La participación en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas subió este domingo hasta el 59.39% a las 17:00 hora local, casi nueve puntos por encima del total de los comicios de hace dos años, lo que revela la importancia de unos comicios, que amenazan con convertir a la extrema derecha de Marine Le Pen en el primer partido de la Asamblea Nacional, si se repite su triunfo en la segunda vuelta, el próximo 7 de julio.
En las anteriores elecciones de 2022 la participación a esa misma hora había sido del 39.42%, y solo alcanzó un 47.51% al final de la jornada, señalan los datos del Ministerio del Interior.
Una de las incógnitas de los comicios de este domingo será el porcentaje de participación, que puede inclinar la balanza hacia un lado u otro y determinar la composición de la próxima Asamblea Nacional. Las elecciones legislativas suelen movilizar mucho menos que las presidenciales, que se celebrarán en 2027. En las últimas elecciones de 2022, la participación apenas alcanzó el 47.5% en primera vuelta.
La incógnita del nuevo frente de izquierda
Tras la inesperada disolución de la Asamblea Nacional por el presidente Emmanuel Macron, la segunda mayor sorpresa fue, seguramente, la rapidez con que los partidos de izquierdas, que llevan años peleados, lograran un acuerdo para presentarse unidos a las elecciones bajo el muy simbólico nombre de Nuevo Frente Popular (NFP), que engloba al histórico Partido Socialista, el también socialista Plaza Pública, la izquierda radical de La Francia Insumisa, pasando por comunistas y ecologistas.
Las encuestas le otorgan al NFP, también de forma consistente, una intención de voto del 29%, lo que dejaría a la alianza de izquierdas como el segundo bloque tras el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen en la Asamblea Nacional. En su contra juega su programa económico, que prevé un fuerte gasto público que muchos temen disparará más aún la deuda francesa. Pero también con las tensiones internas, generadas sobre todo por el hiperliderazgo del jefe insumiso, Jean-Luc Mélenchon, cuya figura es esencial para atraer una parte del voto, pero que genera rechazo entre los electores más moderados.
En cualquier caso, el nuevo frente de izquierdas tiene un único objetivo: evitar que la extrema derecha gane por mayoría absoluta.
Macron, el apestado
Ensemble (Juntos), la alianza de partidos centristas que forma la actual mayoría parlamentaria relativa del presidente Emmanuel Macron, vive sus horas más bajas, con su líder considerado prácticamente un apestado.
Desde que el presidente disolviera la Asamblea Nacional hace mes y medio la Asamblea Nacional, tras la victoria de la extrema derecha en las elecciones europeas, el macronismo cae al tercer puesto y podría perder la mitad de los diputados que tenía hasta ahora, aunque el mayor temor es que el presidente centrista se vea obligado a cohabitar con un gobierno de extrema derecha, si el partido de Le Pen gana tras la segunda vuelta del 7 de julio y Francia tendría el primer ministro ultraderechista de la historia: Jordan Bardella.