Siete meses después de declarar la guerra, Israel ha culminado la conversión de la Franja de Gaza en la mayor cárcel a cielo abierto del mundo con sus siete pasos fronterizos controlados por el Estado judío, mientras que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en su papel de carcelero, prohibió la salida de cientos de heridos para que reciban tratamiento en Egipto o que entre la poca ayuda humanitaria para aliviar el sufrimiento de los 1.5 millones de palestinos atrapados en el último enclave urbano de Gaza que todavía no ha sufrido una invasión terrestre.
Los tanques israelíes cerraron completamente el cruce fronterizo de Rafah, entre Egipto y Gaza, al paso de personas y de cualquier ayuda humanitaria tras tomar el control militar de esta área del lado palestino, denunció el portavoz de la Oficina de Coordinación Humanitaria de Naciones Unidas, Jens Laerke.
“Las fuerzas de defensa de Israel están ignorando completamente todas las advertencias de lo que esto puede significar para los civiles y para las operaciones humanitarias en toda la Franja de Gaza”, denunció, en relación con este bloqueo que deja sin acceso a la ayuda más esencial para sobrevivir a toda la población de este territorio palestino.
Por el cruce de Rafah entraba hasta ahora la mayor parte de la limitada asistencia humanitaria que ha permitido Israel desde el inicio de la guerra, el pasado octubre. Las primeras víctimas de este nuevo crimen israelí son los heridos por sus ataques.
Los tanques dispuestos en el paso fronterizo negaron la salida de miles de heridos, enfermos y sus acompañantes para que sean tratados fuera del enclave palestino. “La lista que debía viajar hoy fue prohibida, según lo solicitado por la parte egipcia”, denunció el Ministerio de Sanidad gazatí en un comunicado.
Hasta este martes, Egipto concedía diariamente permisos a enfermos crónicos y heridos de gravedad para salir de la Franja a través del cruce de Rafah y así poder ser tratados en hospitales fuera del enclave.
“La situación de los enfermos y heridos en los hospitales de la Franja de Gaza ha sido muy difícil desde el comienzo de la guerra a causa de la pérdida de dispositivos, equipos y suministros médicos, y al colapso total del sistema de salud”, indicó el ministerio gazatí, controlado por el grupo islamista palestino Hamás.
“La mañana más negra en siete meses de pesadilla”
El cruce secundario de Kerem Shalom, entre Gaza e Israel, por donde entraba un reducido volumen de suministros humanitarios desde el pasado diciembre fue nuevamente cerrado hace unos días por Israel y no fue reabierto a pesar de que se comprometió con Estados Unidos que lo haría.
“Esto significa que ahora las dos principales arterias para hacer entrar ayuda a Gaza están selladas, lo que hace que esta mañana —cuando se supo de esta situación— ha sido una de las más negras en los siete largos meses que dura esta pesadilla”, lamentó Laerke.
Las autoridades israelíes tampoco están permitiendo que el personal humanitario de la ONU se acerque al paso fronterizo para coordinar la reanudación de los movimientos humanitarios.
Sin reserva de alimentos, agua o combustible
Las limitaciones impuestas por Israel al flujo de suministros humanitarios que podían entrar en Gaza es la razón por la que prácticamente toda la ayuda ha sido distribuida casi de inmediato tras su entrada al territorio y que no haya reservas de alimentos, agua potable o de combustible para que los camiones puedan funcionar.
Sin combustible “los camiones, los generadores (de hospitales y otros lugares esenciales) y los equipos de comunicación están en peligro. Todo deja de funcionar sin diésel”, explicó el portavoz.
Pánico y desesperación
El 76% del territorio de la localidad de Rafah (extremo sur de Gaza) está comprendido en el área de evacuación de civiles ordenada por Israel y donde también hay tres centros médicos y seis almacenes de uso humanitario.
Laerke confirmó que en las últimas horas la población desplazada en Rafah ha reaccionado con pánico y desesperación al aviso de la incursión armada israelí que se concretó por la noche, desplazándose nuevamente incluso hacia el devastado norte de Gaza.
“Una pesadilla humanitaria”: Guterres
El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió este martes que un asalto a la ciudad de Rafah “sería un error estratégico, una calamidad política y una pesadilla humanitaria”, justo cuando se informó de la toma del paso fronterizo con Egipto.
“Incluso los mejores amigos de Israel lo tienen claro”, abundó, en referencia al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que ha pedido a Israel (sin éxito) evitar una incursión a gran escala en Rafah.
Un asalto a gran escala “será una catástrofe humana: más víctimas civiles incalculables, más familias forzadas a huir de nuevo, sin ningún lugar a donde ir, porque ya no hay lugar seguro en Gaza”, advirtió.
También pidió a Israel “abrir inmediatamente” los cruces de Rafah y de Kerem Shalom, en el sur de Gaza, y los únicos pasos por donde entra ayuda humanitaria para los 1.5 millones de gazatíes que se agolpan en Rafah.
El secretario general llamó “a los que tienen influencia sobre Israel” a que hagan todo lo que esté en su poder para evitar una tragedia, porque —recordó— “la comunidad internacional tienen una responsabilidad compartida de promover un alto el fuego humanitario, una liberación incondicional de rehenes y un incremento masivo de ayuda humanitaria”.