El escritor y ensayista José Agustín murió este martes 16 de enero a los 79 años de edad, pero su corpus literario permanece avante y poderoso como un riff rocanrolero: siempre incisivo, exacto, crítico, sexual y sensual, rebelde y sobre todo con esa profundidad literaria y analítica que sólo los rockstar de las letras tienen.
Perfil de José Agustín
Nacido el 19 de agosto de 1944 en Guadalajara, sin embargo el mes siguiente fue registrado en Acapulco, Guerrero, bautizado como José Agustín Ramírez Gómez, después conocido a secas como José Agustín, fue un extraordinario escritor, ensayista, dramaturgo, guionista y periodista. Era un hombre de letras que navegaba por todos los géneros de manera excepcional. Una travesía plasmada en más de 40 títulos.
Sus guiones para las películas como “El Apando”, de 1975, o “Ahí viene la plaga”, de 1985, éste coescrito con José Buil y Gerardo Pardo; sus textos para la obras de teatro “Los atardeceres privilegiados de la Prepa 6”, estrenada en 1970, y “Círculo vicioso”, estrenada en 1974; o los tres volúmenes de “Tragicomedia mexicana”, el gran ensayo que va de 1940 a 1994 sobre el México contemporáneo y sus novelas “De perfil”, “La tumba” o “Se está haciendo tarde”, de su temprana narrativa, son algunas de sus obras que muestran el gran horizonte literario que manejaba.
Un horizonte que compartió con otros grandes autores de su generación como fueron Parménides García, Gustavo Sainz y René Avilés Fabila, entre otros, y quienes fueron bautizados como el grupo de la “literatura de la onda” por Margo Glantz.
Al respecto, su novela “La tumba”, publicada en 1964, cuando tenía 19 años, fue el inicio de su periplo por las letras, en el cual subyacía la música, el rock, la lectura, su ideología de izquierda. De estos último da cuenta su libro “Diario de un brigadista”.
Y dentro de su periplo como escritor, es sustancial su ingreso al taller literario de Juan José Arreola. El autor de “Confabulario” señalaba que José Agustín hablaba muchas barbaridades, pero hizo la primera edición de “La tumba”. Durante una FIL del Zócalo en abril de 2015, José Agustín recordaría que fue Arreola quien lo enseñó a escribir.
«Arreola fue un encuentro vivencial para mí, me enseñó realmente a escribir; él me invitó a su taller literario y cuando estuve con él, se portó muy bien conmigo», diría en esa charla con Gerardo de la Torre, en el foro de «La Casa de los Carlos».
La anterior es una estampa del escritor que vivió en la colonia Narvarte, la cual recordó en esa charla y decía que era su barrio y sus sitios preferidos eran el Parque Delta, después convertido en el Parque del Seguro Social (estadio de beisbol) y hoy una plaza comercial.
Última aparición en público de José Agustín
José Agustín estaba retirado de la literatura a causa de un accidente que sufrió en 2009. Participaba en un festival internacional de cine en el Teatro de la Ciudad, en Puebla. Tras terminar el evento, firmaba libros a sus lectores y lamentablemente resbaló. Cayó de una altura de dos metros que le causó ruptura de varias costillas y una lesión en cráneo. Estuvo 22 días en terapia intensiva y ya no pudo seguir escribiendo.
El pasado 29 de abril de 2023, José Agustín asistió a la biblioteca pública Abraham Rivera Sandoval, en el Centro histórico de Cuautla, donde fueron presentados 17 de sus libros reeditados por Penguin Random House Grupo Editorial.
Y el 23 de julio de 2022, José Agustín reaparecía en los patios del tren para asistir a la presentación del libro “José Agustín en Morelos”, escrito por el periodista cultural Mario Cassasús.
Muchas gracias a todos los presentes, por favor recibamos al maestro José Agustín–, dijo Cassasús antes de que se liberara bajo la sombra del andén de trenes una cascada de aplausos que comenzó tímida, pues no había seguridad de que realmente reaparecía en público el novelista mexicano que modificó y amplió el lenguaje literario mexicano en los años 70 y que dejó de aparecer en eventos públicos desde que sufrió un accidente, en abril de 2009. Agustín estaba acompañado por su hijo Tino y por su esposa Margarita Bermúdez, cuya mano sujetaba intermitentemente.