Huelga histórica

¿Cuándo estalló la huelga automotriz en EU y qué nexo tiene a la de la Gran Depresión tras el crack de 1929?

Un minuto antes de la medianoche del pasado 15 de septiembre, un grupo de obreros del sindicato automotriz United Auto Workers (UAW) abandonó sus puestos de trabajo en una planta de montaje de General Motors, que fabrica el GMC Canyon y el Colorado; otro hizo lo propio en la fábrica de Ford en Wayne (Michigan), que monta el modelo Bronco y la camioneta Ranger; y otro en la de Stellantis, en Toledo (Ohio), de donde salen los Jeep modelos Gladiator y Wrangler.

Por primera vez en el siglo XXI, trabajadores de los Tres Grandes de Detroit —GM, Ford y Stellantis (fruto de la fusión entre el grupo ítalo-estadounidense Fiat Chrysler y el francés Groupe PSA: Peugeot, Citroen y Opel) aceptaron unirse para ir a la huelga, tal como pidió el poderoso sindicato UAW.

La huelga, comenzada hace poco más de una semana, tiene hasta nombre, Stand Up (Levántate), para hacer un guiño a la histórica huelga Sit Down (Siéntate), que tuvo lugar hace casi un siglo, en plena Gran Depresión, tras el crack de 1929.

El 28 de diciembre de 1936, los trabajadores de una planta de GM en Flint (Michigan) se sentaron en sus puestos en la cadena de ensamblaje, en protesta por el despido injusto de dos hermanos. No se salieron de la planta para evitar la represión policial y ser sustituidos por los esquiroles.

Tras 44 días de tensión y algunas batallas campales, General Motors, en ese entonces la mayor compañía del mundo, concedió una subida de sueldos del 5%, permitió a los trabajadores hablar de cuestiones sindicales en el comedor, reconoció su derecho a sindicarse y admitió como interlocutor a la UAW, el mismo sindicato que ahora convoca de nuevo a las huelgas, aunque esta vez no sólo en GM, sino en las otras dos grandes —Ford y Stellantis— y en la entrada de las fábricas, a vista de todo el mundo y conscientes de que una represión policial colgada en las redes ayudaría enormemente a su causa.

De hecho, ante la falta de acuerdo en las actuales negociaciones, el sindicato redobló su desafío y anunció este viernes que la huelga se extendía de 3 a 38 centros de trabajo de GM y Stellantis, sumando un total de 13 mil trabajadores en huelga, al considerar que no está habiendo avances en la negociación con ambos fabricantes, aunque sí excluyó de esa ampliación a Ford estimando que esta última se está «tomando en serio» llegar a un acuerdo.
¿Qué reclaman los huelguistas?

La UAW reclama ajustes en las pensiones por el coste de la vida y una subida salarial anual del 40% repartida entre los próximos cuatro años, que es, según los cálculos del sindicato, el porcentaje que han ganado los ejecutivos de los Tres Grandes en este tiempo y que escandaliza a gran parte de la sociedad estadounidenses, muy golpeada por la pandemia y ahora por la inflación.

Según el Economic Policy Institute (EPI), un think tank con sede en Washington, los salarios de los directores ejecutivos (CEO) de 350 grandes empresas de EU crecieron un 1,460% desde 1978, mientras que la de los trabajadores sólo un 18%.

En el caso de los Tres Grandes, un trabajador medio de Stellantis tendría que trabajar 365 años para acumular el sueldo que ganó sólo en 2022 Carlos Tavares, el consejero delegado. La CEO de General Motors (GM), Mary Barra, gana 362 veces más que un trabajador de sueldo medio, mientras que el de Ford, James Farley, gana 281 veces más.

Para calentar la huelga y buscar la simpatía de la opinión pública, la UAW se tomó su tiempo en calcular y difundir en las redes lo que ganan los ejecutivos de las tres grandes.

Por ejemplo, el de la consejera delegada de GM, Mary Barra, que pasó de ganar 23.7 millones de dólares en 2020 a 29 millones en 2022.

Sacando la calculadora, si el salario medio de los 104 mil empleados de GM en EU es de 80 mil dólares, lo que gana su jefa es 362 veces superior; una cifra escandalosa, incluso para un país donde se alaba éxito de los milmillonarios y sus lujosas extravagancias.

Pero algo ha cambiado desde que se hicieron públicas que los ultrarricos, en vez de sufrir las consecuencias de la pandemia como el resto del mundo, se hicieron aún más ricos; como los directores, productores y actores-estrella de Hollywood, que ganan decenas de millones por película, mientras que los guionistas cobran una miseria. Por eso la huelga que mantienen desde hace semanas es vista con creciente simpatía, y provocó un efecto contagio, como la huelga de los trabajadores de la todavía poderosa industria automotriz estadounidense, que cuenta, además, con un poderoso aliado: el presidente Joe Biden.
¿Por qué Biden se sumará el martes a la huelga…y Trump el miércoles?

El viernes, Biden hizo público su apoyo a la huelga y explicó sus razones, que coinciden punto por punto con la de los huelguistas: “En la última década, las empresas automovilísticas han tenido beneficios récord, incluso en los últimos años, gracias a la extraordinaria habilidad y sacrificio de los trabajadores de la UAW. Pero esos beneficios récord no se han repartido equitativamente, en mi opinión, con esos trabajadores”.

Biden hacía alusión a los pingües beneficios de los Tres Grandes en los últimos años. Siguiendo con el caso concreto de GM, la empresa logró en los tres pasados ejercicios unos beneficios récord total de 26,380 millones de dólares, mientras que el pasado julio elevó las previsiones de resultados para este año hasta los 10,700 millones de dólares.

En su mensaje, el mandatario recordó que es hora de devolver el sacrificio que hicieron los trabajadores tras la crisis financiera de 2008, cuando sus salarios fueron congelados como parte del acuerdo para salvar a GM de la quiebra, finalmente rescatada por el gobierno. El entonces presidente Barack Obama, demócrata al igual que Biden, dijo que el Gobierno se vio obligado a salvar a la empresa porque su “colapso” habría sido “devastador” para la economía estadounidense y para millones de compatriotas.

Por este motivo, Biden anunció que este martes irá a Míchigan para sumarse al plantón de los trabajadores en huelga. No hay antecedentes de que un presidente se haya sumado a una manifestación de huelguistas en la historia de EU.

«El martes iré a Míchigan para sumarme a la huelga y mostrar mi solidaridad con los hombres y mujeres de (el sindicato) UAW en su lucha por una parte justa del valor que han ayudado a crear», indicó el mandatario en X. Según añadió, “es hora de que ambas partes lleguen a un acuerdo mutuamente beneficioso que mantenga floreciente el sector estadounidense de la automoción con trabajos bien pagados”.

La decisión de Biden de adelantar su viaje a Michigan el martes lo hizo tras anunciar el expresidente Donald Trump que tiene pensado hacer lo propio y hablar con los huelguistas el miércoles, para contraprogramar el segundo debate republicano, que tendrá lugar ese día.

La visita del republicano no cuenta con el apoyo del poderoso líder de la UAW, Shawn Fain, quien dijo que un segundo mandato de Trump “sería un desastre” para la clase trabajadora.

En reacción a esta crítica, Trump dijo recientemente en una entrevista televisada que “los trabajadores de la industria automotriz están siendo traicionados por sus líderes y deberían apoyar a Trump”.

“Creo que no está haciendo un buen trabajo representando a su sindicato porque no tendrá un sindicato dentro de tres años”, dijo Trump. “Todos esos trabajos desaparecerán porque todos esos coches eléctricos se fabricarán en China”.
¿Por qué se resisten los fabricantes a subir el salario de los trabajadores?

Los directivos sostienen que atender las reivindicaciones laborales de la UAW convertiría a sus empresas en inviables. Señalan que ya tienen unos costes laborales mucho más altos que los de Tesla (la empresa de coches eléctricos de Elon Musk que tiene una enorme ventaja en eficiencia) o los fabricantes extranjeros con plantas en Estados Unidos, cuyos trabajadores no están sindicados.

Además, alegan que el gasto extra les impediría acometer las grandes inversiones que requiere la transición al coche eléctrico.
¿El coche eléctrico es parte del problema o la solución?

Los líderes sindicales creen que para que la producción masiva de vehículos eléctricos no sea un problema y sí la solución se debe apostar por una “transición justa”, en donde la empresa sea competitiva y rentable, sin desatender los reclamos de los trabajadores.

A la queja de los directivos de que el gasto extra en salarios y otros beneficios les impediría acometer las grandes inversiones que requiere la transición al coche eléctrico, la UAW replicó que el gobierno federal ya está dando miles de millones de dólares en subvenciones para la transición al vehículo eléctrico a los Tres Grandes, por lo que no existe tal gasto extra, sino lo contrario, beneficio extra.

“Los trabajadores de sus nuevas plantas de baterías están atrapados en puestos de trabajo de alto riesgo y bajos salarios. La transición a los vehículos eléctricos es una oportunidad histórica para elevar los estándares de los trabajadores del automóvil en lugar de reducirlos”, sostiene.
¿Cómo afecta la huelga a México?

La Industria Nacional de Autopartes (INA) confía en que la huelga tenga un “efecto marginal” para México, siempre y cuando esta no se enquiste durante muchas semanas.

La INA calcula que la disminución de pedidos en la fabricación de partes y componentes será de unos 76 millones de dólares durante esta primera semana de huelga “un porcentaje mínimo de las exportaciones mexicanas”, señaló, gracias a que las exportaciones de autopartes a Estados Unidos están enfocadas principalmente en la industria automotriz terminal y no en el mercado de postventa.

Sin embargo, el especialista en el sector de autopartes, Alberto Bustamante, se mostró menos optimista y advirtió que, cada mes de huelga en el sector automotriz estadounidense, equivaldría a unos dos mil millones de dólares que dejaría de ganar la industria mexicana de autopartes.

Por lo que es imperativo que la huelga se levante cuanto antes y los trabajadores y empleadores lleguen a un acuerdo justo que revierta en salarios dignos (aunque, por una vez, les toque sacrificar sueldos de escándalo a los directivos)y que se invierta también en investigación e innovación , para impedir así que China gane la batalla del coche eléctrico barato (por los sueldos de miseria que paga a sus obreros) y destruya una de las industrias que da más empleo en EU y en México.

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