Con la conferencia sobre “Neuroderechos e Inteligencia Artificial”, la doctora en Derecho, Gisela María Pérez Fuentes, participó este jueves en la vigésima tercera edición del Congreso Nacional de Divulgación de la Ciencia y la Técnica que aborda “La Inteligencia Artificial (IA) en la Comunicación y Divulgación de la Ciencia: Oportunidades y Retos”.
Este foro es organizado por la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (Somedicyt), en colaboración con el Consejo de Ciencia y Tecnología de Tabasco (CCYTET), como un espacio para el intercambio de experiencias, innovaciones y reflexiones, con el propósito de encontrar soluciones creativas a los desafíos que llegan de la mano de la IA.
Durante la ponencia impartida en el Centro Internacional de Vinculación y Enseñanza (CIVE) de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), la experta habló de la importancia de los neuroderechos, como un nuevo ámbito de protección de los derechos humanos, en una era donde la tecnología ha provocado el surgimiento de dilemas éticos y jurídicos.
La profesora investigadora de la UJAT y autora del libro “Violencia digital y fake news: un atentado a la dignidad de la persona” publicado este año, es creadora de pioneras líneas de investigación sobre los derechos a la personalidad, la responsabilidad civil, el daño moral, la protección de datos personales, el interés superior de la niñez y el campo de estudios sobre la protección de la persona en las interacciones cotidianas que se producen en internet y las redes sociales.
Gisela María Pérez explicó que el vertiginoso avance de la tecnología de la información ha obligado a que en el desarrollo científico social se discuta sobre la forma en que el derecho debe aparecer para que estas tecnologías se ejerzan en función de la protección de derechos fundamentales, como la intimidad, la imagen y el honor.
Agregó que un primer catálogo de cinco “neuroderechos” define el derecho a la identidad, como la capacidad de controlar la integridad física y mental de la persona, ante el riesgo de los cambios que se pueden producir en ésta por los efectos de la conexión del cerebro a interfaces inteligentes.
«Un segundo derecho tiene que ver con la libertad de pensamiento y el libre albedrío para elegir las propias acciones, frente al riesgo de que sea la máquina conectada con el cerebro la que lleve a cabo nuestras decisiones», abundó.
La especialista mencionó que el derecho a la privacidad mental está asociado con la capacidad de mantener los pensamientos protegidos contra la divulgación, ante la amenaza de que estos pensamientos sean extraídos de nuestro cerebro.
La integrante del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT dijo que el cuarto “neuroderecho” está vinculado con el acceso igual a la mejora mental, o la capacidad de asegurar que los beneficios de las mejoras en la capacidad sensorial y mental, a través de la neurotecnología se distribuyan de manera justa entre la población.
Puntualizó que el quinto es el derecho a la protección contra el sesgo automatizados o algorítmico, o la capacidad de garantizar que las tecnologías no introduzcan prejuicios.