Emilio

Columna: Enfoque Médico

Por: Dr. Elías Córdova Sastré

Trabajo infantil

Si bien existe un día especial para el día del trabajo infantil (desde 2002 se celebra el 12 de junio), es el 1 de mayo en que se celebra el día del trabajo en que me viene al pensamiento esta problemática que según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hay más de 160 millones de niños que trabajan, incluso antes de aprender a leer o escribir, por un lado porque justo un día antes se celebró el día del niñ@ y porque al siguiente el día del trabajo.

Se puede hablar de tareas infantiles, trabajo infantil y explotación; la OIT permite según la Convención No. 138 cualquier tipo de trabajo ligero que no interfiera con la educación a partir de los 12 años; pero el concepto de trabajo infantil está limitado a niñ@s menores de 12 años que trabajan en cualquier actividad económica, así como a los de 12 a 14 años que trabajan en un trabajo más que ligero, y a niños y niñas sometidos a las peores formas de trabajo como esclavitud, reclutamiento forzado, prostitución, la trata, la obligación de realizar actividades ilegales o la exposición a cualquier tipo de peligros.

Es pues toda actividad física, mental, social o moralmente perjudicial que priva a los niños y niñas de su niñez, potencial y dignidad, ya que interfiere con su educación, les impide realizar actividades propias de sus edades y limita su desarrollo pleno e integral.

En México poco menos del millón de niñ@s de entre 5 y 17 años trabajan jornadas de 35 horas y más a la semana. La mitad de esos niñ@s no asisten a la escuela. 1 de cada 6 menores de 14 años ya trabaja, lo que representa el 8.6% del total de niñ@s mexicanos.

Este concepto se contempla dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) en la meta 8.7; la situación de pobreza, el vivir solos, la falta de acceso a educación y el tráfico de niños son las principales causas de esta problemática.

El mayor porcentaje de trabajo infantil tiene lugar en las familias; se asocia a menudo con abandono escolar ya que son excluidos de la escuela a pesar de pertenecer al grupo de enseñanza obligatoria, lo cual limita e impacta su potencial para la vida en general. Este problema se vio incrementado por la pandemia de COVID ya que más niñ@s tuvieron que trabajar para solventar necesidades de la familia al morir sus padres o quedar desempleados por la pandemia. La agricultura es el sector que registra mayor ocupación laboral de niñ@s y adolescentes con poco más del 50% del total en el mundo.

Tres importantes instrumentos jurídicos internacionales sobre los derechos humanos y laborales, la Convención sobre los derechos del Niño, el Convenio de la OIT sobre la edad mínima (número 138) y el convenio de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil (número 182) ratificado universalmente, establecen los límites jurídicos del trabajo infantil y proporcionan las bases para tomar medidas a nivel nacional e internacional con miras a poner fin a este flagelo.

El concepto de trabajo ligero permite el empleo de personas a partir de los 13 años (o 12 años dependiendo de cada país) en trabajos ligeros a condición de que no sean susceptibles de perjudicar su salud o desarrollo, tampoco debe limitar la asistencia a la escuela, la participación en programas de orientación o formación profesional, ni la capacidad de beneficiarse de una instrucción.

Se considera trabajo peligroso aquel que por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños. Cada país determina su propia lista de trabajos peligrosos; la OIT insta a que se tenga en cuenta el trabajo que expone a los niñ@s a abusos de orden físico, emocional o sexual; los trabajos que se realizan bajo tierra, bajo el agua, en alturas peligrosas o en espacios cerrados; los trabajos que se realizan con maquinaria, equipos y herramientas peligrosas, o que conllevan la manipulación o el transporte manual de cargas pesadas; los trabajos realizados en un medio insalubre en el que los niños estén expuestos, por ejemplo, a sustancias, agentes o procesos peligrosos, o bien a temperaturas o niveles de ruido o de vibraciones que sean perjudiciales para la salud, y los trabajos que implican condiciones especialmente difíciles, como los horarios prolongados o nocturnos, o los trabajos que retienen injustificadamente al niño en los locales del empleador sin permitir que regrese a su hogar.

Sigue siendo difícil recabar datos reales y fiables sobre las peores formas de trabajo infantil peligroso como en el caso de los niños en régimen de servidumbre y trabajo forzoso o en explotación sexual comercial.

Los servicios domésticos no remunerados o tareas domésticas se refieren a los servicios no remunerados que los niños prestan en el propio hogar; como el cuidado de los miembros del hogar; la limpieza y las reparaciones menores en el hogar; la preparación y el servicio de comidas; el lavado y planchado de ropa; y el transporte o acompañamiento, de ida y vuelta, de miembros de la familia a la escuela y al trabajo. Por otro lado los servicios domésticos no remunerados peligrosos se refieren a los trabajos que se realizan con horarios prolongados, en un entorno insalubre, con equipos peligrosos o cargas pesadas y/o en lugares peligrosos.

La prevalencia del trabajo infantil en las zonas rurales es casi tres veces superior a la que se constata en las zonas urbanas. La prevalencia del trabajo infantil entre los niños es más elevada que entre las niñas en todos los grupos de edad. Los niños representan la mayor parte del total de niños y niñas en situación de trabajo infantil en todas las regiones.

No es sorprendente que el trabajo infantil sea más frecuente en los países de bajos ingresos. Más de la mitad de todo el trabajo infantil se concentra en los países de medianos ingresos.

El trabajo infantil disminuye a medida que aumenta el nivel de desarrollo humano.

Lograr la protección social universal, impulsar la educación de los niñ@s, acabar con las normas de género y discriminación, orientar los sistemas de protección de la infancia hacia la prevención y la respuesta, abordar el trabajo infantil en conflictos, catástrofes y otras crisis, adoptar marcos jurídicos adecuados y promover su cumplimiento, y hacer realidad la promesa de la cooperación y las alianzas internacionales son las propuestas para lograr poner fin al trabajo infantil ya que se ha hecho esta promesa a los niños y no hay tiempo que perder.

En palabras de Pitágoras. “Enseña a los niños, y no será necesario castigar a los hombres”.

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