Chile ha dicho no a la propuesta de nueva Constitución redactada por un Consejo Constitucional dominado por la extrema derecha del excandidato presidencial Alejandro Kast, lo que supone una victoria amarga del gobierno del izquierdista Gabriel Boric, quien pidió a la población que rechazara este segundo (y definitivo) intento de cambiar la actual Constitución heredada de la dictadura de Pinochet.
Con el 54.2% escrutado, la opción en contra sobrepasa a la alternativa a favor por un 55.16% contra un 44.84% en el plebiscito constitucional de este domingo, con 15.4 millones de electores convocados a las urnas.
Era el resultado más probable, a juzgar por las encuestas que se difundieron hace 15 días, antes de que arrancara el período de veda de nuevos sondeos. Pero era una carrera abierta, en parte porque la obligatoriedad del voto suma nuevos votantes que inyectan incertidumbre a los resultados y porque, de acuerdo a los sondeos, había una tendencia al alza de la opción a favor.
Tras cuatro años de proceso constituyente y dos proyectos rechazados en las urnas, el derechista de este domingo y el izquierdista de hace un año, Chile vuelve al mismo punto de noviembre de 2019, cuando el presidente de Gabriel Boric, el exlíder estudiantil surgido de las masivas protestas sociales contra el gobierno del derechista Sebastián Piñera, propuso que decidieran los chilenos qué Carta Magna querían.
Hubo un primer intento fallido en 2022, cuando los electores rechazaron por un 62% la propuesta de una convención dominada por la izquierda. El plebiscito de este domingo, por lo tanto, fue el segundo y último intento. Es un ejemplo de civismo porque prácticamente todos los sectores políticos saben que se trata del fin del proceso constituyente en el corto y mediano plazo.
Por tanto, el nuevo “no” de los chilenos significa que se queda la Constitución vigente desde 1980, la de la dictadura de Augusto Pinochet, sometida a unas 70 reformas desde la transición, en su mayoría realizadas bajo el gobierno del socialista Ricardo Lagos, aunque no suficientes como para corregir la profunda desigualdad en uno de los países más estables de América Latina.
Es parte de la paradoja de este referéndum: la propuesta es defendida por las derechas, sobre todo la conservadora del Partido Republicano, que nunca buscó cambiar la Constitución vigente y se sumó muy tarde al proceso. En cambio, la izquierda, cuyo propósito desde hace más de 40 años ha sido reemplazarla por una democrática, la rechaza por considerarla peor que la actual.
“Más vale algo mal que pésimo”: Bachelet
Los expresidentes de Chile emitieron este domingo su voto en el plebiscito para reemplazar la actual Constitución, escrita durante la dictadura de Augusto Pinochet y parcialmente reformada en democracia, con opiniones diversas sobre si aprobar o rechazar una propuesta tutelada por la derecha y la extrema derecha.
Una de las más madrugadoras fue la antigua mandataria socialista Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018), quien cerca de las 9:20 hora local se acercó hasta el Colegio Bicentenario de La Reina, en la región Metropolitana, donde aseguró a los periodistas: “Prefiero algo malo que algo pésimo”.
Convencida de que la propuesta representaría un retroceso respecto de los derechos de las mujeres y la consolidación del machismo, atacó a quienes la han criticado por haber sido clara y haber hecho campaña en favor del rechazo, opción que apoyan tanto la colación de Gobierno como otros movimientos progresistas.
“Cuando todos los expresidentes hombres han dado su opinión, nadie criticó. A la única que criticaron es a mí. Habrá machismo de por medio, digo yo”, aseguró.
“Hay mucha gente que quiere ser presidente, que quiere hacer otras cosas, yo no estoy buscando nada, yo no tengo por qué mentir. Además, las mujeres de Chile saben que en todos mis Gobiernos me preocupé mucho de los problemas de las mujeres, por tanto, cuando yo hablo sobre qué significa para las mujeres, lo digo porque estoy convencida de ello”, afirmó.
“Tengo mis opiniones claritas… Yo siempre prefiero algo malo que algo pésimo… Si hay gente que aspira a gobernar en el futuro, tiene que entender que gobernar es llegar a acuerdos”, remarcó.
Fin del momento constituyente
Este domingo, Chile cierra un ciclo de cuatro años que se abrió con el estallido social de 2019 que puso contra las cuerdas al gobierno de Piñera (2018-2022) y a la democracia chilena. En medio de manifestaciones masivas en las calles y de una violencia inédita en el pasado reciente de Chile, prácticamente todo el espectro político, salvo los radicales de lado y lado, acordaron una ruta constituyente que acabará este domingo, salga adelante o no este segundo y último intento de reformar la Constitución.
El resultado de este domingo supone un varapalo para el ultraderechista Partido Republicano, que tuvo un peso fundamental en la redacción del nuevo texto y aspiraba a convertirse en la fuerza hegemónica de la derecha.
Mientras que tanto la derecha tradicional y la ultraderecha defendían que la propuesta se hacía cargo del problema de la inseguridad y ponía fin a la incertidumbre institucional que generaron las masivas protestas de 2019, la izquierda aseguraba que el texto era “dogmático” y profundizaba en el modelo neoliberal implantado durante el régimen militar.
“Independientemente del resultado vamos a seguir trabajando por las prioridades de la gente”, dijo tras depositar su voto el presidente Boric, quien no se ha involucrado directamente en esta elección, a diferencia de lo que hizo en el plebiscito del año pasado.
La opción de rechazar la propuesta constitucional se impuso en la mayoría de las dieciséis regiones del país, especialmente en la capital, Valparaíso (centro) y la norteña Antofagasta.