Antonio se cubre el rostro con las manos, para evitar ser fotografiado. En una de las calles de la colonia Lindavista se dispuso a descansar luego de una larga jornada de 4 o 5 horas de pasar caminando en una ciudad que desecha cartón, aluminio y vidrio sin medida, el que luego es recogido y vendido al mejor postor.
Antonio es pepenador, y en la cacería del reciclaje, hoy sábado, se encontró con un gigantesco peluche que le servirá para alegrar el alma de algún ser querido.
Pepenar lo que algunos desechan sirve a otros para vivir. Cómo hormigas que oxigenan la tierra así los pepenadores la liberan de mucho de lo que puede reciclarse, como el caso de Antonio que hoy encontró el regalo perfecto.