbanista disruptivo o los negacionistas de la ultraderecha que se resisten a las vacunas y a los cambios sociales, y a este tipo de proyectos. Uno a uno los mitos construidos por los opositores al proyecto han sido refutados por Carlos Moreno.
El lunes 27 de marzo, porque el próximo lunes 20 no aparecerá nuestra Prospectiva por el asueto del natalicio de nuestro siempre admirado y recordado Benito Juárez García, nuestros lectores y lectoras podrán conocer sus argumentaciones y formar sus propios criterios.