¿Cuándo es el Día del Sagrado Corazón de Jesús?

La Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se conmemora cada año el viernes siguiente a la Octava de Corpus Christi; es decir, ocho días después del Jueves de Corpus. Se trata de una solemnidad; es decir, una celebración del más alto grado para la Iglesia Católica, reservada a los misterios más importantes de nuestra fe.

Fue el beato Papa Pío IX quien designó que la solemnidad del Sagrado Corazón se celebraría universalmente el viernes después de la Octava de Corpus Christi cada año.

¿Qué día se celebra al Sagrado Corazón de Jesús en 2024?

En este año, el día del Sagrado Corazón de Jesús se celebra el 7 de junio; es decir, ocho días después del Jueves de Corpus Christi, que en 2024 se conmemoró el jueves 30 de mayo. Ambas celebraciones de la Iglesia Católica son movibles; en el caso de la solemnidad de Corpus Christi se celebra 60 días después del inicio de la Pascua, que en el año en curso se conmemoró el domingo 31 de marzo.

Otras celebraciones de la devoción

Cabe señalar que, además del día del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia Católica dedica todo junio a esta devoción, debido a una serie de acontecimientos relacionados con el mes: fue en junio de 1675 cuando Santa Margarita María Alacoque tuvo una revelación en la que Jesús le dijo que muchas personas no valoraban dicha devoción; y años más tarde, en junio de 1689, la misma santa escribió que Jesús pedía que el rey de Francia, Luis XIV, consagrara el país al Sagrado Corazón de Jesús.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús también se conmemora nueve viernes al año: los nueve primeros viernes de cada mes, sin importar cuál sea el periodo, siempre que se tomen nueve meses consecutivos y sin interrupción.

Lo anterior, debido a que Jesús le reveló a Santa Margarita María Alacoque su deseo de dar a conocer Su Sagrado Corazón encendido de amor por la humanidad, y prometió muchas gracias y bendiciones a quienes lo honrasen con devoción cada primer viernes de mes, durante nueve meses seguidos y en los términos anteriormente mencionados: asistir a la Misa completa y comulgar con un corazón limpio, en estado de gracia.

Dijo la Santa al citar la promesa hecha por Jesús: “Yo te prometo, en la excesiva misericordia de Mi Corazón, que Su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: no morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus sacramentos, y Mi Corazón Divino será su refugio en aquel último momento”.

Ir a Misa los nueve primeros viernes sin interrupción nos ayuda a darle a Dios prioridad. Mucha gente falta a Misa con cualquier pretexto; esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos enseña a respetar el tiempo destinado a Él y captar que si lo ponemos Sus manos, Él nos ayuda a cumplir con lo que nos pide.

Comulgar los nueve primeros viernes de mes en devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos hace conscientes de cuál es la razón fundamental para asistir a Misa. Recibir a Jesús, que está realmente Presente en la Eucaristía. Es un error quedarse con la idea de que como ir a Misa es un mandamiento de la Iglesia, se trata simplemente de una obligación de “oír” Misa, sino también de llegar a la Comunión Eucarística-sacramental.

Es una oportunidad, no sólo para reunirnos en comunidad a cantar, orar y escuchar la Palabra de Dios (lo cual podríamos hacer en casa), sino para disfrutar del grandísimo privilegio de sentarnos a la mesa del Señor y ¡recibirlo a Él como alimento! Jesús nos pide comulgar nueve primeros viernes, no para que tomemos esto como un trámite que hay que cumplir, sino porque quiere entrar más y más en comunión íntima con nosotros y colmarnos con Su amor.

¿Cuál es el origen del Sagrado Corazón de Jesús?

El origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús tiene que ver con la historia de santa Margarita María Alacoque, una religiosa francesa de la Orden de la Visitación que en el año 1675, durante la Octava de Corpus Christi tuvo una revelación divina que marcó su vida.

Aunque había tenido antes muchas otras manifestaciones divinas, la que tuvo en esa ocasión fue para ella tan especial, que vivió una verdadera transformación: comenzó a destacar entre sus hermanas por su fervor ante el Santísimo Sacramento y por su obediencia en todos los encargos de su superiora, como el ayudar incondicionalmente a las hermanas de la enfermería.

“Me emplearon en la enfermería -escribiría años más tarde Santa Margarita María Alacoque en su libro autobiográfico-, y sólo Dios conoce lo que tuve que sufrir allí. El demonio me hacía caer con frecuencia y romper cuanto tenía en las manos; y después se burlaba de mí, riéndose en mi misma cara, diciendo: ‘Torpe, jamás harás nada de provecho’. Me quedaba con tal tristeza que no sabía qué hacer, ya que con frecuencia me quitaba hasta el poder decírselo a nuestra Madre”.

Santa Margarita María Alacoque buscaba en todo la mortificación: recogía, por ejemplo, los pedazos de pan mordidos que habían caído al suelo, y los llevaba a la cocina para que hicieran con ellos la sopa que ella habría de comer; era común en ella hacer cosas parecidas para vencer su natural aversión a la suciedad y a la poca limpieza.

En cuanto a los trabajos comunes, era ella la primera en acudir, y se daba a ellos con tal entusiasmo que era necesario llamarla a la obediencia para retirarla de la labor. Además, era tan desprendida de todos los bienes materiales, que rechazó una pensión vitalicia que sus parientes quisieron darle.

En sus serviciós dentro del Convento de Paray-le-Monial (Francia), llegó a desarrollar un hambre tan insaciable de humillaciones y mortificaciones, que incluso accedió a dejar sin efecto una de las condiciones que su hermano había exigido en la firma del contrato cuando fue recibida en el convento. Ésta consistía en no obligarla a comer queso, pues se trataba de una aversión familiar.

Viendo que no podía vencer esa natural repugnancia a comer queso frente a su Maestra por más que trataba, después de tres días fue ante el Santísimo Sacramento, y ahí estuvo unas cuatro horas llorando y gimiendo para obtener la fuerza de vencerse a ella misma.

“Después fui con mi Maestra pidiéndole por piedad que me permitiera hacer lo que de mí había deseado (comer queso) y lo hice, jamás había sentido tal repugnancia, la cual se renovaba todas las veces que debía hacerlo, sin que por eso dejara de hacer lo mismo durante ocho años”.

¿Pero qué prodigiosa revelación divina llevó a Margarita María Alacoque a desear someterse a esas y muchas otras humillaciones y mortificaciones?

Pues nada menos que ver al mismo Jesús -quien durante dos años se le había aparecido los primeros viernes de cada mes-, pero en esta ocasión se le manifestó señalando su Corazón expuesto, al tiempo que exclamaba:

“He aquí el Corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”

Este es el origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús: las revelaciones divinas que Nuestro Señor hizo a Santa Margarita María Alacoque, a quien le pidió comunicar a todos los hombre y mujeres las Doce Promesas de Su Corazón.
Las 12 promesas del Sagrado Corazón de Jesús

Además de las palabras que Jesús le compartió a Corazón expuesto a Santa Margarita María Alacoque, hizo doce promesas desde Su Sagrado Corazón para las almas devotas, mismas que pidió a la Santa compartir con todos los hombres.

“Daré a las almas devotas todas las gracias necesarias para su estado de vida”.
“Voy a establecer la paz en sus hogares”.
“Voy a consolarlos en todas sus aflicciones”.
“Voy a ser su refugio seguro en la vida, y sobre todo en la hora de la muerte”.
“Voy a conceder abundantes bendiciones sobre todo a sus empresas temporales y espirituales”.
“Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia”.
“Las almas tibias se harán fervorosas“.
“Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección“.
“Bendeciré a cada lugar en el que se exponga y se venere una imagen de mi Sagrado Corazón”.
“Daré a los sacerdotes y a todos aquellos que se ocupan de la salvación de las almas, el don de tocar los corazones más endurecidos“.
Los que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y nunca serán borrados”.
“A los que comulguen el primer viernes de cada mes, durante 9 meses consecutivos, le concederé la gracia de la perseverancia final“.

¿Cómo surgió la imagen del Sagrado Corazón de Jesús?

Pompeo Batoni pintó en 1760 un cuadro al óleo sobre cobre para la Iglesia de Jesús, en Roma, en el que representó a Jesús mostrando su Sagrado Corazón, y para llevar a cabo la obra siguió lo más fielmente que pudo la descripción de Santa Margarita María de Alacoque, la monja francesa que tuvo la dicha de platicar con Jesús y recibir sus confidencias sobre su deseo de una celebración en honor del Sagrado Corazón de Jesús
¿Qué significa la imagen del Sagrado Corazón de Jesús?
Significado del corazón

Es conmovedor que Jesús condescienda a mostrarnos Su corazón y no Sus entrañas. En la Biblia, el amor se relaciona con las entrañas, más aún con los riñones; el corazón, en cambio, se considera sede del entendimiento y la voluntad. ¿Entonces, por qué nos muestra Su corazón el Señor? Porque se adaptó a nuestra sensibilidad. Sabe lo que para nosotros significa un corazón y quiso darnos una representación de Su infinito amor.
Significado de la corona de espinas

Jesús tenía el cuerpo flagelado por 120 azotes que cayeron una y otra vez donde ya estaba lastimado, provocándole un dolor insoportable, cuando los soldados trenzaron una corona -la Sábana Santa muestra que fue más bien un casco- de espinas. Sabía que se la pondrían con saña en la cabeza, clavándole 50 espinas, causándole un sufrimiento indescriptible, y ¡lo permitió! Siendo el Rey del Universo, dejó que lo coronaran de espinas y se burlaran de Él. No sólo nos pidió ser mansos y humildes, sino nos dio ejemplo de mansedumbre y humildad, hasta el extremo.

Contemplar la corona de espinas en la imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda lo que fuimos capaces de hacerle; nos recuerda lo que fue capaz de soportar por nosotros, con toda entrega y paciencia, y nos llama a tener, como nos pide san Pablo: “los mismos sentimientos de Cristo”.
Significado de la cruz

Cabe hacer notar que en la imagen del Sagrado Corazón de Jesús la cruz está asentada en el corazón. Podía haber estado a un lado, arriba o abajo, pero surge del corazón. ¿Qué quiere decir esto? Que la cruz es fruto del amor. Jesús la aceptó por amor a nosotros, y nos invita también a aceptar por amor cargar nuestra cruz de cada día.

A veces pensamos que la cruz que nos toca llevar es un castigo, una maldición de Dios o una señal de que se olvidó de nosotros y nos cayó la ‘mala suerte’. Nada más falso. Toda cruz (llámese enfermedad, desempleo, crisis familiar, etc.), es una oportunidad para amar y dejarnos amar: un camino hacia la santidad.

Decía san Francisco de Sales que el sufrimiento por sí mismo es insoportable, pero cuando se vive de la mano de Dios se vive con paz e incluso con alegría. El hecho de que la cruz salga del corazón, nos recuerda también lo que dijo san Pablo sobre Jesús: “Me amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gal 2, 20). Él, que primero aceptó la cruz por nosotros, nos ayuda a nosotros a llevar nuestra propia cruz, a hallarle su sentido redentor, para poder aceptarla con gratitud y con amor.
Significado del fuego

Jesús dijo: “He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc 12, 49). Las llamas que brotan en la imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerdan que Él anhela hacer arder nuestro corazón con un fuego que nos ilumine, para seguir siempre Sus caminos; que nos caliente y libre de nuestra fría indiferencia hacia las cosas de Dios y de nuestros hermanos; que purifique, derrita y queme todo lastre que nos impida seguirlo y encienda en nosotros el deseo ardiente de siempre amarlo y servirlo.

¿Cuál es el mensaje del Sagrado Corazón de Jesús?

El Corazón de Jesús no sólo amó, sino que ama y sigue amándonos, a ti, a mí, a todos los hombres. Jesús nos muestra su Corazón para recordarnos el mensaje de su amor, para decirnos nuevamente, como lo hizo en la cruz:

¡Yo te amo! ¡Mira cómo te amo! Te amo con un corazón que arde de amor, y que es capaz de comunicarte ese fuego para que tú incendies de amor tu mundo.

Te amo con un corazón encendido en una llama que ilumina la oscuridad de un mundo que anda mendigando un abrazo, cuando mi amor es capaz de iluminarlo e inundarlo de amor.

También te amo tanto que sufrí por ti una cruel pasión y recibí la única corona que ustedes ofrecieron a mi realeza, la corona de espinas.

Y además te amo tanto que he dado mi vida por ti en una cruz. Te amo tanto que de mi corazón traspasado por una lanza hice brotar la santidad de mis sacramentos.

¡He aquí un corazón que tanto ha amado a los hombres! Te he amado, te amo hoy y seguiré amándote.

Fuente: Desde la fe

Acerca de NOVEDADES

Te puede interesar

Día Internacional del Yoga

El Día Internacional del Yoga se celebra el 21 de junio. La fecha fue promulgada …