Por: Dr. Elías Córdova Sastré
Hambre oculta
En 2022 la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), emite su “Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022”. Los datos que arrojan son alarmantes y preocupantes y deben conducirnos a ocuparnos en ello ya que se suman por un lado, y se incrementan por otro lado aspectos nutricionales que tienen que ver con la calidad energética de los alimentos y los llamados micronutrientes.
Se tienen datos estimados que una de cada dos embarazadas y alrededor de 4 de cada 10 niños en edad preescolar padecen anemia, esto conlleva ciertas complicaciones que tienen que ver con desenlaces poco satisfactorios en los embarazos, problemas en el desarrollo físico y cognitivo, incremento en la posibilidad que los niños enfermen, además que reduce la etapa productiva en edad adulta y es responsable hasta de un 20% del total de muertes maternas.
De forma general las Naciones Unidas reportan un incremento en las cifras de hambre en el mundo hasta los 828 millones de personas al 2021, esto es un aumento de 150 millones desde que inició la pandemia; estas cifras representan casi el 10% de la población mundial, este informe revela que se está produciendo un retroceso en los esfuerzos por eliminar el hambre y la malnutrición en el mundo.
Se reporta que 3 de cada 10 personas en el mundo viven inseguridad alimentaria de moderada a grave, esta inseguridad alimentaria tiene que ver con el hecho de no comer en algún momento del día o no tener acceso a alimentos en algún momento, y se estima que la cifra siga igual o peor para el 2030.
Durante mucho tiempo se pensó que con tener acceso a una cantidad suficiente de calorías se acabaría el problema. Hoy en día los tres alimentos básicos, el arroz, el maíz y el trigo, proporcionan para un tercio de la población cerca del 80% de las calorías diarias requeridas, sin embargo prácticamente no contienen micronutrientes esenciales; esto ha sido un error que cobrará facturas en los siguientes años, un grave error de cálculo.
Las dietas se han vuelto ricas en energía, pero pobre en nutrientes, las poblaciones están sobrealimentadas pero desnutridas.
A esto es lo que la OMS ha nombrado “Hambre oculta”; el hambre oculta es un problema mundial y se denomina “oculta” por que pasa desapercibida. Esta hambre oculta se refiere a la deficiencia de micronutrientes (vitaminas y minerales), es un desequilibrio en la alimentación derivado del consumo insuficiente o deficiente de los alimentos que son fuentes de estos micronutrientes esenciales, tales como frutas, legumbres y verduras, pescados y aceites vegetales, además de la leche y derivados.
El hambre oculta puede aparecer en personas que ingieren calorías de manera adecuada o en las que presentan exceso de peso u obesidad, esto es, el hambre oculta no solo afecta a personas que viven en situación de escasez o inseguridad alimentaria, sino también a los que consumen alimentos en exceso.
Las deficiencias más comunes son las de vitamina A, zinc, hierro y yodo. La deficiencia de vitamina A en la madre impide la adecuada maduración de los pulmones del feto y la falta de hierro fomenta la aparición de todo tipo de infecciones durante los primeros días de vida. La deficiencia crónica de vitamina A hace que los niños sufran pérdida de visión que pueden resultar en ceguera.
Un aporte deficiente de vitaminas, minerales y oligoelementos durante años debilita el cuerpo y afecta tanto que conduce a la muerte, pero esto es sólo la punta del iceberg, detrás de cada niño que fallece por hambre hay 10 niños con malnutrición que igual fallecen pero por enfermedades provocadas por la malnutrición. La malnutrición inicia desde el embarazo y tiene un impacto negativo en el desarrollo de los niños.
Pobreza y desnutrición crónica son inseparables, y para conocer los motivos del hambre oculta, hay que analizar y abordar las causas de pobreza. El arroz, el azúcar y las carnes de diversos tipos son los alimentos que más incentivos reciben a nivel mundial, mientras que las frutas y las hortalizas reciben un apoyo menor.
El primer grupo de alimentos que se deben incluir en los niños son los probióticos y prebióticos al consumir frutas, verduras y legumbres; el segundo grupo comprende el consumo de vitaminas y minerales como el calcio que se obtiene de la leche y sus derivados y es importante incluir hierro en la alimentación que se obtiene de la leche, carne, pollo y pescado.
Las personas comen lo que parece suficiente en cantidad, pero no están comiendo bien si nos fijamos en la calidad de los alimentos que consumen. Esto lo habíamos abordado en columnas anteriores cuando comentamos sobre el problema de los alimentos ultraprocesados, y lo podemos ver fácilmente en nuestro entorno al darnos una vuelta en cualquiera de las tiendas de autoservicio que están en nuestras esquinas donde más del 90% de lo que venden, se trata de estos tipos de productos elaborados.
La inflación, la guerra actual en Europa, la escasez de suministros etc, siguen generando incertidumbre en los mercados agrícolas lo cual causa preocupación ya que no se vislumbra una mejora al respecto.
De cierta forma esta hambre oculta ha generado un mercado en los productos que ahora abundan de suplementos de vitaminas y minerales como complemento de las dietas, hasta un 75% de adultos refieren haber tomado al menos un suplemento sin receta previa. Se debe tener cuidado con estas compras tanto en comercios como en internet ya que se han reportado casos de lesión hepática inducida por estos suplementos dietéticos y hierbas.
En palabras del Papa Francisco: “Con la Cruz, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre, en un mundo que, por otro lado, se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos”