Hallan ahorcado al creador de la bomba atómica soviética

En 1970, la revista ‘Blanco y Negro’ publicó en exclusiva para España los extractos más polémicos de las ‘Memorias’ de Nikita Kruschev. En ellas, el ex dirigente de la URSS aseguraba que las bombas atómicas fabricadas por los soviéticos en la década de 1950 eran cincuenta veces más potentes que las que Estados Unidos arrojó sobre Hiroshima y Nagasaki. Uno de los principales responsables de aquellas armas que amenazaron el orden mundial fue Grigory Klinishov, el científico ruso que este miércoles apareció muerto en su apartamento de Moscú a los 92 años.

Como suele ser habitual en la Rusia del presidente Vládimir Putin, especialmente en el caso de las personalidades políticas y culturales que se muestran críticas con su gobierno, el deceso se ha atribuido a un suicidio. Según la versión oficial, el científico –que antaño fue galardonado con la orden de Lenin, la máxima condecoración de la URSS– se ahorcó en su apartamento. La Policía declaró haber hallado una nota manuscrita en la que Klinishov explicaba las razones por las que se habría quitado la vida, pero esta no ha trascendido.

La oposición ha acusado al régimen de estar detrás de esta muerte en extrañas circunstancias, que se produce en un momento marcado por las amenazas nucleares de Rusia contra Ucrania. El uso de armas atómicas se ha convertido en el ariete que Putin esgrime, de forma periódica en los últimos meses, con el fin de condicionar el apoyo de los países de la OTAN al presidente ucraniano Volodímir Zelensky. Esta amenaza, y el hecho de que el Kremlin entregara armas nucleares tácticas a Bielorusia, su aliado, se había convertido en el objeto de las críticas de Klinishov en los últimos tiempos.

El científico ruso fue uno de los principales responsables del desarrolló nuclear de la Unión Soviética en los años 60. La URSS puso en marcha el programa con el objetivo de equilibrar sus fuerzas con las de Estados Unidos, después de que su eterno enemigo cogiera ventaja con el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. El artefacto creado por Klinishov, conocido como la bomba RDS-37, fue detonada con éxito el 22 de noviembre de 1955 en el sitio de pruebas de Semipalatinsk, en Siberia. Una explosión que cambió para siempre la historia de la Guerra Fría.
Ciudades arrasadas

El rendimiento de aquel dispositivo, cuantificado en 1,6 megatones, fue disminuido en el laboratorio para reducir el riesgo sobre la población local durante la prueba. A pesar de ello, la explosión provocó un daño colateral inesperado, porque la onda de choque que generó fue ocho veces mayor que la de un artefacto del mismo tamaño lanzado en condiciones normales. Murieron dos personas y todas las ciudades importantes situadas en un radio de 80 kilómetros fueron arrasadas.

A pesar de su importancia, el nombre de Klinishov no trascendió tanto como el de Andrei Sajarov, su mentor, que logró el premio Nobel de la Paz en 1975, por su activismo en favor de los derechos humanos y las libertades democráticas. Aún así, también es considerado por muchos como el cerebro detrás de la bomba atómica soviética en la que estuvo trabajando Klinishov. Ambos, sin embargo, renegaron de sus logros nucleares y se convirtieron en críticos importantes de la URSS, primero, y del régimen ruso, después.

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