El largo camino de un peregrino

A las puertas de la Basílica de Guadalupe, uno de los templos católico más visitados del mundo, se congregan miles de personas que han llegado desde diferentes partes del país y del extranjero para celebrar el día de la Virgen Morena, la patrona de México. Entre ellos, hay uno que destaca por su historia de sacrificio y devoción: se trata de José Luis, un campesino de 45 años que caminó más de 300 kilómetros desde su natal Oaxaca para cumplir una promesa que le hizo a la Guadalupana hace cinco años.

“Yo le pedí a la Virgen que me ayudara a salir adelante con mi familia, que me diera salud y trabajo. Y ella me escuchó, me dio todo lo que le pedí y más. Por eso le prometí que vendría a verla cada año, aunque fuera caminando”, cuenta José Luis, quien lleva en sus manos una imagen de la Virgen de Guadalupe, adornada con flores y listones.

José Luis inició su peregrinación el pasado 25 de noviembre, junto con otros 20 compañeros de su comunidad. Durante 15 días, recorrieron carreteras, veredas, puentes y túneles, soportando el calor, el frío, el hambre, la sed y el cansancio. Durmieron en albergues, casas de familiares, iglesias y hasta debajo de los árboles. Pero nunca perdieron la fe ni la esperanza de llegar a su destino.

“Lo más difícil fue cruzar la sierra, porque había mucha niebla y no se veía nada. También hubo momentos en que nos faltó agua y comida, y tuvimos que pedir limosna. Pero siempre encontramos gente buena que nos apoyó y nos animó. Y sobre todo, sentíamos la presencia de la Virgen, que nos cuidaba y nos guiaba”, relata José Luis, quien muestra las ampollas y las heridas que tiene en sus pies.

A pesar de las dificultades, José Luis dice que vale la pena el esfuerzo, porque llegar a la Basílica de Guadalupe es una experiencia única, que llena de alegría y paz, el corazón. “Es una emoción muy grande ver a la Virgen, sentir su mirada, su amor, su bendición. Es como si te abrazara y te dijera: ‘Aquí estoy, hijo mío, ¿no te dejo solo? Es algo que no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo”, expreso José Luis, quien se dispone a entrar al templo para agradecerle a la Virgen por todos sus favores.

José Luis es uno de los más de 13 millones de peregrinos que se estima que asistirán a la Basílica de Guadalupe este año, según datos de la Secretaría de Turismo de México. La mayoría de ellos llegan a pie, en bicicleta, en motocicleta, en camión o en automóvil, portando imágenes, altares, velas, banderas y otros objetos alusivos a la Virgen de Guadalupe. Algunos vienen por tradición, otros por agradecimiento, otros por petición y otros por curiosidad. Pero todos comparten una misma fe, que los une y los moviliza.

La Basílica de Guadalupe es el centro de la religiosidad popular mexicana, que se remonta al año 1531, cuando se dice que la Virgen se apareció ante el indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac, y le dejó su imagen impresa en su tilma o manto. Desde entonces, la Virgen de Guadalupe se ha convertido en un símbolo de identidad, esperanza y resistencia para el pueblo mexicano, que la venera y la invoca en las buenas y en las malas.

El 12 de diciembre es el día oficial de la celebración de la Virgen de Guadalupe, que se conmemora con misas, cantos, danzas, fuegos artificiales y otras expresiones culturales. Sin embargo, la fiesta se extiende durante todo el mes, y especialmente en los días previos y posteriores al 12, cuando se registra la mayor afluencia de peregrinos.

La Basílica de Guadalupe un lugar que invita a la reflexión, la oración, la gratitud y la solidaridad. Es un lugar donde se manifiesta la fe que mueve montañas, la fe que hace posible que personas como José Luis recorran cientos de kilómetros para llegar a ver a la Virgen, la fe que hace que millones de mexicanos se sientan orgullosos de ser guadalupanos.

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