Los sonidos de las canciones de siempre, guardados en el hipocampo del cerebro, perpetuados por la magnitud física en cada joven, adulto, adulto mayor y adulto en plenitud que asistieron ayer martes al Foro Sol para ver a una cuarta parte de The Beatles, a Sir Paul McCartney, con su Got Back Tour, fueron recompensados con esa mezcla de placer y tristeza, más del primero que del segundo, la melancolía pues, al oír la voz imperecedera de los viejos tiempos, las armonías escuchadas sin interrupción desde la tierna infancia, desde la golpeante irritación juvenil de estar lo más cerca posible de la considerada banda de rock más importante de todos los tiempos.
Con las primeras notas de Can’t Buy Me Love, comenzó la homilía de McCartney. “Hola Mexico, buenas noches Ciudad de México». La voz de Paul McCartney llegó a la dermis, luego después colarse a la epidermis, de ahí trasladarse al torrente sanguíneo y finalmente irrigar el cerebro donde las 80 millones de neuronas de cada uno de los 60 mil asistentes comenzaron a despertar y junto con el nervio óptico comenzar la fruición sonora, el disfrute de volver a tener a Sir Paul delante de nuestros ojos.
«Esta noche voy a tratar de hablar un poquito de español”, dijo Paul. El público, como se esperaba, agradeció el gesto y lo agradeció con rechifla. Ya habían desfilado Junior’s Farm, Letting Go y She’s A Woman. Paul para ese entonces volvió a dirigirse al público: “Estoy muy feliz de estar aquí con ustedes”.
La velada avanzó y el ex Beatle tocó los temas del cuarteto de Liverpool, y con Love Me Do, llegó uno de los mejores momentos; prolongado con Dance Tonight y Blackbird, donde Paul intentó dar algunos pasos de baile y clarín continuando el desfile de instrumentos pasó del piano a la mandolina.