Glenda Jackson, fallecida a los 87 años en su casa de Blackheath, en el sur de Londres, pasa a la historia por haber alcanzado la fama y la reputación como una de las mejores actrices de su generación para después entrar en política al ser elegida en 1992 diputada laborista y formar parte del Gobierno de Tony Blair.
Jackson es recordada por películas como A touch of class (1973), junto a George Segal, o Women in love (1970), así como por su famosa encarnación de la reina Isabel I de Inglaterra en la serie de televisión de la cadena británica BBC emitida en 1971.
Por sus interpretaciones en esos dos filmes fue galardonada con sendos premios Oscar a la mejor actriz.
Gran defensora de los derechos humanos, en particular los de la mujer, entre ellos el acceso al aborto, Jackson fue sensible hacia los problemas sociales del Reino Unido, lo que le llevó a unirse al Partido Laborista a principios de los años cincuenta.
DE ORIGEN HUMILDE AL ÉXITO DE HOLLYWOOD
Nacida el 9 de mayo de 1936 en Birkenhead, en el noroeste de Inglaterra, en el seno de una familia trabajadora -su padre fue albañil y su madre se dedicaba a la limpieza-, Jackson empezó trabajando en una farmacia hasta que en 1954 obtuvo una beca para estudiar en la Real Academia de Arte Dramático de Londres.
En agosto de 1958, Jackson se casó con el actor Roy Hodges, padre de su hijo Daniel (1969), pero la pareja se divorció en 1976.
Sus primeros trabajos fueron en teatro en 1957, como Mesas separadas, de Terence Rattingan, con gran acogida por parte del público y la crítica, pero entre 1958 y 1961 no pudo encontrar trabajo, lo que le llevó a buscar diversos empleos, entre ellos en una cafetería y atendiendo llamadas para una agencia de teatro.
Después hizo diversas interpretaciones en teatro, como en la obra US (1966), en el teatro Aldwych, y Negatives (1968).
Por su actuación como reina Isabel I, la actriz fue elogiada por la crítica y también por los historiadores, por considerar que se trató de la representación más precisa de la reina inglesa.
Después de que esta serie apareciera en la televisión de EU, Jackson obtuvo un premio Emmy. También interpretó a la soberana en la película Mary, Queen of Scots.
Entre otros premios en su país, la actriz fue galardonada con un BAFTA por su actuación en el filme Sunday Bloody Sunday (1971), en el que interpretaba a una empresaria divorciada que tenía una relación con un artista bisexual.
El director Melvin Frank quedó impresionado con las actuaciones de Jackson y la eligió para la comedia romántica A Touch of Class, un filme que resultó un éxito en EU y el Reino Unido, y años después ella y Segal volvieron a formar equipo en Lost and Found.
En 1978, la reina Isabel II la nombró Comandante de la Orden del Imperio Británico. Ese año volvió a la comedia con House Calls (1978), que protagonizó junto a Walter Matthau.
COMPROMETIDA CON ASUNTOS SOCIALES
A pesar de su éxito en el mundo del espectáculo, Jackson mantuvo siempre su compromiso con las causas sociales. En 1986 visitó Etiopía como parte de los esfuerzos de la organización humanitaria Oxfam para ayudar a atajar la hambruna en ese país, mientras que también se implicó en la campaña contra el “apartheid” en Sudáfrica.
Acérrima crítica de las políticas de la ex primera ministra británica conservadora Margaret Thatcher, Jackson decidió retirarse de la actuación en 1991 para centrarse en la política.
Un año después, ganaba un escaño por la circunscripción londinense de Hampstead & Kilburn en el Parlamento británico en las elecciones generales, en las que los conservadores -liderados entonces por John Major- se mantuvieron en el poder.
Después de la victoria de los laboristas en 1997 -con Tony Blair como líder- Jackson ocupó un puesto en el Ministerio de Transporte como subsecretaria parlamentaria, pero dimitió en 1999.
Con el tiempo, fue crítica con el Ejecutivo de Blair por sus planes para elevar el coste de las matrículas universitarias y en 2011 anunció que no buscaría la reelección en los comicios de 2015.
Tras ello volvió a la actuación, con interpretaciones de éxito en las tablas de Broadway y alguna fugaz aparición en la televisión, aunque nunca calló sus opiniones políticas, como al dar su aprobación al nuevo líder laborista, Keir Starmer, no sin antes ofrecerle un consejo de intérprete veterana: tiene que mejorar su voz.