Para analizar una de las etapas más importantes de la vida de las personas, el Instituto Estatal de las Mujeres (IEM) ofreció este miércoles el cortometraje “Catalina”, dentro de sus círculos de reflexión que presenta todos los días de manera virtual.
La maestra en nutrición clínica, Vanessa Fabiola Sotelo Turban, se encargó de moderar el cortometraje, que aborda la vida de Catalina, una mujer que por azares de la vida radica sola en una ciudad, se adentra en la tercera edad y no tiene compañía, salvo la soledad.
La también funcionaria del instituto opinó que el cortometraje, realizado en 2017 y reconocido con diversos premios, que la historia de Catalina es una de tantas que se viven en todo el mundo, personas que transitan por la tercera edad y enfrentan obstáculos.
La vida de Catalina es monótona, aburrida y guiada por un calendario que va tachando todos los días.
Aunque aparentemente Catalina es una mujer sociable, educada y respetuosa, la soledad es la que reina y conduce su vida.
Sin embargo, un día al regresar a su casa se encuentra con un mensaje en su puerta que no hace más que relanzar su esperanza y reavivar sus emociones.
Así, encuentra más recados, cartas y flores, que la estremecen y cambia su manera de ver la vida.
Decidida, monta guardia por varios días para descubrir quién le deja los mensajes y regalos. Pero pasan los días y no llega nadie.
Entonces, se desespera y se acentúa su tristeza, y decae en una fuerte etapa de depresión.
En una nueva salida, se topa en los jardines con un adulto de la tercera edad que se llama Bernardo, quien le dice una de las frases que aparecían en su puerta.
Y se entera que tiene problemas de memoria y que era quien le dejaba los recados y flores en su puerta.
Desde entonces se convierten en amigos, conviven, platican y por las tardes toman café.
“Siempre hay tiempo para una buena platica y un buen café. Lo que importa es estar ahí”, comenta Catalina y entiende que ayudar a Bernardo, también es ayudarse a sí misma.
Fabiola Sotelo Turban opinó que la historia de Catalina es una realidad que viven miles de mujeres adultas en todo el mundo, y que lo mejor que puede hacer nuestra sociedad es apoyarlas y brindarles todo el respaldo para que esa parte de su vida la pasen bien.
Destacó que, pese a que Catalina estaba sola, sin una aparente familia, no perdía el ánimo por vivir, y una vez que conoció a Bernardo, la sonrisa y alegría regresaron a su vida, y le inyectaron energía para estar bien y hacer frente a su destino.