Emilio

Columna: Prospectiva

Por: Emilio de Ygartua M.

“La participación de las mujeres en la política no es  sólo una cuestión de justicia o representación, sino de enriquecimiento de la democracia”

Madeleine Albright

Claudia Sheinbaum recibió el jueves 15 agosto el documento que la convierte de manera legal y legítima como la primera mujer presidenta de la República desde nuestro nacimiento como nación independiente en 1821. Su elección es un hito significativo en la larga lucha de las mujeres por la participación plena en la vida política del país. Este logro refleja los avances en la lucha por la igualdad de género y el reconocimiento de la capacidad de las mujeres para liderar a nivel nacional. Su presidencia simboliza un cambio cultural y político que abre nuevas posibilidades para las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad mexicana, inspirando a futuras generaciones a seguir participando activamente en la vida pública.

La lucha de las mujeres por la participación política en México ha sido larga y compleja, marcada por avances significativos y desafíos persistentes. Desde la independencia de México hasta nuestros días, las mujeres han trabajado incansablemente para asegurar su lugar en la vida pública, luchando por el reconocimiento de sus derechos y por la inclusión en todos los aspectos de la sociedad.

Durante la independencia de México en 1810, aunque las mujeres participaron activamente como informantes, enfermeras, y hasta combatientes, su rol fue principalmente relegado al ámbito privado. Sin embargo, figuras como Leona Vicario y Josefa Ortiz de Domínguez demostraron que las mujeres podían ser agentes cruciales en la vida política y militar.

A lo largo del siglo XIX, las mujeres empezaron a organizarse en torno a la educación y los derechos civiles. Aunque no fue hasta finales del siglo que se vieron los primeros movimientos organizados en favor de los derechos de las mujeres, estos sentaron las bases para futuras luchas. A principios del siglo XX, en el contexto de la Revolución Mexicana, mujeres como Hermila Galindo y Carmen Serdán comenzaron a demandar no solo mejoras sociales, sino también la inclusión de las mujeres en la vida política y pública.

Uno de los hitos más importantes en la lucha por los derechos políticos de las mujeres en México fue la obtención del derecho al voto. Aunque los primeros esfuerzos para garantizar este derecho comenzaron en la década de 1920, no fue hasta 1953 que las mujeres mexicanas lograron el sufragio, tras una larga lucha encabezada por feministas como Elvia Carrillo Puerto y Amalia González Caballero. Este avance marcó un cambio significativo en la política mexicana, abriendo la puerta para que las mujeres participaran de manera más activa en la vida pública.

A partir de la obtención del voto, la participación de las mujeres en la política fue en aumento, aunque de manera lenta y desigual. En la década de 1980, se implementaron las primeras cuotas de género para garantizar la representación femenina en cargos públicos, lo que fue un paso fundamental hacia la igualdad en la participación política.

En las últimas décadas, la lucha por la igualdad de género en México ha adquirido nuevas dimensiones, enfocándose no solo en la participación política, sino también en la eliminación de la violencia de género y la inclusión en todos los sectores de la sociedad.

La reforma constitucional de 2019, que estableció la paridad de género en todos los niveles de gobierno, fue un avance crucial en la lucha por la equidad. Además, la violencia de género ha sido reconocida como un delito perseguible, un logro resultado de la presión ejercida por movimientos feministas y activistas que han trabajado incansablemente para visibilizar y combatir este problema. Esta lucha ha llevado a la implementación de leyes como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y la tipificación del feminicidio como un delito en el Código Penal.

“La participación de las mujeres en política es fundamental para construir sociedades justas e igualitarias”

Rigoberta Menchú

Sin duda, el triunfo de Claudia Sheinbaum como la primera mujer en ser electa presidenta de México representa un hito histórico en la lucha por la igualdad de género en el país. Este logro es el resultado de décadas de lucha de mujeres que han trabajado para abrir espacios en la vida política y pública, desafiando barreras estructurales y culturales.

Desde el punto de vista de la lucha por la equidad de género, la presidencia de Sheinbaum no solo simboliza un avance en la representación política de las mujeres, sino que también envía un mensaje poderoso sobre la capacidad de las mujeres para liderar a nivel nacional. Su victoria puede inspirar a más mujeres a participar activamente en todos los ámbitos, incluyendo el político, el educativo, el empresarial, y el social, fortaleciendo así la presencia femenina en todos los sectores de la sociedad.

La presidencia de Sheinbaum también tiene el potencial de acelerar el progreso hacia una sociedad más equitativa e inclusiva. Su liderazgo podría contribuir a la implementación de políticas que promuevan la igualdad de género, no solo en la política, sino en todas las esferas de la vida pública y privada. Esto podría incluir iniciativas para mejorar el acceso a la educación y la salud para las mujeres, aumentar su participación en el mercado laboral, y garantizar la igualdad de oportunidades en el ámbito empresarial.

El triunfo de Claudia Sheinbaum representa un logro monumental en la historia de la lucha de las mujeres en México. Marca un nuevo capítulo en la búsqueda de igualdad de género y promete abrir nuevas puertas para que las mujeres puedan desempeñar roles de liderazgo en todos los sectores de la sociedad. Este avance no solo es un testimonio del progreso alcanzado, sino también una plataforma para impulsar un cambio aún más significativo en el futuro.

Claudia Sheinbaum enfrentará una serie de retos considerables en los días que faltan para el cambio de gobierno el 1 de octubre. Uno de los desafíos más inmediatos será consolidar su equipo de trabajo y establecer una transición ordenada que permita una toma de posesión sin sobresaltos. Además, deberá enfocarse en delinear con claridad sus prioridades y estrategias políticas, tomando en cuenta las expectativas tanto de sus simpatizantes como de aquellos que no la apoyaron.

En cuanto al contexto político nacional, Sheinbaum heredará un escenario marcado por una creciente polarización y el crecimiento de la derecha extrema. Su postura deberá ser una de firmeza y diplomacia, buscando el equilibrio entre la continuidad de las políticas de la cuarta transformación y la necesidad de tender puentes hacia sectores que se sienten excluidos o alienados. Para ello, será crucial que mantenga un discurso inclusivo, evitando caer en la retórica que pueda intensificar las divisiones existentes.

Su comportamiento frente a estos desafíos debe ser estratégico y conciliador, mostrando apertura al diálogo con todos los sectores de la sociedad, incluidos los que han sido críticos de la cuarta transformación. Esto implicará acercarse a los empresarios de manera constructiva, asegurándoles que sus preocupaciones serán escuchadas y que su gobierno buscará un entorno favorable para la inversión y el crecimiento económico. Al mismo tiempo, deberá enfatizar su compromiso con las políticas sociales que han caracterizado al actual gobierno, pero con un enfoque que promueva la estabilidad económica y la seguridad jurídica.

Para revertir los planteamientos encontrados que una parte importante de la población tiene sobre la cuarta transformación, Claudia Sheinbaum deberá demostrar en la práctica que es capaz de gobernar con eficacia y equidad. Esto podría incluir una revisión de las políticas más controvertidas, una mayor transparencia en la toma de decisiones, y un esfuerzo por mejorar la calidad de vida de todos los mexicanos, sin distinciones. También podría beneficiarse de una comunicación clara y constante con la ciudadanía, explicando las razones detrás de sus decisiones y mostrando resultados concretos.

“No hay democracia verdadera si no se garantiza la participación igualitaria de  las mujeres en la toma de decisiones”

Michelle Bachelet

Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de marcar una nueva etapa en la política mexicana, una que combine la continuidad de los avances sociales con la capacidad de unir al país en un momento de tensiones políticas y sociales. Su éxito dependerá en gran medida de su habilidad para liderar con visión, pragmatismo, y un sentido profundo de responsabilidad hacia todos los mexicanos.

Contexto internacional

Al asumir la primera magistratura del país, Claudia Sheinbaum enfrentará un panorama internacional complejo y multifacético. Los retos incluyen la relación con Estados Unidos, los conflictos globales, la creciente influencia de China en América Latina, y el auge de la derecha extrema en distintas partes del mundo.

Es necesario que mantenga un diálogo diplomático permanente, lo que conlleva mantener canales abiertos de comunicación con la administración estadounidense para abordar temas clave como la seguridad fronteriza, el comercio y la migración. Independientemente de quien resulte el o la ganadora del proceso electoral en esa vecina nación.

Una diplomacia activa y colaborativa será esencial. Se deberán desarrollar estrategias conjuntas para manejar la crisis migratoria, enfatizando la necesidad de inversión en Centroamérica para abordar las causas raíz de la migración. Es necesario colaborar en temas de seguridad sin sacrificar la soberanía nacional.
Es fundamental fortalecer lazos comerciales con otros países para reducir la dependencia económica de Estados Unidos, sin descuidar el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Este es un tema que incomoda a Washington, pero es necesario mantener la relación económica con China, sí, pero a partir de un nuevo modelo que permita que nuestro país pueda incrementar sus ventas a la nación asiática y que no se ve a nuestro país como una puerta de entrada al mercado norteamericano (Estados Unidos y Canadá.

Frente a los conflictos globales: Ucrania-Rusia, Oriente Medio) es recomendable adoptar una postura neutral que favorezca la mediación y el diálogo, en lugar de tomar partidos en los conflictos. México podría posicionarse como un actor de paz, ofreciendo sus buenos oficios para la negociación.

José Ramón de la Fuente al mando de la Cancillería mexicana garantiza un incremento en la participación de México en foros multilaterales como la ONU para promover la paz y la resolución de conflictos a través de la diplomacia.
Es necesario impulsar una política migratoria que sea humana pero firme, integrando tanto el respeto a los derechos humanos como la seguridad nacional. México debe ser un modelo en la gestión de la migración.

Se debe fortalecer la relación de México con Latinoamérica con una visión de colaboración y promoción de la cooperación regional para abordar la migración desde una perspectiva integral, que incluya desarrollo económico, derechos humanos y seguridad.

Estos mecanismos permitirían a Claudia Sheinbaum enfrentar los retos internacionales de manera efectiva, asegurando que México mantenga una relación saludable con sus principales aliados mientras refuerza su posición en el escenario global.

“La transición energética no es  cuestión de si sucederá, sino de cuán rápido sucederá”

Amory Lovins

La transición de una refinería convencional a una que se enfoque en la petroquímica secundaria, como es el caso de la refinería Dos Bocas (Olmeca), implica un cambio significativo en su estructura, operaciones y objetivos. Este proceso tiene como finalidad no solo producir combustibles, como gasolina y diésel, sino también una gama más amplia de productos derivados del petróleo que tienen un alto valor agregado, como plásticos, resinas, fibras sintéticas, detergentes, fertilizantes, entre otros.

¿Cuáles deben ser las características de una refinería orientada a la petroquímica secundaria? Debe tener capacidad de conversión. La refinería debe tener unidades de conversión avanzadas, como craqueo catalítico, hidrotratamiento e hidrodesulfuración, que permitan transformar fracciones pesadas del crudo en productos químicos de mayor valor.

La refinería debe ser flexible en su operación para ajustar sus procesos según las demandas del mercado. Esto incluye la capacidad de producir diferentes tipos de productos petroquímicos a partir de la misma materia prima. Una refinería orientada a la petroquímica secundaria debe estar integrada con plantas químicas que permitan procesar los productos intermedios (como etileno, propileno y benceno) en productos finales (como plásticos y otros materiales).

Dado el alto consumo de energía en procesos de petroquímica, estas refinerías deben ser altamente eficientes en términos de uso de energía, posiblemente implementando cogeneración de energía y sistemas de recuperación de calor. En razón de la creciente preocupación ambiental, las refinerías deben adoptar tecnologías y procesos que minimicen las emisiones de gases de efecto invernadero y el impacto ambiental.

¿Cuál debe ser el objetivo de la transición? El objetivo principal de la transición hacia la petroquímica secundaria es diversificar la producción de la refinería y aumentar su rentabilidad a largo plazo. Al producir derivados petroquímicos, la refinería puede atender a mercados con una demanda creciente de productos químicos, diversificando sus ingresos y reduciendo la dependencia de la producción de combustibles, cuyo futuro está amenazado por la transición energética global.

¿Existen fundamentos sólidos para esta transición? Sí. Existe una demanda creciente y sostenida de productos petroquímicos a nivel global, utilizados en una amplia gama de industrias. Los productos derivados de la petroquímica secundaria tienen un valor agregado significativamente mayor que los combustibles tradicionales, lo que puede mejorar la rentabilidad de la refinería.
La transición hacia la petroquímica secundaria deb alinearse con una estrategia nacional para fortalecer la industria química y petroquímica, reduciendo la dependencia de importaciones y aumentando las exportaciones.

¿La pregunta lógica es si estos mecanismos para una transición rápida son viables y pueden cohabitar con las estrategias orientadas a dar paso a las energías limpias? Primero que todo, es primordial una inversión significativa en la infraestructura necesaria para la producción de petroquímicos, incluyendo nuevas unidades de procesamiento y expansión de las existentes.

La adopción de tecnologías de vanguardia en procesos de refinación y conversión petroquímica es fundamental para mejorar la eficiencia y la calidad de los productos. Capacitar a los trabajadores en nuevas tecnologías y procesos es crucial para asegurar una transición fluida y efectiva. Para que esto fructifique, es fundamental colaborar con empresas y centros de investigación especializados en petroquímica lo que permitirá acelerar el desarrollo e implementación de nuevas tecnologías y procesos. Tengo confianza que, para esta transición rápida, el gobierno que, a partir del primero de octubre, encabezará Claudia Sheinbaum implementará políticas de incentivos fiscales, necesarias para detonarla en un mediano plazo.

“La migración es el signo más visible  de la interdependencia global y también el testimonio más agudo de la injusticia global”

Zygmunt Bauman

La migración ha sido un tema central en la historia de Estados Unidos, un país construido en gran medida por personas que han llegado de diversas partes del mundo en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, el discurso político en torno a la migración ha estado marcado por polarizaciones que han distorsionado la realidad. Una de las narrativas más influyentes, promovida por figuras como Donald Trump, es la criminalización de los migrantes, especialmente aquellos provenientes de América Latina.

El expresidente y aspirante a la primera magistratura de la nación, ha argumentado que los migrantes que llegan del sur son delincuentes, violadores o que amenazan con robar empleos a los ciudadanos estadounidenses. Este planteamiento simplifica y distorsiona una realidad mucho más compleja y diversa.

La realidad es que la migración ha sido un motor de desarrollo económico, cultural y social en Estados Unidos. Los migrantes, tanto legales como indocumentados, han contribuido significativamente a la economía del país, ocupando trabajos esenciales en sectores como la agricultura, la construcción, el servicio doméstico y la tecnología. Lejos de ser una carga, los migrantes han enriquecido la sociedad estadounidense, aportando nuevas perspectivas, habilidades y culturas que han ayudado a mantener a Estados Unidos como una de las economías más dinámicas del mundo.

En cuanto a la postura de los migrantes que ya residen en Estados Unidos, la situación es ambivalente. Por un lado, muchos migrantes legales y ciudadanos naturalizados expresan solidaridad con los recién llegados, reconociendo que ellos mismos o sus familias fueron en algún momento migrantes. Por otro lado, existe un temor entre algunos de que la llegada de nuevos migrantes pueda saturar el mercado laboral, bajando salarios o dificultando la obtención de empleos. Sin embargo, estudios económicos han demostrado que la inmigración tiende a tener un efecto positivo o neutral en el mercado laboral a largo plazo, ya que los migrantes suelen complementar más que competir directamente con la fuerza laboral existente.

El contexto político en torno a la migración es complejo y está influenciado por factores como el discurso de la identidad nacional, la seguridad, y la economía. Migrantes legales y naturalizados en Estados Unidos pueden desempeñar un papel crucial en las elecciones.

En general, es probable que los migrantes que ya han logrado establecerse en el país sean más propensos a apoyar a candidatos que promuevan políticas de inclusión y reforma migratoria, como Kamala Harris. Por otro lado, aquellos que se identifican más con la protección de su estatus adquirido podrían ser más susceptibles a los mensajes de Trump, que prometen mantener un control estricto sobre la inmigración.

El cambio climático es un factor emergente que está redefiniendo los patrones migratorios a nivel mundial. La degradación ambiental, la desertificación, y los fenómenos climáticos extremos están desplazando a millones de personas, forzándolas a buscar refugio en otros países, incluyendo Estados Unidos. Esta migración por motivos ambientales se está convirtiendo en una realidad cada vez más apremiante que requerirá de nuevas políticas de acogida y adaptación.

Hoy en día, la migración es un fenómeno global. En Europa, Asia, y África, se están produciendo movimientos masivos de personas que buscan escapar de conflictos, persecuciones, y la pobreza. Este flujo migratorio tiene implicaciones geopolíticas profundas, afectando las relaciones internacionales, la seguridad global, y las políticas de desarrollo.

En términos geopolíticos, la migración es una cuestión de gran relevancia, ya que puede influir en la estabilidad de regiones enteras y en las relaciones entre países. La forma en que las naciones manejan la migración puede determinar su posición y liderazgo en la arena internacional. Un enfoque basado en la cooperación y el respeto por los derechos humanos podría fortalecer las alianzas y contribuir a una mayor paz y estabilidad global.

La migración es un fenómeno complejo y multifacético que debe ser entendido de manera holística. Los discursos simplistas y criminalización no solo fallan en capturar la realidad, fomentan divisiones y políticas ineficaces. La migración debe ser abordada con una perspectiva que reconozca su valor, tanto en términos económicos como humanos, y que busque soluciones constructivas y justas en un contexto global en constante cambio

“Estados Unidos debe desempeñar un papel  en la búsqueda de paz y justicia, asegurando que el proceso electoral no sea secuestrado por intereses que perpetúan la violencia en lugar de resolver el conflicto”

Bernie Sanders

El apoyo continuo de la administración Biden a Israel y la falta de reconocimiento público de los excesos cometidos por Israel en su conflicto con Hamas pueden tener implicaciones significativas para la campaña de Kamala Harris. Este apoyo puede alienar a votantes progresistas y a comunidades que están a favor de los derechos palestinos, quienes ven con preocupación la postura incondicional de Estados Unidos hacia Israel.

Estos votantes podrían considerar que la administración no está actuando en concordancia con los valores de derechos humanos que, en teoría, deberían guiar su política exterior. Además, la falta de un esfuerzo visible para apoyar la creación de un Estado palestino puede afectar la imagen de Harris, especialmente entre los votantes jóvenes y las comunidades musulmanas y árabes en Estados Unidos. Estas comunidades y sus aliados podrían percibir que la administración de la que forma parte Harris no está comprometida con una solución justa y duradera para el conflicto israelí-palestino, lo que podría erosionar su apoyo en estos grupos.

En el contexto de una guerra en Oriente Próximo, en la que Irán podría involucrarse, el apoyo estadounidense a Israel podría tener consecuencias geopolíticas serias. Una escalada del conflicto podría aumentar las tensiones entre Estados Unidos y los países de la región, generando inestabilidad adicional y posiblemente involucrando a Estados Unidos en un conflicto más amplio. La decisión de varios países de pedir a sus ciudadanos que abandonen el Líbano es un indicio de la creciente tensión y el peligro en la región.

Para revertir los posibles efectos negativos, Kamala Harris tendría que adoptar una postura más equilibrada en el conflicto, presionando por un alto al fuego (propuesta del presidente Joe Biden, que Hamas ha aceptado, pero Israel no asume) y un retorno a las negociaciones para una solución de dos Estados.

La mancuerna Harris-Wals, también podría expresar un compromiso más firme con los derechos humanos y la protección de civiles en los conflictos, lo cual podría ayudarla a recuperar parte del apoyo perdido entre votantes progresistas y comunidades preocupadas por la situación en Palestina.

En cuanto a Donald Trump, su enfoque en el debate próximo debate en los primeros días de septiembre, podría centrarse en criticar a la administración Biden por su manejo de la situación en Medio Oriente. Trump seguramente aprovechará la oportunidad para reafirmar su propio apoyo a Israel, mientras critica la falta de liderazgo de Biden y Harris en la región. Sin embargo, su postura podría ser percibida como equivalente a la de Harris en términos de apoyo incondicional a Israel, lo que podría diluir sus críticas.

El reto para Harris será demostrar que, aunque comparte con Biden una política de apoyo a Israel, puede ofrecer un enfoque más matizado y justo que considere las necesidades de ambas partes en el conflicto, lo cual podría diferenciarla tanto de Trump como de su propia administración. Esto requerirá un delicado equilibrio entre mantener el apoyo a Israel y responder a las preocupaciones crecientes sobre los derechos humanos y la estabilidad en la región.

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