La obra de Ignacio Solares (1945-2023) ya es parte de los clásicos de la narrativa, del periodismo y del teatro, además la recurrencia a la otredad y al misticismo en sus libros han marcado a generaciones tanto de escritores jóvenes como contemporáneos. Esas fueron algunas ideas que se expresaron en el homenaje póstumo que rindió la Secretaría de Cultura al autor de “Delirium tremens” este domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
El evento inició con el discurso de la escritora Sara Poot-Herrera que fue leído por Karen Villeda, encargada de la Coordinación Nacional de Literatura, y en donde la también miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua recordó el año 1996 cuando conoció el cuento “La horca”, de Solares.
“’La horca’ nuestro primer lazo de relación, aparece en ‘Prolongación de la noche’, es un ejercicio lúdico con la muerte anunciada, y para no decepcionar a personajes y lectores, llevada a cabo y sorpresivamente dentro de la lógica del cuento, por el personaje que jugaba y amenazaba con su suicidio. (El cuento) fue leído por el autor en su primera visita a Santa Bárbara en el Quinto Congreso Internacional UC-Mexicanistas”, indicó.
En palabras de Poot-Herrera, la trascendencia de Solares es por su importancia entre literatura y universidad, y entre historia y literatura. Solares tiene precursores y contemporáneos, tiene generaciones más jóvenes a la suya que lo leen y escriben sobre su obra”.
En su participación, el escritor Pepe Gordon se refirió al libro “Novelista de lo invisible”, que su amigo Solares y él publicaron el año pasado. “Es un libro en donde se atreve a penetrar los misterios de la música, de lo invisible, que va más allá de la muerte porque la literatura tiene que ver con descifrar algo que está profundamente vinculado con la vida pero también con los misterios de lo que quiere decir de la muerte”, dijo.
Gordon recordó que la publicación contiene algunas conversaciones que sostuvieron por más de 40 años, “tuve la oportunidad de penetrar en sus obsesiones más profundas, registradas en su literatura y que hacen tan singular su obra. Uno de los temas recurrentes es lo que está más allá de la muerte y eso rompe las barreras entre autor y lector”.
El ensayista Francisco Prieto recordó cuando publicó sus primeras novelas ya que eran él y Solares fueron llamados “autores de la pequeña burguesía cristiana”.
“Le hablé a Vicente Leñero para que me diera el teléfono de Solares, lo había leído como cronista y reportero, sentía que había algo que me unía a él. Solares es un autor y no todos son autores, hay escritores que tiene oficio y pueden escribir de lo que quieras y hay otros que tienen que escribir de lo que tienen que escribir”, comentó.
Prieto destacó que en las obras del homenajeado se encuentran los temas: búsqueda del padre, orfandad, carencia de una confianza básica y soledad. “Están en ‘El árbol del deseo’, ‘Serafín’, ‘El juramento, ‘Anónimo’, ‘No hay tal lugar’ y ‘Delirium tremens’”, añadió.
Al respecto, el dramaturgo Antonio Crestani comentó que Solares más que un mentón fue un hermano mayor.
“Para la narrativa, el periodismo y el teatro mexicano es ya un autor clásico, su amplísima obra que ha sido traducida al inglés, italiano y alemán se caracteriza por una búsqueda constante de la espiritualidad y del otro en todas sus formas y manifestaciones. Una de sus obras más notables es ‘Delirium tremens’”, indicó.
En el homenaje también participó Sandra Lorenzano quien se refirió a “Novelista de lo invisible” como una suma de dos vidas y un canto a la amistad. Las palabras del periodista Javier Contreras y de la académica Georgina García Gutiérrez se refirieron a ‘Minucias’ que publicó Solares en “El Universal”.
“Minucias fue espejo de su alma donde abrió a los amigos y lectores su corazón y sus laberintos mentales, escribió esas Minucias ausentes de banalidad, al contrario, fue la expresión más alta y sublime de un ser humano, volcar las experiencias y vivencias en sabiduría encapsulada. Escribió más de 1500 Minucias”, dijo Contreras.