Habitantes de Texcapilla viven con miedo

Texcapilla es un pequeño poblado del municipio de Texcaltitlán, enclavado en la zona montañosa del sur del Estado de México y donde este fin de semana amaneció desolado, con sus escasas viviendas y comercios con puertas y cortinas cerradas, tras el enfrentamiento que tuvo parte del poblado con integrantes de la organización criminal de ‘La Familia Michoacana’.

Desde la entrada a Texcaltitlán, sus calles y caminos de terraceria lucían prácticamente sin gente, pues domina el miedo de que integrantes del grupo criminal regresen a tomar venganza, luego de que el viernes 8 de diciembre, comuneros y comuneras enardecidos emboscaron a un grupo de 10 asesinos de esta organización, a quienes primero lincharon con machetes, palos y piedras, para luego descuartizar a algunos a machetazos, rociarlos con algún carburante y prenderles fuego. Esto ante el hartazgo de ser víctimas de extorsión a través de sus plantíos de haba y avena.

Una vez que se arriba al centro de Texcapilla, lo primero que se ve es a soldados con unidades artilladas, a efectivos de la Secretaría de Seguridad del Estado de México con carros blindados y a Policías de Investigación de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, todos listos para entrar en acción en caso de que criminales intenten hacer daño a la población.

Quedan los rastros de la masacre en Texcaltitlán

Un diario de circulación nacional acudió a la escena del crimen. En el campo de futbol de la localidad quedaron las evidencias de los hechos violentos donde cayó abatido Rigoberto de la Sancha Santillán, ‘El Payaso’, presunto líder de plaza de ‘La Familia Michoacana’.

En uno de los extremos de la cancha deportiva olía aún a quemado, entre restos carbonizados de las camionetas en las que se transportaban los delincuentes bajo el mando de ‘El Payaso’, y los carbones de los restos humanos al ser incendiados por la turba enardecida.

En el área ya despejada por órdenes de un Ministerio Público, también se dejaban ver pedazos de ropa tipo militar que portaban los delincuentes, algunas gorras y hasta su ropa interior, así como cartuchos percutidos y pedazos de zapatos tenis.

Mientras que, a los costados del campo de futbol, ya en sus inmediaciones, donde se mantenían apostados los elementos federales y estatales para resguardo de la población, hay dos escuelas de nivel básico y la iglesia principal se mantiene cerrada como medidas de seguridad.

En las inmediaciones del centro de Texcapilla, lucen frondosos los plantíos de haba y avena por lo que los extorsionadores querían que los labriegos les dieran una ‘cuota’ mensual.

Finalmente, en redes sociales personas de Texcaltitlán lamentaron la muerte de su delegado comunal, Noé Olivares Alpízar, quien organizó a su pueblo para enfrentar a los asesinos.

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